martes, 21 de enero de 2014

DIÁLOGO Y ANTIDIÁLOGO

¿Cuál es la primera necesidad del país en la actualidad? La respuesta la acaba de reafirmar el Episcopado venezolano en su reciente comunicado Diálogo y pluralismo político: “la primera necesidad de nuestra patria es el re-encuentro de todos sus hijos”. Decir primera necesidades señalar algo que ha de tener carácter prioritario en el quehacer de todos, comenzando por quienes tienen más influjo, capacidad de decisión, poder y, consiguientemente, más responsabilidad. En situaciones como la presente nacional es indudable que el primer deber corresponde al Gobierno. Éste concentra actualmente, de facto, todos los poderes del Estado. En cuanto a operatividad no se iguala lo que puede lograr un alcalde de provincia, una ONG, la Conferencia Episcopal Venezolana o aun la MUD, al alcance de una decisión presidencial. En aquél comunicado se reconocen positivamente pasos dados por el Presidente de la República, al tiempo que se pide “tanto al gobierno nacional como a los dirigentes políticos de la oposición” avanzar en la línea de la reconciliación y el diálogo como caminos y medios para el re-encuentro. El Episcopado ha estado siempre abierto al diálogo, a establecer puentes y ampliar caminos. No podría ser otra su actitud, dado que la misión de la Iglesia (evangelización) tiende a la unión (comunión) humano-divina e interhumana y, por lo tanto, exige comprometerse en todo aquello que a la comunidad política le trae paz, solidaridad, fraternidad. El comunicado episcopal que hemos citado tuvo que encarar también posiciones oficiales de antidiálogo nacional. Es decir, elementos que dificultan o, más precisamente, obstruyen el re-encuentro. En lugar resaltante: el mal llamado Plan de la Patria, que debiera denominarse más bien plan de construcción del “castrosocialismo”. ¿Cómo se puede hablar de diálogo serio, verdadero, cuando se está llevando adelante un plan para amordazar, silenciar, aplastar al interlocutor? El Episcopado no se cierra a ninguna iniciativa de intercambio, compartir. Pero está consciente de que para establecer un diálogogenuino se requiere verdad, sinceridad, humildad; apertura pluralista; actitud receptiva, de reconciliación y perdón. Primera necesidad y urgencia nacional: el re-encuentro de los venezolanos.

jueves, 2 de enero de 2014

MAYORÍA EN LA IGLESIA

“Los laicos son simplemente la inmensa mayoría del Pueblo de Dios”. Con esta afirmación cuantitativa comienza el Papa Francisco a tratar el tema de los laicos en su reciente documento La alegría del Evangelio (EG 100).No sobra decir que esa mayoría es tal que prácticamente se acerca a la casi totalidad del conjunto. En otras palabras: los miembros de la Iglesia son laicos, con poquísimas excepciones Obviamente no todo se resuelve en lo cuantitativo. En la Iglesia hay, en efecto, un sector,minoritario, que no proviene simplemente de institución humana y tiene una función muy importante que cumplir en el orden de la enseñanza, del culto y de la organización de la comunidad. Es el llamado ministerio jerárquicoo pastoral (obispos, presbíteros y diáconos). En una palabra: la jerarquía.El Papa dice expresamente que al servicio de los laicos está esaminoría. Luces y sombras señala el Papa Francisco en lo referente a la conciencia de la identidad y la misión del laico hoy en la Iglesia. Habla de crecimiento, pero nota también fallas. Como causa de éstas expresa: “En algunos casos porque no se formaron para asumir responsabilidades importantes, en otros por no encontrar espacio en sus Iglesias particulares para poder expresarse y actuar, a raíz de un excesivo clericalismo que los mantiene al margen de las decisiones”. Se muestratambién un desbalance en cuanto al compromiso laical que se tiene hacia el interior de la Iglesia,ad intra,respecto del que se realiza para la transformación de la sociedad, ad extra. Un serio desafío que se plantea hoy, pues, a la Iglesia es el de la promoción de la presencia activa, protagónica, del laico, no sólo dentro de la comunidad eclesial, sino también y de modo peculiar en lo que constituye su campo específico evangelizador: la polis y sus ámbitos económico, político y ético-cultural. En una Iglesia marcadamente clerical es preciso abrir amplio cauce al protagonismo laical. Con un hondo sentido de comunión, cierto, pero, por eso mismo, con lucidez, firmeza y constancia. Y ¿por qué no? con sentido también de conquista. Para que la mayoríadel Pueblo de Dios no se quede en mera curiosidad cuantitativa sin correspondiente efecto evangelizador es preciso 1) atender con diligencia a la formación gradual, integral, continua y progresiva de los laicos, 2) favorecer su participación efectiva al interior de la Iglesia y 3) animar su compromiso social en la perspectiva de los valores del Evangelio.