lunes, 27 de junio de 2016

SOCIALISMO DEMASIADO COSTOSO



Sobre el “socialismo”, que el Gobierno trata  de imponer en Venezuela, se debe aclarar que no se trata de un genuino socialismo, sino del llamado “real”, que sigue el modelo soviético  y, más cercano a nosotros, el cubano. Consiste en una organización de la sociedad que, antes que repartir, desconcentrar, “socializar”, el poder, lo centraliza en forma de pirámide (masa-base, partido, comité central),  que culmina en el  Jefe o Líder supremo. En vez de socialismo se da un estatismo radical, que se traduce en capitalismo de Estado. Los organismos teóricamente de base se convierten en correas de transmisión del alto mando.
Aquí se buscó implantar este “socialismo” mediante una Reforma Constitucional en 2007. Como ésta fue negada por el soberano, se la buscó aplicar por caminos verdes, de acuerdo al principio de que la “Revolución” está por encima de todo. A ésta se la tiene como norma-criterio jurídico y ético fundante de toda legalidad y moralidad. Por eso se siguió adelante con el Socialismo Siglo XXI, Plan de la Patria y todos sus derivados.
Los Obispos venezolanos se opusieron a la referida reforma porque establecía “el dominio absoluto del Estado sobre la persona”, contrariaba  “la visión cristiana del hombre” así como “principios fundamentales de la actual Constitución”. A estos argumentos añadieron uno de orden histórico-práctico: “Experiencias de otros países demuestran que en tal sistema, el Estado y su gobierno se convierten en opresores de las personas y de la sociedad, coartan la libertad y la expresión religiosa, y causan un gravísimo deterioro en la economía, produciendo una pobreza generalizada. Ejemplo de ello han sido los países  de Europa Oriental, la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas y, más cerca de nosotros, la República de Cuba”. Y en lógica bolivariana  la Conferencia Episcopal Venezolana agregó: “Un modelo de Estado socialista, marxista-leninista, estatista, es contrario al pensamiento del Libertador Simón Bolívar”. (Exhortación…,19. 10. 2007).
El Régimen ha venido introduciendo este “socialismo” con retórica bolivariana y apelación indigenista,  pretensiones de liderazgo internacional nutridas con pródigas donaciones, fuerte carga de corrupción y narco-connivencias y hasta ingredientes caribeños de brujería. Lo que  ha venido perdiendo progresivamente de respaldo ciudadanos lo ha tratado de compensar con la intervención abusiva y amedrentadora de cuerpos armados, legales o delincuenciales.
La aplicación del SSXXI le sigue costando muy caro a Venezuela. El precio pagado por el soberano ha sido de sufrimiento en los  distintos ámbitos sociales. Economía por el suelo, reflejada dramáticamente en hambre y muertes por carencia y carestía de alimentos y medicinas; política en ascuas, por criminalización de la disidencia, vía libre a la delincuencia, fractura de la convivencia, instrumentalización ejecutiva desvergonzada de los órganos electorales y judiciales; cultural, con la institucionalización de la mentira, la hegemonía comunicacional y la manipulación “revolucionaria” de la educación. Proyectamos una imagen lastimera de país: rico convertido en mendigo, demócrata venido a menos y gente seria caída  en hazmerreír de no pocos.
¿Visión pesimista? Ser realista no significa hundirse en desesperanza. Personalmente estoy esperanzado, no sólo por razones de fe, sino al comprobar las manifestaciones de los compatriotas, que quieren mayoritariamente un cambio nacional hacia la construcción de algo verdaderamente  nuevo y beneficioso para todos. El 6D fue una muestra de ello;  y ahora es la voluntad de llegar al Revocatorio, no obstante los obstáculos que está poniendo el organismo electoral del Régimen.

El precio pagado por el “socialismo” que se ha tratado de imponer ha sido muy alto. Pero la mayoría de los venezolanos, cristianos y no cristianos,  no queremos pagar más ese proyecto inmoral e inconstitucional. Lo vamos a devolver. ¡Ya!

Carta de Mons. Romero (Beato)

A continuación encontrarás un valioso documento, escrito por el Beato Mons. Romero hacia Mons. Ovidio Perez Morales, cmo signo de unidad espiritual.

https://drive.google.com/file/d/0BxOAgXdJltC2dG9FZ3J0SG1sUWM/view?usp=sharing

jueves, 9 de junio de 2016

¿DIÁLOGO GOBIERNO-OPOSICIÓN?



El término diálogo se encuentra muy devaluado en nuestro ámbito político, al igual que el adjetivo bolivariano (¿Hablar de prostituido sería muy fuerte?).  Bastantes cosas más, desgraciadamente siguen un camino semejante de depreciación, comenzando por la moneda nacional.
Por eso es preferible buscar un sucedáneo para el vocablo diálogo. Por ejemplo, conversación, intercambio, negociación.
Diálogo , del griego, dia-logos, significa un hablar compartido, bien diferente, por tanto, de lo que  a no pocos les gusta mantener, un mónos-logos, es decir una perorata en solitario, que equivale a un discurso en cadena
Del diálogo es bueno destacar ante todo su positividad. El ser humano ha sido creado y es estructuralmente ser-para-la comunicación,  ser-para-el-diálogo. En el primer libro de la Biblia Adán aparece ya como protagonista de un diálogo que Dios inaugura. Y si la humanidad ha sobrevivido es porque nuestros antepasados no dejaron nunca de dialogar.
El ser humano, sin embargo, no se ha conducido con pura razón y bondad. En el caso de  Caín y Abel, en vez de haber entrado en  diálogo, el primero se encerró en sí mismo y terminó por explotar en violencia. Los cristianos   llamamos pecado a  la ruptura de una genuina comunicación con el otro y el Otro. El egoísmo y la mentira cortan  puentes, para aislar en pensamientos y proyectos malos, perversos.
Pero el diálogo es muy exigente, fundamentalmente por las condiciones que plantea a los inter-locutores. Por cierto que el Papa Papa Pablo VI, continuador de  Juan XXIII  en la realización del renovador Concilio Vaticano II, dejó oportunas indicaciones al respecto en la encíclica Ecclesiam Suam (6.8.1962),  con la cual promovió el diálogo al interior de la Iglesia y desde ésta con toda la humanidad.
De los participantes en el diálogo se espera, entre necesarias disposiciones:  respeto y aceptación del otro, ponerse en su lugar (en su pellejo) para comprender sus planteamientos y valorarlos debidamente; confianza en la palabra que se da y se recibe; verdad, que implica sinceridad y excluye la mentiras y dobleces; una buena dosis de mansedumbre, evitando lo que pueda ofender, herir, violentar y propiciando un ambiente pacífico; paciencia y constancia para perseverar en el compartir y asegurar resultados; claridad de ideas con propiedad del lenguaje y prudencia para ordenar bien los pasos y escoger el momento oportuno.
Se debe estar consciente de que al frente se tienen personas y no simplemente ideologías o partidos, procurando el encuentro y superando la confrontación. De allí que no se puede entrar a un diálogo sin dar pruebas fehacientes de buena voluntad, sin la cual no se puede pensar en la factibilidad de lograr bienes concretos.
Por eso el diálogo es una actividad conjunta de altura ética y espiritual, cualquiera sea la medida de los resultados definitivos. Postula, consiguientemente, liberación de etiquetas, pacificación previa de los participantes, atmósfera sana y amistosa,  disposición a aprender-cambiar  y no puramente  a enseñar-imponer.
Los quienes que comparten han de estar en una situación de equilibrio e igualdad. Caricaturizando escenarios podría decirse que un león furioso suelto y un conejo amarrado no son sujetos adecuados para un diálogo de paz, pues lo menos que se puede pedir en este caso es que el león suelte al conejo. Un diálogo de Hitler con los judíos hubiese requerido echar abajo previamente las Leyes de Nuremberg.

Todo lo anterior me hace pensar que en Venezuela no se puede hablar de un diálogo político entre Gobierno y Oposición mientras aquél persista en su proyecto SSXXI totalitario. Esto no excluye en modo alguno conversaciones y negociaciones  del oficialismo y la disidencia con vistas a un cambio que comience a sacar a Venezuela del marasmo en que se encuentra. Más aún, el parlamentar obliga en esta circunstancia trágica.