jueves, 26 de noviembre de 2020

CONSULTA POPULAR


     El 20 mayo 2018 hubo “elecciones presidenciales” en el país. La Conferencia Episcopal Venezolana, congregada en su 110º Asamblea General, publicó una exhortación (11 julio) en la cual expresó que dicho acto electoral, “a pesar de todas las voces -entre ellas la nuestra- que advertían su ilegitimidad, su extemporaneidad y sus graves defectos de forma, sólo sirvió para prolongar el mandato del actual gobernante”.

    Los Obispos agregaron: “La altísima abstención, inédita en un proceso electoral presidencial, es un mensaje silencioso de rechazo, dirigido a quienes pretender imponer una ideología de corte totalitario, contra el parecer de la mayoría de la población”.

    En el mismo documento se afirmó algo, que conserva plena vigencia en vísperas de viciadas elecciones parlamentarias manejadas por el Régimen: “Desde el Ejecutivo Nacional, la ilegítima Asamblea Nacional Constituyente y el Consejo Nacional Electoral se pretende conculcar uno de los derechos más sagrados del pueblo venezolano: la elemental libertad para elegir a sus gobernantes en justa competencia electoral, con autoridades imparciales, sin manipulaciones ni favoritismos. Mientras existan presos políticos, y adversarios a quienes se les niega su derecho a postularse, no habrá proceso electoral libre y soberano”. Se subraya esta consecuencia: “Vivimos un régimen de facto, sin respeto a las garantías previstas en la Constitución y a los más altos principios de dignidad del pueblo”.

    Con respecto al evento electoral del próximo 6 de diciembre, el mismo Episcopado, en exhortación del 15 de octubre pasado, puso de relieve que dicho acto tiende a agravar la situación política nacional y está plagado de vicios, añadiendo que “aún deben realizarse las elecciones presidenciales” por haber sido ilegítimas las de 2018; de allí la necesidad de convocar unas auténticas elecciones parlamentarias y presidenciales “con condiciones de libertad e igualdad para todos los participantes, y con acompañamiento y seguimiento de organismos internacionales plurales”. Los obispos insistieron en que “las diversas organizaciones civiles, las universidades, los gremios, las academias, los empresarios y los trabajadores, las comunidades de los pueblos originarios y los jóvenes deben hacer esfuerzos en conjunto para restablecer los derechos democráticos de la nación”. A este planteamiento de los representantes de la Iglesia responde la Consulta Popular en marcha.

    Esta Consulta fue propuesta por la sociedad civil y aprobada por la Asamblea Nacional; se realizará en la primera quincena de este diciembre, reviste particular urgencia y tiene pleno fundamento constitucional ¿Hay algo más obligante y oportuno en el presente desastre nacional, que preguntarle al soberano, quien tiene poder propio, originario y constituyente (CRBV 5), qué ordena para comenzar la reconstrucción de este país? En situaciones como la presente es a él, y no simplemente al Gobierno, a partidos políticos u otras organizaciones, a quien le corresponde señalar el rumbo a seguir. La Consulta Popular será instrumento muy apto para un cambio positivo nacional (la que se tuvo en 2016 fue buena iniciativa, pero incompleta, pues, entre otras cosas, no se cobró; además, vivir de modo creativo es insistir sabiamente en objetivos válidos, máxime en escenarios cambiantes).  

    Frente a la dictadura militar de signo comunista, que busca a través del 6D imponer un Estado socialista, comunal, inconstitucional e inmoral, la Consulta Popular constituye un paso de primer orden hacia una Venezuela digna y próspera.

    Nos merecemos los venezolanos un 2021 sin presos políticos, sin torturados, sin muertos por hambre o deficiencia sanitaria, sin com-patriotas ex-patriados (5 millones por el momento), sin opresiva militarización  y expansiva “narcorrupción”. Nos merecemos un futuro con servicios públicos que funcionen, con un bolívar que valga algo, con luz y combustible básicos, con educación y comunicación libres; con un ambiente de emprendimiento, progreso compartido, desarrollo integral, alegría y esperanza, democracia y calidad ético-espiritual.

V    enezuela debe entrar ya al Siglo XXI después de la pesadilla involutiva de dos décadas. Ha de ser compromiso de todos. Dios primero.  


 


jueves, 12 de noviembre de 2020

GRITO ANTE EL 6D

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    Para el título escribí primero palabra y luego la cambié por grito, para subrayar la gravedad y la urgencia de aquella, en la encrucijada histórica que significa el próximo diciembre con sus proyectadas elecciones y consulta popular, por cierto, bajo una “espada de Damocles” de las más que posibles consecuencias sanitarias y sociales.  

    1.Lo que está en juego. Basta ser medianamente suspicaz para saber que el 6D no es simplemente elección parlamentaria. Es eso y a) su marco tramposo, fraudulento, que el Episcopado venezolano denunció ya en parte el pasado 15 de octubre, b) la omnipotente Asamblea Nacional Constituyente (ANC) que la acompaña y c) el Socialismo del Siglo XXI y el Plan de la Patria que la enmarcan. El resultado “está ya cantado” por el Ministro de la Defensa, siguiendo el guión de la pretensión de invencibilidad del Régimen, que no puede incluir una derrota. El 6D está pensado como prefacio de la aceleración del Estado Comunal y una reestructuración centralizante del poder militar comunista.

    2. Proyecto totalitario. En lo social se pueden distinguir tres ámbitos: económico, político, ético-cultural. En los fascismos o en las tiranías, dictaduras, autocracias competitivas y regímenes semejantes, el gobierno busca fundamentalmente el control político, pero lo demás, sólo parcialmente y en función de éste o de intereses circunstanciales. Un totalitarismo (del latín totum, todo) busca el control completo de los tres ámbitos. Ejemplos: nazismo, comunismo. Modelo cercano: Cuba. El Episcopado Venezolano repetitivamente ha denunciado el proyecto totalitario del Régimen, con calificativos, entre otros, de empobrecedor, militarista, represor, injusto, inhumano, así como de causante principal de la grave crisis del país (ver, por ejemplo, documentos de: 12.7.16, 5.5.17, 13.1.17, 12.1.18, 19.3.18, 10.1.20, 10.7.20). Ya en 19.10.07 había declarado como “moralmente inaceptable” la propuesta de reforma constitucional hacia un Estado Socialista de corte marxista-leninista.

    3. Error de interpretación. Importantes sectores de la sociedad civil y de los partidos opositores han errado en la exacta interpretación y calificación del Régimen y de allí, en buena medida, lo inútil, equivocado o contraproducente de ciertas estrategias, tácticas y actuaciones. A veces, hasta con pudor, se lo ha calificado sólo de populista, autocrático, dictatorial ¡Ojalá este Régimen siguiese un curso sólo dictatorial y no totalitario! Ese error de una gran parte de la disidencia ha facilitado dispersión de fuerzas, antropofagia suicida, pérdida de tiempo y de recursos.

    4. Consulta vinculante. Algunos hemos venido insistiendo, desde hace tiempo, en la necesidad y obligación de que en la presente situación de gravísima crisis nacional se le pregunte al soberano (CRBV 5) qué quiere para solucionarla, dado que él es el único poder originario y por ello constituyente, permaneciendo supra constitucional. Pregunta hacia una respuesta -hechas en la actual pandemia, por vía predominantemente digital, virtual-, las cuales no deben ser pura opinión, sino expreso mandato. (No pocos dicen que eso ya se hizo el 16J, pero éste tuvo otro escenario y ha quedado bien atrás; además, falló en aspectos substanciales como el no haberse “cobrado”. Insistir es vivir). La Asamblea Nacional ha acogido la Consulta, ya en preparación. El tiempo es corto y vuela, pero organizando bien el trabajo y conjugando esfuerzos, se puede motivar y movilizar una proporción notable de la gran mayoría ciudadana, la cual adversa al Régimen. Para ello, las preguntas que se hagan han de ser pocas, simples, claras, fundamentales, con miras a respuestas generadoras de un cambio efectivo, factible, rápido;  deben versar, por tanto, sobre 1) el cese inmediato del Presidente  y de la ANC ilegitimados en su ejercicio, 2) la designación de quien inmediatamente presida y forme nuevo gobierno,  pudiendo ser el actual Presidente encargado y reconocido internacionalmente; 3) la organización de elecciones presidenciales y parlamentarias en el lapso de 1 año; 4) la supervisión internacional (ONU, OEA, UE) en todas las fases del proceso electoral.

    Es hora de gran lucidez y generosidad para sacar adelante el país. De unión afectiva y efectiva que dé prioridad al bien común y atienda a la trascendencia histórica del momento. Dios grande y misericordioso, por su Espíritu, nos ilumine, anime y proteja ante este desafío de salvación nacional.