viernes, 30 de junio de 2023

2023: RENACER DE ESPERANZA


    Ciertos signos de notables fervor popular están acompañando el proceso de las Primarias, que presagian un 2024 de renacimiento nacional, en el sentido de: reencuentro ciudadano,  reconstitucionalidad democrática, impulso productivo, concientización ética y espiritual, retorno de millones de expatriados, reinserción privilegiada del país en una hermandad internacional acorde con su ser histórico-cultural, enraizamiento efectivo en lo mejor de la tradición nacional.

    Por algo y mucho el Episcopado venezolano ha venido insistiendo en los últimos años en la urgencia de una refundación nacional. Tarea que implica asumir el asumir el protagonismo que le corresponde intransferiblemente a los compatriotas como soberano (CRBV 5). “Para refundar la nación, una de las más importantes tareas que tenemos pendientes los venezolanos es volver a recobrar la fuerza de ser sujetos, recobrar la autonomía y la libertad como ciudadanos y como nación ante la invasión político-cultural extranjera en la que nos encontramos” (Exhortación de 12.07.2021).

    Avanzar en esta dirección permitirá al país entrar en el nuevo siglo-milenio, luego de más de dos décadas de involución, de destrucción en los varios ámbitos de la vida nacional. Hacer aquí un inventario de desastres parece innecesario, cuando es todo un pueblo el que está sufriendo las consecuencias de manejos no sólo deficientes, sino de prácticas sistemáticamente irresponsables, opresivas y corruptas. El 2024 no sólo ha de reiniciar el estado de derecho, la repoblación del país, el reconocimiento de la dignidad de jubilados y trabajadores, el progreso económico, la recuperación educativa, la libre comunicación, sino la sanación del país de la lacra de corruptelas que lo han expoliado.

    El clima de entusiasmo y esperanza que va in crescendo por las Primarias, preanuncia - ¿por qué no decirlo? -  un tsunami de fervor popular ante el cambio político que se actuará el próximo año. El conocido lema de “Despierta y reacciona”, parece que lo está asumiendo el soberano, que más y más toma conciencia de su condición y obligación. Dichos como aquél de que “por las buenas o por las malas” lo van a tener callado y oprimido, ya no le hacen mella. Al contrario, más bien estimulan su inalienable responsabilidad y alimentan su amor propio.

    Ahora bien, el cambio que como deber- ser- y- hacer se espera y trabaja no podrá ser un “voltear la tortilla” de compadrazgos, sectarismos, hegemonías e imposiciones ideológico-políticas. Ya el país ha padecido un buen número de años de esos males. Una buena dosis de racionalidad, prudencia y amplias miras logrará el reencuentro del país consigo mismo, la revitalización de la convivencia y el esfuerzo conjunto para echar adelante este país. A quienes pudimos seguir presencialmente o con seria atención el drama  del Muro de Berlín y la reunificación alemana no nos es difícil afirmar que si la humanidad ha podido sobrevivir en la historia es por acuerdos logrados sobre una base consistente de realismo, imaginación, paciencia, prudencia, aguante…,  en las circunstancias más difíciles y catastróficas. El instinto de conservación es singular y colectivo. Alguien ha dicho que “los enemigos de ayer son los amigos de mañana”. Y no le faltaba sin-razón.

    Las mediaciones de opinión más confiables se inclinan claramente hacia un cambio de régimen. Buen cálculo y acertada estrategia de parte del oficialismo sería una actitud patriótica, razonable, que facilite el paso de lo que hay a lo que el país espera. La tierra da vueltas; hoy es de día, mañana de noche, y el universo sigue moviéndose.

    No hay derecho a desesperar. Como humanos contamos con vasta experiencia de una historia, que es movimiento y cambio. Y si somos creyentes, tenemos la certeza de que Dios acompaña y quiere siempre todo lo que significa caminar hacia la unidad, la paz y la fraternidad.

    La Primarias han de seguir adelante y deben abrirse paso exigiendo justas condiciones, la libertad necesaria, el apoyo internacional. No como regalos, sino como expresión de una debida solidaridad. El soberano (CRBV 5) es algo serio. Y el “bravo pueblo” no simple poesía.

 

 

   

 

 

 

lunes, 26 de junio de 2023

PRIMER ESCALÓN OPRESIVO

 


    Se dice que inicio fuerte de la secuencia negativa inaugurada el 4 de febrero del ´92 fue el mostrar por TV al jefe de la asonada, difundiendo un “por ahora” generador. Punto de agenda prioritario en programas insurreccionales es siempre la ocupación forzada de medios de comunicación, y en primer lugar, los televisivos. En esta misma línea, los regímenes de fuerza (despóticos, dictatoriales  y semejantes) dan primacía al control total y sistemático de los medios de comunicación social, como primer y fundamental escalón opresivo. Son datos coherentes con la realidad identificada ahora con lo que se suele llamar “sociedad de la información”.

    Estos datos obligan a una reflexión sobre la materia, cuando el país se prepara para eventos electorales acompañados arbitrariamente por una manifiesta hegemonía comunicacional, demostrativa del nefasto amaestramiento del pueblo venezolano siguiendo las experimentadas pautas del régimen castro cubano.

    Se define con plena razón al hombre como un “ser para la comunicación”. Ello se evidencia en la narración del Génesis sobre la creación. Dios hace un ser parlante, a su “imagen y semejanza”, con el cual establece un diálogo y le encomienda la variedad de otros seres, que son puestos a su servicio. Al parlante se le dará pronto una acompañante de la misma especie.

    La comunicación teje la sociedad, que el ser humano desarrolla en el tiempo como historia en virtud de su libertad. Lamentablemente ésta experimentó muy pronto un debilitamiento con la irrupción del pecado (desobediencia de Adán que se reflejará en el fratricidio de Caín), el cual es fractura de una genuina comunicación.

    El ser humano siguió siendo un ser libre y, por ende, constructor de su sociedad, la cual constituye un continuum relacional, fundamentalmente comunicacional. Lo sucedido con la Torre de Babel (Génesis 11) es un hecho paradigmático, que puso bien de manifiesto, tanto la soberbia humana, como el papel que juega la comunicación en el entramado y devenir sociales.

    Antonio Pasquali define así comunicación en su sentido más genuino de deber ser, subrayando los aspectos de igualdad y protagonismo compartido: “el proceso mediante el cual el ente racional, actuando unus inter pares y concediendo total reciprocidad al interlocutor, vectorializa hacia él, en códigos convenidos, un saber o un sentir convertido en mensaje” (18 ensayos sobre comunicaciones, Debate 2005, 48). En esta perspectiva insiste en el derecho a la comunicación -que integra y supera los clásicos de expresión, opinión e información- como innato, inalienable.

    Este derecho es  primigenio y fundamental en el entramado humano. De modo  inmediato y privilegiado se vincula al de la vida. De allí el dicho de que “vivir es comunicarse y comunicarse es vivir”. Muerte viene a ser pérdida de toda comunicación. De allí se puede inferir que el impedir la libre comunicación de un pueblo es una especie de genocidio.

    La “domesticación castro comunista” de nuestro país tiene su manifestación más inmediata y palpable en la hegemonía comunicacional que el totalitario Socialismo Siglo XXI ha impuesto al pueblo venezolano y éste ha venido “pacíficamente” soportando.  Los medios han sido engullidos, suspendidos o controlados por el oficialismo. Conatelización en sentido perverso.

    En este, como en otros campos, se pone de manifiesto la inexistencia de un estado de derecho y la inconstitucionalidad del país. Hecho particularmente grave en tiempos preelectorales, que exigen auténtica libertad en el intercambio  de propuestas y tomas de decisión por parte del soberano (CRBV 5), en la práctica efectiva de lo que contempla el artículo 57 de la Constitución: “Toda persona tiene derecho a expresar libremente sus pensamientos, sus ideas u opiniones de viva voz, por escrito o mediante cualquier otra forma de expresión y de hacer uso para ello de cualquier medio de comunicación y difusión, sin que pueda establecerse censura”.  

    La urgente refundación nacional ha de tener privilegiada manifestación en el restablecimiento y perfeccionamiento de una libre comunicación.

  

 

 

 

 

 

    

 

 

 

domingo, 11 de junio de 2023

REFUNDACIÓN TRIDIMENSIONAL



    Con ocasión de los 200 años de la Batalla de Carabobo el Episcopado Venezolano invitó a todos los compatriotas “a dar el paso necesario e impostergable de refundar a Venezuela, con los criterios de la ciudadanía e iluminados por los principios del Evangelio” (Exhortación 22 junio 2021). Una invitación que ha renovado con insistencia ante la gravísima crisis nacional, cuyos rasgos salientes ha subrayado oportunamente.

    En la proximidad de eventos electorales, que comienzan con las Primarias, conviene ofrecer algunas reflexiones y sugerencias orientadas a una solución de la multiforme crisis nacional. Ésta es global y tiene que ver, por consiguiente, no con un ámbito determinado, sino con los tres que integran el conjunto social: la economía, la política y la cultura (tomada ésta en su sentido estricto ético-cultural). Esta tríada reúne las dimensiones de la sociedad, la cuales, por tanto, no pueden considerarse de modo aislado, pues se interrelacionan, en mayor o menor medida, en problemática y solución. Pensemos, por ejemplo, en el caso bien patente de la educación.

    La Doctrina Social y Ecológica de la Iglesia (DSEI), como conjunto de principios, criterios y orientaciones para la construcción de una nueva sociedad, nos puede ayudar en la tarea de la refundación nacional, no sólo para identificar problemas, sino también y, lo que más interesa, para la comprensión de los mismos y el señalamiento de vías de solución. Pues bien, en esta perspectiva podemos hablar con respecto al país, de una crisis y de una solución tridimensionales. Los documentos del Episcopado durante estos años ofrecen bastantes elementos iluminadores en la materia.

    En relación a la problemática económica del país no se requiere ningún esfuerzo para percibir el gravísimo deterioro en este ámbito, no como efecto de causas naturales o de conflictos armados, sino de rapiña, populismo, inhumanidad e incapacidad. El ocaso de PDVSA y la superproducción de emigrantes y empobrecidos son claros índices al respecto.  La DSEI respecto de lo económico subraya un principio, el de la destinación universal de los bienes creados y un criterio de solución, la orientación humanista y racional de la economía; advierte ante los extremos, tanto de un capitalismo liberal “sálvese quien pueda”, como de un colectivismo (de facto estatismo) a la marxista, y pide organizar una economía participativa, solidaria y social de mercado.

    En lo referente a lo político se trata de pasar de la dictadura militar socialista existente, con su talante dominador y opresivo, a una convivencia democrática genuina, con estado de derecho y actuación efectiva de la soberanía popular. Se ha de establecer un régimen, que no sólo excluya presos y torturas por causas políticas, violaciones de derechos humanos y hegemonía comunicacional, sino que profundice lo que la Constitución establece en materia de descentralización, participación ciudadana y derechos varios.

    En lo que concierne a lo ético-cultural urge superar la imposición de un pensamiento único con ideología social comunista y un comunalismo estatizante, así como acabar con la explotación ecocida de los recursos naturales. Se ha de fortalecer la comunidad familiar como institución básica, apoyar la organización de la participación ciudadana y prestar una atención especial a la educación (docentes, instalaciones, instrumental e integralidad). La calidad moral y espiritual de vida exige ser considerada y tratada como elemento básico de un genuino desarrollo nacional. Y algo fundamental, que concierne a todos los ámbitos de la vida nacional: la exclusión de cualquier forma de totalitarismo.

    En esto de la refundación es preciso tener presente lo que Sófocles puso en labios del sacerdote al dirigirse a Edipo Rey: “Nada son los castillos, nada los barcos, si ninguna persona hay en ellos”. En la tragedia venezolana, que abarca todo lo que va de siglo, estas palabras tienen particular resonancia.  La persona humana, social por naturaleza, es y debe ser, como lo afirmó el Concilio Vaticano II: “el principio, el sujeto y fin de todas las instituciones sociales” (Gaudium et Spes 25).