sábado, 30 de diciembre de 2023

¡VENEZUELA 2024: DESPIERTA Y REACCIONA!

     El próximo lunes comienza un año. Para Venezuela ha de ser decisivo hacia su refundación, en el sentido que el Episcopado nacional ha reiterado. Un verdadero Año Nuevo. Las elecciones presidenciales constituyen al respecto una excelente oportunidad.

    Justo al comienzo de este año que está finalizando (13 de enero 2023) los Obispos hicieron a) un balance de la situación, b) dibujaron un horizonte hacia el cual los venezolanos debíamos caminar juntos y c) asumieron un compromiso. Permanece, con mayor vigor, actual.

    Con respecto al balance, dijeron: “Iniciando este nuevo año 2023, nuestro país continúa viviendo una crisis política, social y económica profunda. Un escenario que pone en entredicho la gestión de gobierno que por más de veinte años ha guiado los destinos de la nación (…) Zonas de Caracas muestran lo que se ha llamado una burbuja (…) que contrasta y resulta ofensiva para quienes, como nuestros educadores y personal de salud, siguen intentando subsistir con unos sueldos pobrísimos (…) Esta situación (…) ha obligado ya a más de 7 millones de venezolanos a salir del país”. Más adelante leemos:  “Venezuela es hoy, como nación, una multitud de personas anímicamente deprimidas, psicológicamente traumatizadas, familiarmente separadas y espiritualmente fracturadas (…) en Venezuela existe todo un pueblo crucificado (…) Nuestra sociedad está paralizada por la inercia y una cierta resignación, por la desesperanza, por la experiencia acumulada de múltiples carencias, contradicciones reiteradas, violaciones impunes de derechos fundamentales, mentiras flagrantes, promesas incumplidas”. (Hoy felizmente podemos agregar que las Primarias han reflejado y fortalecido un resurgir de la esperanza).

    En relación al horizonte, expresaron: “Hoy, como pastores, una vez más, queremos renovar la urgencia de la búsqueda de una unidad nacional mayor, que logre la reinstitucionalización democrática del país, recuperando ese terreno de encuentro común que debe ser el texto y el espíritu de la Constitución nacional (…) el camino a transitar es el de negociaciones verdaderas y sinceras para la  obtención de acuerdos entre los poderes del Estado y las fuerzas sociales democrática acerca de las grandes cuestiones de interés nacional, como lo son, entre otras, la ayuda humanitaria, la liberación de los presos políticos, el funcionamiento constitucional de los poderes públicos, la rehabilitación de los partidos políticos, la reformulación de mayores y mejores garantías electorales, junto con la observación internacional plural e imparcial de las próximas elecciones”.

    En cuanto a compromiso: “Invitamos a todos los creyentes y a toda persona de buena voluntad a ejercer una doble conversión: a asumir con autenticidad el testimonio personal, con lucidez y compromiso humanizante, y el protagonismo consciente de ciudadanía responsable. No seamos masa informe, sino pueblo organizado, políticamente adulto (…) Pasemos de las lamentaciones y postraciones a acciones liberadoras. Que nos pongamos en cada diócesis, en cada parroquia, en cada congregación y en cada colegio, en cada empresa, oficina o comercio, de cara a la parálisis nacional, y cada uno se pregunte qué puedo hacer yo, cuánto más puedo aportar, cuánto y en qué ámbitos puedo pasar del yo a nosotros, elevando y multiplicando el bien que producimos”. Se cita el llamado del Papa Juan Pablo II a los venezolanos en su visita de 1996: “Venezuela, despierta y reacciona: ¡Es el momento!”.

    El Episcopado al tomar posiciones como ésta cumple con un claro deber. La Santa Sede en el Directorio para el ministerio pastoral de los obispos pide a cada uno de ellos: “ser un profeta de la justicia y de la paz, defensor de los derechos inalienables de la persona, predicando la doctrina de la Iglesia, en defensa del derecho a la vida (…) y de la dignidad humana; asuma con dedicación especial la defensa de los débiles y sea la voz de los que no tienen voz para hacer respetar sus derechos” (No. 209).

    Los Obispos venezolanos expresamente urgen la refundación del país. Y ésta consiste en reconstrucción material y ético-espiritual, reinstitucionalización, redemocratización, reconstitucionalización.

 

 

 

 

 

 

 

 

jueves, 14 de diciembre de 2023

PESEBRE Y EVANGELIZACIÓN DE LA CULTURA

     Una reflexión sobre pesebre (belén) y cultura resulta oportuna en momentos en que en los hogares y otros ámbitos se está montando esta representación del nacimiento de Jesús. Y la circunstancia es particularmente apropiada cuando justo celebramos los ochocientos años de la fundación del pesebre por Francisco de Asís en el caserío italiano de Greccio.

    La sencilla iniciativa del santo se fue extendiendo y enriqueciendo en formas en la Europa católica. Con la colonización pasó a estas tierras nuestras en donde ha echado raíces muy profundas y sentidas en la religiosidad popular, recogiendo y promoviendo sobre la marcha múltiples expresiones culturales de la Navidad.  La obra de Marielena Mestas y Horacio Biord Navidades en Venezuela, Devociones, tradiciones, recuerdos, editada en 2010, ofrece junto a una valiosa bibliografía, un rico inventario de celebraciones.

    Un tema importante hoy en medio de serios desafíos culturales, es la interpretación del pesebre con respecto a la relación evangelización-cultura. La globalización en curso tiende a uniformar expresiones y tendencias, también bajo ideologías impositivas, que buscan secularizar la sociedad, barriendo lo que no pocos consideran resabios religiosos especialmente cristianos. O también bajo penetración de fundamentalismos de otra índole como el islámico. En este marco situacional debe resonar lo que el apóstol Pedro pedía a los cristianos de ese tiempo inicial, a saber, estar “siempre dispuestos a dar respuesta a todo el que os pida razón de vuestra esperanza” (1P 3, 15).

    Dos categorías entran en escena: evangelización y cultura. Pues bien, a ambas se las asume aquí con un carácter englobante. Cultura como totalización de lo social, comprendiendo, por tanto, no sólo lo artístico, lo más refinado, sino lo humano en sus más diversas expresiones relacionales. Lo mismo sucede con la categoría evangelización, que totaliza la misión de la Iglesia (enseñanza, culto, organización…). En cuanto a la relación de esas dos nociones, se suele distinguir entre evangelización de la cultura e inculturación del evangelio, que son como dos caras de una misma medalla; la primera acentúa el aporte del evangelio a la cultura y la segunda la recepción o integración de lo cultural en la evangelización. No sobra recordar que ésta no se da en la historia sino inculturándose.

    El pesebre es un medio de evangelización de la cultura ¿Qué mensaje da el pesebre sobre Dios, el ser humano, la sociedad, la naturaleza…? Pongámoslo también en imperativo: ¿Qué mensaje debe dar? El pesebre no ha de ser entendido apenas como unas figuritas risueñas evocadoras de los mejores recuerdos y sentimientos. ¿Qué enseña y subraya el pesebre a nuestro mundo concreto? Dicen que el pesebre es como una Biblia abierta. Y un tonel pedagógico sin fondo. Mejor que dar respuestas es formularse preguntas que abran a compromisos.

    En cuanto a inculturación del evangelio, el pesebre es, junto a la imaginería tradicional, un incentivo a la creatividad. Cristo se inculturó en la Galilea y la Judea de la Torá, en el helenismo y el imperio romano ¿Qué elementos de nuestra cultura actual son integrables en el pesebre para iluminar una mente y encender un corazón humanistas y cristianos?

     Los “pesebre ingenuos” son los más propicios para la evangelización en su doble dirección de aporte-recepción. Niños gigantes junto a casas diminutas, leones paseando entre humanos, son lecciones, por ejemplo, de que para Dios no hay medidas y de que la reconciliación universal es profecía mesiánica. Las comunidades cristianas deben ser más reflexivas y creativas para aprovechar los modos y formas que el pesebre ofrece a la presentación y vivencia del misterio de la Navidad.

    El engavetamiento del pesebre frente a la invasión del mercantil papá Noel, del absorbente consumismo navideño, del insubstancial “espíritu de la navidad”, ha de recordar a los cristianos que se consideran tales lo que decía Jesús acerca de la sal que pierde su sabor (Mt 5, 13). El retomar y actualizar con fe y amor el pesebre constituye hoy un verdadero desafío para los creyentes.

Remito al saludo de los ángeles en la primera noche navideña.