viernes, 27 de enero de 2017

MCS DEL ESTADO, NO DEL GOBIERNO


Las cadenas radiotelevisivas del Presidente y de entes públicos en el actual régimen son una abierta y desfachatada manera de querer imponer a los venezolanos un “pensamiento único”, lo cual, aparte de inmoral, constituye una flagrante violación de la Constitución. Ésta desde su articulado básico identifica al Estado con notas como democracia, preminencia de los derechos humanos y pluralismo político (CRBV 2).
Hay algo que, lamentablemente,  ha preparado en algún modo el terreno  en nuestro país  a esta situación y es la idea, en general aceptada, de que los medios de comunicación social  (MCS) de propiedad del Estado son para uso discrecional del Gobierno y, peor del partido de Gobierno. Tal idea, que se ponía en práctica con alguna mesura en el pasado,  se traduce hoy en patente manejo monopólico. Se los usa como propiedad privada  del Presidente y de su Partido.
Y hay más. Esta  concepción y praxis hegemónicas  en Venezuela se inscriben actualmente en el marco de un proyecto político-ideológico comunista, que por lo totalitario, busca controlar y apropiarse de  todo medio de comunicación, siguiendo así un patrón de comportamiento fundamentalista.  
Cuando uno lee los artículos 57 y 58 de la Constitución percibe de inmediato el abismo existente entre las normas de la Carta Magna y la realidad concreta del país.  De un lado tenemos la afirmación del derecho a la expresión libre de pensamientos, ideas y opiniones, a la comunicación libre y plural, a   la información oportuna, veraz e imparcial, sin censura; del otro, un acaparamiento comunicacional por parte del Gobierno, que incluye cierre  de medios, control total del papel periódico, atosigantes cadenas  presidenciales y muchas otras formas de lavar la mente de la población.
Urge que de parte de la oposición democrática y de la sociedad civil organizada se ponga por obra la debida concientización, la necesaria resistencia, así como variadas presiones e iniciativas que provoquen un cambio en este campo, comenzando por el que se tiene que actuar en el campo legislativo. Importa oponerse a la expropiación ilegal de propiedades y a la absorción del mercado por parte del Gobierno, pero más todavía a la apropiación y al control político-ideológico de los MCS y de los organismos que tienen que ver con la comunicación  en su conjunto.
Es preciso recordar lo clave de la comunicación en la vida y funcionamiento de la convivencia humana. La cultura es fundamentalmente comunicación y en esta etapa histórica lo es doblemente por el salto científico-tecnológico que se está dando en este ámbito. El pienso, luego existo cartesiano pudiera traducirse hoy por me comunico, luego existo. Eso lo aprovechan muy bien quienes buscan apoderarse de las mentes y corazones  de los seres humanos, convirtiendo los MCS  en MM(Manipulación)S. Se debe subrayar que el derecho a la comunicación, como expresa Antonio Pasquali, “pertenece al grupo de derechos humanos primigenios y orgánicos” (18 ensayos sobre comunicaciones, p.45). Está de por medio la realización misma del animal político, la libre con-vivencia y la calidad de la reciprocidad.
Los MCS del Estado son de éste, de la nación, de la ciudadanía. No del Gobierno ni de un partido. Requieren, por tanto, una administración y manejo especiales, interinstitucional, plural, en concordancia con la naturaleza y fines del Estado democrático. Han de ser un genuino servicio público y con una finalidad también modélica respecto de los medios no estatales, que tienen que interpretarse y utilizarse también en perspectiva servicial en la medida en que se lanzan al público.

Una indeclinable tarea en esta línea se pone en primer término a la Asamblea Nacional en cuanto a reformulación y reestructuración de los MCS del Estado. Pero la sociedad civil en su conjunto debe conquistar y ejercer el protagonismo que le corresponde. La comunicación no es algo sectorial en la convivencia, en la polis. Construye su entraña y la cubre en su totalidad.

jueves, 12 de enero de 2017

OBISPOS Y LAICOS



Los obispos venezolanos y  laicos provenientes de la entera geografía nacional se acaban de reunir (8 y 9 de enero) en Asamblea conjunta bajo el bajo el lema  “Iglesia en comunión hacia una Venezuela más justa y creyente”. Finalidad del encuentro fue “promover y reafirmar la presencia activa del laicado venezolano para que, a ejemplo de los primeros cristianos, desde su coherencia y unidad de vida, formen comunidades eclesiales vivas en  los distintos ambientes y contribuyan a  la transformación socio-política del país”.
El Concilio Plenario de Venezuela (2000-2006) había hecho una afirmación muy significativa :”Los signos de los tiempos anuncian que el presente milenio será el del protagonismo de los laicos.
¿Qué se entiende por laico”. En el vocabulario de la Iglesia es el bautizado que tiene como vocación y misión propias  la transformación de las realidades temporales (mundo, cultura) según los valores humanos y cristianos del Evangelio. Desde la propia familia trabaja las realidades sociales, económicas, políticas y culturales, a modo de savia y fermento, en la línea de la buena nueva de Cristo, que tiene como centro y referencia fundamental el mandamiento del amor (que implica solidaridad, compartir, servicio, fraternidad).
Los laicos –llamados también seglares- conforman la casi totalidad de la Iglesia. En Venezuela significa que de los millones de católicos, sólo unos diez mil no son laicos, pues pertenecen a la jerarquía (obispos, presbíteros y diáconos) o al sector de los religioso(a)s. Por el bautismo una persona se integra a la Iglesia como laico, que  es la condición común y ordinaria cristiana. Esto no diluye o minimiza en modo alguno la importancia de la jerarquía o ministerio pastyoral, pero sí la relativiza dentro del conjunto , como un servicio -necesario, por cierto- para la totalidad del cuerpo eclesial durante su peregrinación en la historia.
Este dato cuantitativo ayuda a valorar la  enorme importancia y las consecuencias inimaginables de una seria toma de  conciencia de los laicos acerca de su pertenencia a la Iglesia y de su corresponsabilidad en la misión de aquélla en el mundo, a saber, la evangelización. El laico ha de estar presente y actuar al interior de la Iglesia, pero su quehacer peculiar, específico, es el de  transformar  las realidades temporales según el espíritu de Cristo. Por ello el laico ha de tomar la participación política como uno de sus campos prioritarios.
Tradicionalmente se interpretaba al laico como simple colaborador del sacerdote. Desde el Concilio Vaticano II se ven las cosas de modo diferente. El laico está llamado a trabajar en comunión con los pastores, pero es evangelizador por título propio (el bautismo) y en su tarea específica en la sociedad está llamado a actuar con propia iniciativa y plena libertad. Por cierto que el Papa Francisco no ha escatimado oportunidades para poner en guardia frente al clericalismo en la Iglesia, deformación que afecta no sólo a los pastores  sino también a muchos laicos. La referida asamblea conjunta de laicos y obispos constituyó una bella expresión de comunión en la pluralidad corresponsable.
Como es obvio en dicho encuentro se abordó la realidad nacional y la seria problemática que confrontamos. El mensaje final del mismo es bastante diciente en cuanto a análisis, diagnóstico y propuestas. Valga al respecto la cita siguiente: “La causa principal de esta gravísima crisis es la decisión oficial de imponer a los venezolanos un proyecto político-ideológico contrario a la Constitución y moralmente inaceptable. Por eso es urgente un cambio político profundo, que haga posible  una convivencia ciudadana  solidaria donde todos los venezolanos podamos convivir en una democracia basada en la verdad y la libertad, en la justicia y la paz, en la reconciliación y fraternidad”.

El encuentro de obispos y laicos incidirá ciertamente en la promoción del protagonismo laical en nuestra Iglesia y desde ésta hacia la realidad nacional. 

martes, 3 de enero de 2017

ENCUENTRO DE OBISPOS Y LAICOS




En el marco de la próxima asamblea plenaria de la Conferencia Episcopal Venezolana (7-12 enero) se tendrá durante dos días (8-9) un encuentro de los obispos con una amplia representación calificada de laicos.  Propósito de esta reunión será impulsar el protagonismo laical especialmente en presencia servicial y transformadora de la realidad nacional.
Por laico o seglar se entiende aquí  quien por la fe y el bautismo ha sido incorporado a la Iglesia, Pueblo de Dios,  y constituido, por tanto, en corresponsable de su misión, de modo peculiar en lo  tocante  a renovación de la sociedad según los valores humano-cristianos del Evangelio.
Para entender la importancia eclesial del laico valga un simple dato cuantitativo: la Iglesia en su casi totalidad es laical. De los católicos venezolanos no alcanzan a diez mil los que no son laicos (es decir, los ministros obispos, presbíteros y diáconos, junto con los religiosos y religiosas).
Una interpretación tradicional del laicado ha sido la de pensarlo  como sólo receptivo y  colaborador de los pastores, y con una acción bastante restringida a cosas atinentes a la vida interna de la Iglesia. La  renovación de ésta, que ha tenido como significativo impulsor el Concilio Ecuménico Vaticano II (1962-1965), propone y exige otra interpretación. Es así como el Concilio Plenario de Venezuela (2000-2006) llega a decir: “Los signos de los tiempos muestran que el presente milenio será  el del protagonismo de los laicos” (Documento 7). El Papa Francisco en repetidas ocasiones ha criticado, por cierto, la concepción clericalista de la Iglesia, invitando a los laicos a asumir en serio su vocación y misión particularmente en lo que  de modo más propio les concierne, a saber, su tarea en la polis.
El próximo encuentro obispo-laicos, que se realizará precisamente en el décimo aniversario del referido Concilio Plenario, busca retomar y actualizar lo trazado por éste y darle un vigoroso impulso a la formación, corresponsabilidad y participación de los laicos. A este respecto vale la pena  citar el Desafío 5 del citado documento 7 de dicho Concilio: “Desarrollar una eficaz acción del laico, como miembro de la Iglesia en la sociedad, de acuerdo con su vocación secular y con el momento histórico”.
La Iglesia en Venezuela, particularmente en su sector del laicado, es muy responsable del grave y global deterioro actual del país ¡País que se confiesa mayoritariamente católico! Pero más que  darse golpes de pecho y autoflagelaciones o derramar lágrimas, la comunidad católica en su conjunto -ministros, religioso(a)s y laico(a)s- ha de convertirse y actuar el mandamiento máximo del Señor Jesucristo, no sólo en un sentido micro (relación interpersonal cercana) sino también macro, societario, político.

El Dios único que se nos ha revelado y comunicado por Jesucristo, es comunión, amor,  y quiere verse reflejado en una Iglesia y una nación  de libertad, solidaridad, paz, amor. A la Iglesia toda y de modo peculiar a sus laicos, les exige  contribuir a la construcción de una nueva sociedad venezolana.