jueves, 15 de agosto de 2013

INCONSTITUCIONALIDAD

No es lo mismo estar frente a una inconstitucionalidad puntual que navegar en un mar de inconstitucionalidad. Cuando se da un genuino estado de derecho, que implica la real separación de poderes, es relativamente fácil manejar un recurso en un caso de inconstitucionalidad. Se ponen en marcha una serie de mecanismos legales, dando por supuesto de que habrán de funcionar de acuerdo a la letra y el espíritu de la Carta Magna.. En un sistema democrático verdadero, se cuida mucho, desde el poder y desde la oposición en mantener un juego limpio al respecto que, a la postre, se traducirá en efectivo bien común. El problema se plantea, y de modo grave, cuando en un régimen que ostenta su carácter democrático y apela a una constitución según la cual repetitivamente dice regirse, se ajusta de facto a una supraconstitucionalidad en base a exigencias ideológico-políticas, que considera superiores e inapelables. Es el caso de Socialismo del Siglo XXI. La Revolución que éste asume, se erige en imperativo en base a la dialéctica histórica marxista y lleva a relativizar en su favor instituciones, constituciones, y el mismo Estado. Como absoluto se impone entonces la sociedad comunista, hacia la cual apuntaría de modo irreversible e inevitable la flecha de la Revolución. Esto ha llevado a lemas como “Dentro de la Revolución todo, fuera de la Revolución, nada”. En la situación que se ha venido creando en Venezuela, de imposición oficial del “socialismo”, las frecuentes faltas puntuales contra la Constitución no constituyen el núcleo del problema político. Este reside, en efecto, en algo más grave y generador: la globalización de la inconstitucionalidad, que parte de la tesis de la simple funcionalidad de la Constitución con respecto a la construcción de la sociedad socialista. Ello se puso de manifiesto cuando en 2007 se negó en referendo una Reforma de la Constitución y el oficialismo decidió que ese cambio tenía que actuarse por otros caminos. Dentro de la globalización de la inconstitucionalidad se inscribe una red de medidas y proyectos: Estado comunal, homogeneización y reconcentración del poder en torno al ejecutivo, ecuaciones patentemente antidemocráticas como las de Estado=Gobierno=Partido=Líder y pueblo=líder manipuladoras especialmente de los pobres en favor del totalitarismo, “legalidad” enderazada a la intauración del “pensamiento único”, la “hegemonía comunicacional” y el culto de la personalidad. Cuando uno pone de un lado el Preámbulo y los Principios fundamentales de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, y del otro, el discurso y la práctica oficiales, percibe de inmediato y sin dificultad, que estamos navegando en un mar de inconstitucionalidad. Cuando uno ve la persecución de que es objeto todo aquel que disiente de la línea oficial, al punto que se lo considera apátrida, sin derechos (a empleo, a comunicación social, etc), condenado al apartheid, asilado sin salir de la propia tierra, se da cuenta de que el problema en Venezuela no es el de una inconstitucionalidad puntual sino el de la globalización de la inconstitucionalidad. Frente a esto no queda otro camino que reforzar convicciones democráticas y humanistas con fe y esperanza de creyentes; organizar el protagonismo ciudadano; apelar a todos los medios que la Constitución prevé para resguardar el Estado de derecho; defender y promover los derechos humanos; corresponsabilizarse en una convivencia a la altura de la dignidad de la persona humana.