jueves, 21 de diciembre de 2017

2018 CON LUCIDEZ, FIRMEZA Y ESPERANZA



Para el próximo año están previstas elecciones presidenciales ¿Qué pensar de ellas? Veamos a continuación A) algunas denuncias y B) propuestas concretas.
A) En sectores de la oposición, especialmente la partidista, percibo una mitificación del ´18, generadora de ligeras ilusiones fundadas en un escaso realismo ¿Por qué?
Hay factores negativos: Fuerza Armada bajo un Alto Mando obediente a la “Revolución” y no a la Constitución; Asamblea Nacional Constituyente (ANC) ilegítima por inconstitucional (al menos de ejercicio), espada de Damocles al acecho y autoerigida como poder plenipotenciario “soberano”; Consejo Nacional Electoral (CNE) sumiso al Ejecutivo;  Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) a la orden del Régimen. Y pare de contar. Por ello no hay que hacerse ilusiones con a) elecciones presidenciales limpias y b) respeto a un resultado adverso al oficialismo. Baste recordar las tramoyas comiciales de  2017.
La lógica del SSXXI es rigurosa e inclemente: la “Revolución” ha llegado con la proclama de quedarse. La Dictadura militar socialista-comunista no está para parlamentos, diálogos, ni retiradas. Sólo admite concesiones tácticas de espacios siempre bajo control. (Para ejemplo lo que se sabe de Santo Domingo). Concibe el poder que  tiene y fortalece como algo centralizado y absoluto
¿La oposición ha identificado bien y de modo coherente al Régimen y su lógica operativa? ¿No se ha quedado en calificar como  simples abusos y arbitrariedades lo que es cálculo frío en un proceso totalitario? El vivir de sorpresa en sorpresa es sintomático.
B) ¿Cómo afrontar el nuevo año con lucidez y firmeza? Para que haya unas elecciones confiables, acordes con  la Constitución y elementales derechos ciudadanos, se tendría que 1) desmontar la ANC, pues ella “podría”, por ejemplo, cambiar sustancialmente el modo y las condiciones de elección y de toma de posesión, 2) contar con un CNE independiente y un TSJ respetuoso de la independencia de poderes 3)  frenar sensiblemente el ventajismo oficial  en cuanto a hegemonía comunicacional y coacción en ámbito alimentario, de salud y empleo (Carnet de la Patria…), entre otros.
Ahora bien, como lo anterior es difícilmente lograble y, sobre todo, porque la acelerada destrucción del país es gravísima (hambre, muertes culpables, represión, improducción, inseguridad, emigración masiva) urge una consulta (referendo) al pueblo soberano sobre puntos cruciales que definan su destino, como los siguientes: ¿Quiere usted este sistema socialista-comunista para Venezuela? ¿Ordena formar un Gobierno de transición? ¿Decide convocar una Asamblea Constituyente?
Condiciones para esta consulta han de ser, entre otras, que la votación sea: a) libre y universal, b) organizada por un CNE independiente en tiempo oportuno, y  c) supervisada por organismos internacionales (ONU, OEA, UE…), que garanticen también el respeto a la decisión del soberano.
Se habla mucho de pueblo y popular, pues entonces ¡Que sea el pueblo venezolano, poder originario, constituyente, el que decida su propia suerte y no simplemente, y de modo arbitrario, un grupo de poder, un sector político o una parte de la población!
He oído decir a opositores: “pero si ya el pueblo decidió el 16 de julio”; y a oficialistas: “para eso se eligió la ANC”. Pues bien, el referendo del 16 no se formalizó debidamente ni se aseguró su ejecución; y la elección de la ANC no fue ni universal, ni limpia, ni transparente, ni tuvo reconocimiento internacional.
Me atrevo a decir que si la Iglesia propone y alienta una tal consulta, no sólo no se estaría saliendo de su misión sino ajustándose a ella, que la obliga en conciencia, especialmente en situaciones de grave crisis, a servir esforzadamente al  bien común. Y, en ausencia de otros,  a tomar iniciativas hacia el logro de una convivencia libre, justa, pacífica, fraterna, productiva.

Jesús el Señor ha venido a traer la paz a este mundo. Para que los seres humanos vivamos como una familia, en estrecha unión interna y con Dios, que es Trinidad, Amor. Este mismo Dios  nos pide abordar el nuevo año con lucidez, firmeza y esperanza. 

viernes, 8 de diciembre de 2017

DENUNCIA Y ANUNCIO



Es preciso denunciar, pero más importante, anunciar. Veámoslo en síntesis.
1.     Las denuncias abundan, por desgracia, en la Venezuela de hoy, 

-La causa principal del desastre nacional es el proyecto dictatorial totalitario, socialista comunista del Régimen. Lo han repetido los Obispos.
-El Socialismo SXXI, “real”, es  un capitalismo de Estado, hipercentralizador, con dos clases: Nomenklatur privilegiada, y  población dependiente.
-Interés  prioritario de esta Dictadura Militar Socialista es perpetuarse y afianzarse; la suerte (alimentación, salud, libertad) de la gente es secundaria.
-Mientras el pueblo es más dependiente, pobre, ignorante, pasivo, mendicante, temerosa, es mejor para el Régimen, pues lo domina más fácil.
-Masificación: Carnet de la Patria obligatorio (=666, marca de la Bestia apocalíptica), requerido para  recibir comida, medicinas, empleo, pensión….
-Venezuela despoblada: el Régimen busca que los no rojos dejen el país y queden sólo los partidarios, los silenciados y los impedidos de emigrar.
-Culto de la personalidad (tipo  Stalin): el gran Jefe decide todo, aparece en todo, habla por todos; es inapelable, infalible, intocable, todopoderoso.
-Pensamiento único: educación, MCS (hegemonía comunicacional),  entes culturales, deben moldear un único modo de pensar: Ideología del SSXXI.
-El sistema es  mezcla de militarismo, ideología marxista, narcorrupción,  neocolonialismo (de Cuba, China, Rusia...), santería, atavismo caudillesco.
-La ilegítima e inconstitucional ANC se erige como omnipotente, encarnación del soberano, poder absoluto. Puede” prolongar mandato del Pdte. etc.etc.
-Régimen con otra moral. Niega crisis humanitaria y derechos humanos; degrada el lenguaje (odio=amor) y pervierte el “diálogo” (=juego y mercado).
-Fuerza Armada es parte substancial  y sostén principal del Régimen, alineada por el Alto Mando con un proyecto político-ideológico inconstitucional.
                                                                                 
2.     El anuncio reúne  propuestas concretas hacia la solución de la crisis.

-El pueblo soberano es el poder originario, constituyente Pregúntesele a él -no a Gobierno, oposición o grupos- qué quiere como futuro del país.
-Pregúntesele: si quiere o no este Régimen socialista comunista; si ordena convocar una Constituyente y  la  formación de un Gobierno de Transición.
-La respuesta del soberano debe ser mediante voto universal,  libre (no bajo presión), secreto, con CNE imparcial y veeduría-garantía ONU, OEA, UE…
-Condición indispensable (sine qua non) para salir de la crisis es disolver la ANC y reconocer a la AN como expresión válida del soberano.
-Abrir con urgencia canales humanitarios con participación efectiva de la sociedad civil y como derecho humano fundamental.
-Liberación de todos los presos políticos como ineludible exigencia constitucional y  respeto a derechos humanos básicos.
-Hacer de los MCS del Estado un real servicio público, sin monopolio gubernamental, con participación de la comunidad política y la sociedad civil.
-Reformular la política petrolera en perspectiva de diversificación productiva y ahorro sensato,  con participación privada y esmerado cuido ecológico.
-Superar la mentalidad rentista petrominera de “país rico” mediante seria educación para el trabajo, la corresponsabilidad y la innovación.
-Pasar del actual centralismo político-administrativo a una  descentralización según los principios de solidaridad, participación y subsidiaridad.
-Priorizar la educación integral como recurso y factor primarios de progreso nacional, atendiendo debidamente a los distintos actores educativos.
-Promover una cultura de civilidad  frente  a la matriz histórica militarista, y de robustez institucional frente a las continuas rupturas y recomienzos. 
-Cultivar valores como honradez, verdad, servicio, calidad moral y espiritual frente a: “viveza criolla”, superficialidad  y débil aprecio del bien común.
-Privilegiar apoyo a la familia como célula fundamental social, santuario de la vida  y primera escuela en los aspectos básicos de la existencia.   

La historia es pasado que se recibe, pero, sobre todo, futuro que se construye.


jueves, 23 de noviembre de 2017

EL SOBERANO ANTE EL DESASTRE


El Régimen, a través de su fiel Consejo Nacional Electoral lleva a elecciones municipales en diciembre con la dinámica fraudulenta semejante a las de gobernadores.
No sólo eso, esta dictadura socialista actúa en todo apoyándose en la pretendida omnipotencia  de la ilegítima Asamblea Nacional Constituyente (ANC), confeccionada al margen y contra la Constitución y convertida en  “hacelotodo”en su proceso hacia  un Estado comunista.
De acuerdo a la lógica oficial  las elecciones presidenciales del próximo año - si la ANC no decide inventar un sucedáneo para que el Presidente alargue su período de gobierno- llevarían el mismo sello de sorpresas tramposas y procedimientos arbitrarios para asegurar la continuidad del Régimen.
El Gobierno ha sido muy eficaz en destruir el país en todos los órdenes y en cerrar progresivamente la tenaza totalitaria. Basta hacer cortes verticales en la línea del tiempo para percibirlo claramente.
La oposición ha carecido en buena medida de lucidez (en casos de coraje y honradez) para identificar al que se tiene enfrente. Ha sobrado ingenuidad o superficialidad así como también terminología ambigua para llamar las cosas por su nombre. Lo cual  se ha reflejado estrategias equivocadas y en el modo de abordar “diálogos” y “negociaciones”. La fiera es fiera, no animal doméstico.
Más de una vez he propuesto y ahora lo planteo como un grito, que dado el desastre del país y las ominosas perspectivas, lo que urge en este momento, como apertura a  una solución efectiva de la gravísima crisis, es apelar al soberano. Pero al soberano de verdad (CRBV 5), no a una caricatura o selección sectaria poblacional, como la que produjo  la integración de la ANC.
Se debe repetir y subrayar que el soberano –ciudadanía global- es el único poder originario, total, constituyente y supraconstitucional, en una comunidad política (pueblo, nación, república…). Al él y sólo a él le corresponde en última e inapelable instancia definir la conformación del Estado, la forma de gobierno, la normativa constitucional. Y concretando cosas: el destino de Venezuela como país.Y el soberano tiene que expresarse todo él, de allí su decisión (voto) tiene que ser libre, transparente, universal. Un referéndum, una votación sin maquillajes ni triquiñuelas..
¿Un régimen o un sector político presumen tener apoyo popular? ¡Apélese al pueblo soberano¡ ¿Por qué temerle? Que éste decida si quiere o no al actual Régimen, una genuina Constituyente u otras cosas de calibre semejante.
El país no soporta más su debacle económica, política y ético-cultural. El hambre y la muerte culpables, la incertidumbre y la angustia inducidas. Basta ya de que el interés predominante  sea la conservación del poder, no la suerte de la gente. Stalin causó una hambruna con veinte millones de muertos e incontables fueron las víctimas chinas de la “Revolución cultural”. 
Fundamental para esta consulta al soberano es el respaldo internacional (ONU, OEA, UE…), que supervise el proceso de votación y garantice  el respeto del  resultado. Para lo cual deberá conformarse un árbitro  verdaderamente imparcial.
La oposición, presionada-complementada por la sociedad civil organizada ha de superar sectarismos, maniobras personalistas debajo de la mesa, visiones cortoplacistas.Y recordar: es mejor ser cola de león que cabeza de ratón.
Last but not least. La Fuerza Armada (que debe recuperar lo de Nacional y Bolivariana) debe cuadrarse con la nación y no con la persona del Presidente y  el Partido de Gobierno. No temo decir que ella es la culpable principal de la actual crisis nacional, porque tiene las armas y las emplea no al servicio de la República y la Constitución, sino de este Régimen destructor, opresor. Más allá de los altos mandos, Venezuela espera por el patriotismo de la gran mayoría de los ciudadanos en armas. Los artículos 323 y 350 de la CRBV  interpela a los militares antes que a otros.
¿El soberano es el poder originario constituyente? ¡Que lo ejerza!.
   

viernes, 10 de noviembre de 2017

AURORA DEMOCRÁTICA

Aurora es prenuncio. Sombra que da paso a la luz. Motivo de esperanza para  el vigía y de júbilo para el caminante. Abre horizontes e invita a la acción.

1. Hablar de sombras en Venezuela no requiere esfuerzo. Son el sufrimiento cotidiano generalizado: hambre y desnutrición masivas; asesinatos, presos políticos, víctimas de la violencia; tribulaciones de quienes buscan desesperadamente remedios y centros de adecuada atención sanitaria; millones de venezolanos botados de su país por quienes lo han convertido en casa inhabitable; ciudadanos incomunicados por una descarada  hegemonía comunicacional; disidentes cruelmente reprimidos;  indígenas  maltratados y excluidos en sus propias tierras por mafias depredadoras y un  voraz Arco Minero; inflación que evapora ingresos en iguala en  empobrecimiento;  jóvenes que ven tronchado su futuro;  productores frustrados y  quebrados por un centralismo estatizante históricamente fracasado; país agobiado por narcorrupción. Raíz y  causa fundamental de estos y otros males es el proyecto político-ideológico  social-comunista, calificado desde  hace años por la Conferencia Episcopal Venezolana como  ilegítimo e inconstitucional.

2 La luz es retomar y agilizar la reconstrucción del país en el sentido simple pero exigente de nuestra Carta Magna. Ésta, no obstante limitaciones y fallas, constituye un marco apto para el funcionamiento del país en preeminencia de los derechos humanos y democracia, “promoción de la prosperidad y bienestar del pueblo” y estado de derecho, entre otros. Se reclama, y con razón, a los políticos y los partidos de oposición que formulen programas de acción. Creo, sin embargo, que el divulgar concisamente los puntos clave del Preámbulo y los Principios Fundamentales de nuestra Constitución ofrecería una caracterización suficiente de la Venezuela deseable-obligante (¡Nuestra historia es abundosa en constituciones, proclamas y programas, pero también en incoherencia fáctica!). 

3 La aurora se insinúa como signo persistente y exige que sepamos interpretarlo. La gran mayoría de los venezolanos quiere un cambio hacia la Venezuela deseable. Lo demostraron el 6D, el 16J, las víctimas de la represión policial, militar y paramilitar este mismo año en calles y avenidas del país, así como los exiliados y presos políticos víctimas de la tiranía. Los errores, incoherencias y corruptelas en la oposición, al igual que el comprensible aunque injustificado derrotismo de muchos de la sociedad civil no han apagado el mayoritario fervor de compatriotas que anhela un cambio y lo apoya, ya de modo abierto, ya desde un silencio forzado por las amenazas y  chantaje de la política dictatorial  totalitaria del Régimen (el incremento de la represión va parejo a la debilidad creciente del mismo). Justifica también una visión esperanzada la  manifiesta solidaridad de la comunidad internacional. La fe activa de cristianos y creyentes, así como la convicción humanista de no creyentes, es promesa y primicia de luz. 

4 Cómo apresurar la luz. La actual escalada represiva oficial y su agilización de elecciones tramposas urge forzar una consulta sobre qué hacer con el país a quien es la fuente del poder, con carácter originario, constituyente y al cual se refiere el Art. 5  de nuestra Constitución. Es el poder ciudadano completo e inapelable (no absoluto, ciertamente, porque absoluto es sólo Dios), que está por encima de Gobierno y oposición, de grupos y organizaciones sectoriales. Apelación urgente –pues el hambre y la muerte no esperan- al soberano para que decida mediante voto universal, libre, transparente, respaldado interna e internacionalmente (ONU, OEA…) en cuanto a ejercicio y aceptación. Proceso organizado por un Consejo Nacional Electoral realmente plural e independiente. Esa elección puede encaminarse a una genuina Asamblea Constituyente o a un Gobierno de Transición seguido de elecciones generales. La Fuerza Armada no tiene otro deber y futuro que ceñirse a la Constitución y, más allá, a la voluntad de su  soberano.  

Ante el tsunami de hambre y devastación no cabe seguir con  maniobras distractoras, elecciones fraudulentas y paños calientes ¡Que el soberano decida su camino a seguir! La aurora dará paso a la claridad del día.

martes, 31 de octubre de 2017

DE LA DOMINACIÓN AL SERVICIO


La interpretación de  Jesús respecto del poder político es fundamental para el cristiano y útil  para todos. Él no buscó ese poder  (“mi Reino no es de este mundo”, Jn  18, 36),  pero sí le definió su sentido y límites al tiempo que advirtió sobre sus tentaciones y abusos.

El escenario político de la vida del Señor fue el de un país ocupado por la bota imperial romana. Y de un  pueblo con clara y añeja conciencia de su identidad, de su obligante independencia y de su singular vocación histórica, que no admitía otro señorío supremo sino el de Yahveh. Como “Pueblo de Dios” le era connatural, por tanto, el rechazo de toda dominación externa. Su legítima autoridad era teocrática.

En una ocasión (Lc 20, 25) le quisieron tender a Jesús una trampa con la pregunta de si se debía o no pagar el tributo al César (emperador). Una respuesta negativa implicaba el desconocimiento del poder ocupante con las consecuencias que eran de esperar; y decir que sí, le acarrearía la acusación de colaboracionista, cosa indigna de un genuino judío. ¿Qué contestó Jesús mostrando la imagen del Emperador estampada en una moneda de uso corriente? “Pues, bien, lo del César devuélvanselo al César, y lo de Dios a Dios”. Fue una hábil y desconcertante salida, a la par que brindó un sólido criterio de discernimiento en campo tan delicado y espinoso como el de la relación  religión-política, religión-estado. Distinción de campos que exige una no fácil pero necesaria reflexión sobre las respectivas competencias e interrelaciones.

Sobre el poder, su sentido  y finalidad, así como sobre un indebido ejercicio del mismo tenemos otras palabras del Señor. Las dijo a propósito de una discusión de sus discípulos acerca de la supremacía de liderazgos: a quién de ellos le cabía ser el jefe, el mandamás. Admonición de Jesús: ”Ustedes saben que los jefes de las naciones las dominan como señores absolutos, y los grandes las oprimen con su poder. No ha de ser así entre ustedes, sino el que quiera llegar a ser grande entre ustedes, sea su servidor” (Mt 20, 25-26). Jesús –que vino no a ser servido, sino a servir y dar su vida por todos- plantea el poder como servicio.  

Dios al crear al ser humano como ser social, legitima la existencia de una auctoritas para ordenar la convivencia humana hacia el bien común. Por cierto que autoridad viene del verbo latino augere (crecer y hacer crecer, acrecentar, enriquecer) y su  tarea ha de ser, por tanto, procurar el desarrollo de quienes “manda”, es decir, servirlos. Esta es la finalidad del poder en la comunidad política.
¡Qué bien cae esta enseñanza de Jesús en nuestra realidad nacional en grave crisis, debida  principalmente a un régimen que busca imponer a la ciudadanía un proyecto dictatorial militarista tendiente al totalitarismo comunista! Pero una realidad que muestra también una oposición fracturada en buena medida por proyectos partidistas o personales autorreferenciales, que frustran las aspiraciones de una ciudadanía agobiada por el hambre,  la falta de medicamentos y de seguridad, la opresión policial, militar y paramilitar, la incertidumbre. Al Régimen le interesa atornillarse en el poder sin importarle la gente; y a la oposición el juego de intereses propios le desvía la mirada de lo que le ha de ser prioritario: las necesidades y  angustias de la población. 

Para la Iglesia es claro lo siguiente: “el principio, sujeto y fin de todas las instituciones sociales, es y debe ser la persona humana, la cual, por su misma naturaleza, tiene absoluta necesidad de la vida social” (Concilio Vaticano II, Gaudium et spes 25). La persona humana, con su dignidad y derechos inalienables, tiene carácter de fin y no de medio o instrumento. Al servicio de la persona y de la comunidad humana  existe y ha de funcionar  el Estado (gobiernos, partidos, instituciones, organizaciones).  

Venezuela se nos está cayendo a pedazos. Exige un gran esfuerzo unitario para reconstruir el país y echarlo adelante. Urge una unión efectiva para afrontar la tarea, con un liderazgo orientado no a la dominación o la satisfacción egoísta, sino al servicio de los venezolanos. 

miércoles, 11 de octubre de 2017

DEL EMPECINAMIENTO A LA APERTURA



A la inminente  elección para  escoger nuevos gobernadores se ha llegado a través de múltiples obstáculos oficiales y violaciones constitucionales, contradictorios de un estado de derecho aunque connaturales a un régimen de tipo dictatorial totalitario.

El griego Epicteto dijo en la antigüedad algo que permanece vigente: la historia no se repite; somos los humanos los que volvemos a nuestras andanzas. En la presente crisis nacional, producto fundamentalmente de un poder que  aprieta su garra dominadora, conviene recordar un acontecimiento  pasado altamente significativo. La Biblia nos habla de  un rey, que no entendió la magnitud de la crisis de su pueblo y se obstinó en mantener, endureciéndola, una política que llevaba al desastre general. Se trata de Robam, hijo de Salomón –sabio  éste trastocado al final de su vida en opresor- y su decisión de apretar la tuerca ante los reclamos de los súbditos.  Encontramos el relato el Libro I de los Reyes, capítulo 12. Al morir su padre, el pueblo pidió a Roboam aligerase el yugo insoportable de Salomón. El nuevo Rey, sin embargo,  en vez de aflojar, anunció con todo descaro a sus gobernados que más bien les aumentaría cargas y  azotes. Antes que la comprensión y la sensatez esperadas, el monarca exhibió soberbia y prepotencia. Entonces la gente, descontenta con  esa infeliz respuesta, lo desafió: ¿Así son las cosas? ¡Quédate con tu poder que nosotros montaremos tienda aparte! Fue así como el Reino se partió en dos (Norte y Sur), con el consiguiente debilitamiento del conjunto y su posterior destrucción por asirios y babilonios.

El mantenimiento del poder a toda costa, pasando por encima de normas, derechos humanos y una básica racionalidad, cubre de dolor de pueblos enteros y produce enfrentamientos, en los cuales los prepotentes suelen resultar vergonzantes perdedores.

No aparece forzado hacer la aplicación de esta negatividad al caso venezolano. No es preciso  ofrecer aquí un balance del colapso nacional en los más variados índices. Baste decir que respecto del hambre y de la desnutrición crecientes, las cifras publicadas por Caritas de Venezuela son terriblemente significativas. Como significativo también es el empeoramiento de la situación en el ámbito económico general, así como en el político y el ético-cultural. Si se hace un corte en vertical en la línea del tiempo del país, el acrecentarse de los problemas es dolosamente manifiesto.

El  Roboam  venezolano no sólo pretende ignora  la crisis, sino que acentúa amenazas y sigue cerrando la tenaza; ante la urgencia de un cambio que abra la puerta a un gobierno de transición o lo que sea para iniciar una reconstrucción,  infla la retórica encubridora e intensifica la represión. La Iglesia en Venezuela ha venido exponiendo, junto con las denuncias correspondientes, la urgencia de un cambio político en la conducción del país. Cada día que pasa esa advertencia cobra  mayor grave actualidad.

La elección de los gobernadores, cualquiera sea el resultado –éste promete ser altamente favorable a la libertad y al progreso-, debe constituir un acicate para incrementar la dinámica en favor de una solución en grande, que abra camino a rehacer este país que  estamos dejando caer en pedazos. La dirigencia política, superando intereses parciales y unida estrechamente con la sociedad civil, debe acentuar sus esfuerzos para lograr la necesaria transición, a través de  acuerdos efectivos, hacia un nuevo gobierno. Éste tiene que  ser de  integración, transición, unión nacional, y abrir paso a una  decisión transparente, libre, universal, del soberano acerca del futuro del país.
Roboam debe dar paso a un poder, que no gire en torno a sí mismo  sino se ponga al servicio de una nación que clama por  reencuentro y reconstrucción.



jueves, 28 de septiembre de 2017

DERECHO HUMANO COMUNICACIONAL



Violación permanente y sistemática  de los derechos humanos es una característica del actual Régimen. La ejerce de manera muy  patente y universal con el derecho a la comunicación.
Ya  de entrada precisemos que  hablar de libertad en el campo comunicacional, va más allá delo que se  entiende por libertad de expresión, de información, de medios y otros semejantes, por cuanto comunicación, en cuanto concepto bipolar, comprende enviar y recibir. Arropa a emisores y receptores e integra la creciente diversificación de instrumentos y modos de interrelación,  que la creatividad humana logra progresivamente.

Ante el cierre de una planta televisora, de una emisora de radio o de un periódico, lo que ordinariamente salta primero a la vista y desencadena reacciones es el derecho de propietarios y comunicadores. No tanto  lo que resulta  más grave, a saber, el derecho de  la comunidad a ser informada y a disponer de medios para comunicarse. No es, por tanto, un problema de “otro”, sino de uno mismo. Y lo que se dice de  información se aplica igualmente a  formación y  entretenimiento.

Este Régimen ha sido prolífico y efectivo en cierre de medios, asumiendo esa tarea como política de estado; también en saturación del espacio  comunicacional con la abusiva utilización y multiplicación de medios oficiales, los cuales, siendo  del Estado –los ciudadanos los pagamos-,  Gobierno, Partido  se los apropian descaradamente. En actuación de la misma política se crean organismos represivos como CONATEL, se aprueban normas con miras a criminalizar toda disidencia y discrecionalmente se toman medidas contra todo aquel que se atreva a discrepar del “pensamiento único” oficial. Y la autocensura es tan eficaz o más que la censura.

Las dictaduras suelen hacer esto, pero los totalitarismos –el SSXXI se inscribe en esta línea-van, más allá, ya que buscan no sólo el control político, sino el económico y el cultural, es decir, la totalidad de la persona y de la comunidad ¿Objetivo? La  completa hegemonía comunicacional en función del proyecto político-ideológico del Régimen. Para los totalitarismos ciencia y tecnología  son manejados  cuidadosamente para “lavar (expropiar) cerebros”, masificar gente y militarizar espíritus. En Venezuela una forma preferida de adoctrinamiento son las cadenas presidenciales en donde el Hermano Mayor descarga toda su omnisciencia y omnipotencia con su “Verdad oficial”.

Recojo de nuevo la insistencia de  Antonio Pasquali en  que “el derecho a la comunicación pertenece al grupo de derechos humanos primigenios y orgánicos, como aquél sin cuyo pleno disfrute se vería  el ente racional impedido de acceder a la socialidad en tanto que animal político, de seleccionar el modo de estar-con-el-otro que más le plazca y de garantizarse el mayor grado posible de reciprocidad”(18 ensayos sobre comunicaciones, p.45).

Existir es comunicarse. El derecho a la comunicación está íntima e inmediatamente vinculado al derecho a la vida. Tiene, por tanto, un carácter primario, generador.  Integra muchos otros  como el de expresión, señalándoles su fundamento, sentido y horizonte. El derecho a la comunicación es englobante; se abre en círculos cada vez más amplios ¿Qué es la democracia sino una convivencia de libre intercomunicación ciudadana, la educación un compartir de verdades y valores y la cultura una dinámica y plural red de  diálogo social? Descartes (siglo XVII) dijo “pienso, luego existo”; hoy podríamos  traducirlo así: “me comunico, luego existo”. Al fin y al cabo el ser humano fue creado a imagen y semejanza de Dios, que no es soledad sino Trinidad, compartir, amor

Objetivo monstruoso de dictaduras y totalitarismos es el obstruir, monopolizar la comunicación humana. Tarea obligante de los constructores de una nueva sociedad es la de promover y asegurar una con-vivencia libre, plural. Ddialogal. Sin hegemonías  y fundamentalismos.

jueves, 14 de septiembre de 2017

EL SOBERANO RESUELVA LA CRISIS



El artículo 5 de nuestra Constitución (“La soberanía reside intransferiblemente en el pueblo…”) recoge un primer principio político de las sociedades democráticas y es pilar fundamental del estado de derecho.

La ciudadanía, la gente, la comunidad política en su sentido más englobante, constituye  el poder originario supremo, que se mantiene tal  en medio  de las delegaciones y también de las formas  de ejercicio que quiera establecer. Es, por tanto, referencia última e  inapelable en la estructuración y  manejo de la polis; se identifica así como así poder generador, constituyente y supra constitucional. Por ello,  al hablar de soberano y de expresiones de  soberanía se lo tiene que hacer con extrema  ponderación, estricto sentido de verdad y  respeto a una auténtica libertad, pues son frecuentes las apelaciones falsas a la soberanía y las interpretaciones fraudulentas del soberano. 

No sobra señalar que el utilizar   aquí términos como supremo, primero y último en relación al poder del soberano, se circunscribe al campo de la praxis y de la reflexión políticas; no se asumen dichos adjetivos en sentido absoluto,  en  perspectiva filosófica (metafísica) o teológica, pues a) en un recto humanismo hay valores a los cuales el soberano debe atender (pensemos en los derechos humanos fundamentales) y b) para el creyente, Absoluto es solamente  Dios.  

Actualmente en Venezuela nos encontramos en una crisis gravísima y global. La manifestación más inmediata y perceptible de ésta es la humanitaria, que se concreta en escasez y carestía de alimentos y medicinas, hampa desbordada y  abierta  represión policial-paramilitar-militar. Es global porque se diversifica de modo multiforme en lo socio económico-político-cultural. Estamos en una tormenta que conmueve y trastorna la comunidad nacional en los más varios sectores y aspectos. Ahora bien, porque   afecta a todo el país en su integralidad, no bastan  remedios parciales. Se tiene que ir a la raíz del problema y a su causa principal, la cual consiste - la Conferencia Episcopal Venezolana lo ha dicho en repetidas ocasiones- en el proyecto de tipo dictatorial totalitario comunista que el Régimen trata de imponer.

En materia de soberanía y constitucionalidad el país se encuentra en gran confusión. Hay una Asamblea Nacional elegida por el soberano con todas las reglas de la ley, pero amarrada arbitrariamente por el Ejecutivo y otros poderes públicos nacionales que éste instrumentaliza. En las últimas semanas merodea una así llamada Asamblea Nacional Constituyente, de manifiesta ilegalidad y exhibicionista arbitrariedad, con pretensiones de  plenipotenciaridad absoluta (de tipo cuasi metafísico). La Constitución “mejor del mundo”, múltiplemente violada vive -¿?- en refugios.

En un panorama así, de caos y destrucción ¿A quién apelar para que corte la raíz de la crisis y  abra el camino hacia una verdadera solución?  Me parece que no hay otro sino quien tiene el poder originario constituyente y supra constitucional. Que el soberano  emerja y decida mediante una consulta fidedigna, claramente universal, auténticamente libre y actuada con seria veeduría internacional de organismos como ONU y OEA. Que el soberano mismo - no meros  representantes- diga ya qué conducción y camino quiere para el país. Si este Régimen hegemónico colectivizante  o uno democrático pluralista como el dibujado por la Constitución.

Por último pero no lo último. Es un reclamo a la Fuerza Armada, que debe recuperar lo de Nacional (sobra lo de Bolivariana), obedecer a la Constitución y sentir con el pueblo.  Hoy por hoy la Fuerza Armada bajo su actual conducción viene a ser el soporte principal, fundamental, del actual Régimen carente de  legitimidad y apoyo popular. Podría decirse que dicha Fuerza es actualmente el real Poder de facto, hasta el punto de que cuando se habla de conversaciones entre oficialismo y disidencia, éstas tendrían que tejerse primordialmente entre el  Alto Mando y el liderazgo disidente ¿Quitado el sostén militar que queda  del sector oficial? 

¿Gravísima  y global la crisis? Urge la decisión  del soberano.

jueves, 31 de agosto de 2017

TIERNA LEY CONTRA EL ODIO



Ley Constitucional contra el Odio. Proyecto aprobado por la así llamada Asamblea Nacional Constituyente. Dicha ley está pensada  como instrumento eficaz para construir la República del Amor. Platón se queda pequeño ante tan paradisíaco ideal.
Alguna vez me referí al lenguaje de los totalitarismos y sistemas afines. Mencionaba al efecto el término “neolengua” encontrado en algún libro. Alguien me escribió que era más apropiado utilizar la expresión “semántica invertida”, lo cual me pareció acertado. Lo cierto es que en aquellos sistemas se suele cambiar el significado de palabras como “paz”, “felicidad”, “amor”, “pueblo”, patriotismo”, solidaridad”, “terrorismo”. El vocablo reinterpreta entonces la realidad, pretendiendo  ocupar su lugar. Así en la Venezuela de hoy el lenguaje de las cadenas presidenciales y de la propaganda oficial exhibe una semántica especial, que cristaliza también en burocracia, como un viceministerio para la felicidad, y ahora en legislación, como la tierna Ley contra el Odio.

Confieso que no me sorprenden (ello no significa que no me indigne o moleste) estos cambios, como tampoco las arbitrariedades, comedias o zarpazos del actual Régimen de tipo totalitario-comunista, ya que éste procede lógicamente. Sistemas de tal género (nazi, soviético, cubano norcoreano…) teórica y prácticamente han seguido o siguen su lógica. Afirman determinados postulados de los cuales se desprenden conclusiones, que no por crueles o monstruosas, dejan de ser coherentes. Así, los campos de exterminio del nazismo y los gulags de la URSS no debían extrañar en sistemas que sub humanizaban a  judíos y disidentes. La muerte moral venía antes de la física. A la des-personalización sucede la instrumentalización, la cosificación, de los seres humanos.

Según la inversión semántica del Régimen, “odio” viene a ser todo pensamiento, sentimiento o actuación que disienta de la orientación  oficial. Y, por el contrario, “amor” es todo lo que se adecúe a ésta, en pensamiento, palabra y obra. La “ballena”, las bombas lacrimógenas, las balas utilizadas contra los manifestantes “terroristas”, “apátridas”, “imperialistas” (es decir,  opositores), son instrumentos amorosos, delicadamente bolivarianos para la construcción de la paz. La Guardia y la Policía (¿Nacionales y Bolivarianas?), así como  el SEBIM  y otros cuerpos armados, son tejedores de serena fraternidad, son todo corazón. De modo parecido,  el Helicoide, “La Tumba” y Ramo Verde conforman oasis de plácida convivencia.
La comunicación social debe ajustarse al pensamiento oficial. La burocracia del Régimen, CONATEL al frente,  tiene que eliminar todo obstáculo a una veraz información y una sana educación.  La salud pública exige preservar al pueblo de todo contagio nocivo que altere la paz y la felicidad de la colectividad, mediante un control total (MCS impresos, radiotelevisivos, redes). Por eso normativas como la Ley Constitucional contra el Odio deben encarcelar (¡25 años todavía es poco!) a los que osen  dividir, también en lo comunicacional, la unidad de la patria de Bolívar, discrepando malsanamente del ideario de la “Revolución”.

Según el maniqueísmo materialista dialéctico del SSXXI –amorochado, por cierto, con narcorrupción- el bien, que se identifica con el Régimen, no admite ninguna coexistencia con el mal (pluralismo, subjetividad, propiedad privada, espiritualidad…). Por eso se ha de tener el control total de la economía, la política y la cultura. No se pueden exhibir en contra, ni derechos humanos, ni estado de derecho, ni convenios internacionales. La “Revolución” es lo primero; todo lo demás y, por supuesto, la persona individual, la familia y lo asociativo grupal, deben someterse a la causa común. Y, a la cabeza del partido oficial, el comandante,  gran jefe, ha de tenerse como el intérprete supremo de la verdad, del bien, de la patria. 


La Ley Constitucional contra el Odio es, pues, un instrumento eficaz y lleno de ternura para clonar al “hombre nuevo” del sistema monolítico totalitario comunista. 

miércoles, 2 de agosto de 2017

EL SOBERANO DECIDA QUÉ QUIERE


¿Qué hacer con este  país? ¡Que lo decida el soberano!
Nuestra Carta Magna es clara: “La soberanía reside intransferiblemente en el pueblo, quien la ejerce en la forma prevista en esta Constitución y en la ley, e indirectamente, mediante el sufragio, por los órganos que ejercen el  Poder Público” (CRBV 5).

En el soberano se encuentra el poder originario, que viene  a ser la fuente primera e instancia máxima de legitimidad en una comunidad política, en un determinado Estado. Es una soberanía última aunque no absoluta, por  cuanto se la entiende en el marco de un derecho internacional y de  exigencias fundamentales de la condición humana misma.

Por ello en circunstancias de una grave crisis de la polis, que amenace en su raíz y estructura básica la convivencia humana de la nación, y no sean ya suficientes los  mecanismos ordinarios de solución, se hace necesario apelar a la palabra y decisión  del soberano. En la antigüedad   esto se apreció dentro de las limitaciones conceptuales y prácticas del tiempo, y en la modernidad se lo ha perfilado y perfeccionado con mayor hondura.

Ahora bien, el problema reside en la noción que se tenga del soberano y del genuino ejercicio de su potestad. Aquí es donde se ponen en juego filosofías, ideologías y prácticas, algunas de las cuales llegan a distorsionar tanto la definición del soberano como el ejercicio de su protagonismo. El pueblo se convierte a veces en un concepto gelatinoso, legitimador de praxis que alcanzan cotas de evidente deshumanización. Es el caso de las vanguardias luminosas y comités partidistas que se autoerigen como forzada representación del pueblo en los sistemas comunistas, de los reduccionismos raciales tales como el nazismo o nacionales como el fascismo, de las logias militares que encarnarían la defensa de la patria en los regímenes de seguridad nacional.


Es cierto que no hay prácticamente realización humana que no sea perfectible, pero sí se tiene que tender a formas de organización y consulta política en las cuales se abra cauce a la expresión más auténtica del pensar y querer del soberano. En este orden de cosas reviste carácter prioritario el lograr a través de consensos los medios que aseguren la verdad y transparencia de los procedimientos a través de los cuales el soberano se exprese y sea respetado en sus decisiones. En tal línea son de suma importancia instituciones y organizaciones de la sociedad civil que aseguren el pluralismo y la verdad en los procesos.

Concretando a nuestra situación venezolana, de crisis extrema y de interrogantes muy serios acerca de una solución consistente, democrática  y pacífica, creo que se hace imprescindible apelar al soberano acerca de lo que quiere para nuestro país. No bastan  los representantes. Es imprescindible oír y obedecer al representado, al que tiene el poder originario.

El pasado mes de julio se tenido dos apelaciones al soberano, una meramente consultiva el 16 y otra autodenominada decisoria, pero que resultó una mascarada, el 30. Ambas fueron desconocidas desde la acera opuesta. Y en el país se agudiza la crisis. Que no  es principalmente de interpretaciones en Derecho Constitucional, sino de estómago y vida, pues lo que está de por medio es hambre y muerte de muchos venezolanos  por falta de comida, medicamentos y atención a necesidades primarias. El problema inmediato no es de artículos de la Carta Magna y de formulaciones legales, sino de medidas humanitarias. En los altos círculos del poder no se padecen estas necesidades y por eso se puede maniobrar con medidas distractivas y juegos de carnaval.

Si el soberano es soberano, que se le pregunte qué quiere para el país. Que decida su presente hacia el futuro. Sin mediaciones y representantes a medias. Sin intérpretes que lo traicionen. No veo por el momento otra solución a la gravísima crisis. No  es fácil, obviamente, organizar esta consulta decisoria al soberano. Pero sí se la puede llevar a cabo desde adentro con entidades confiables y con el apoyo de organismos internacionales respetables.   


miércoles, 26 de julio de 2017

LIBERACIÓN DEL LIBERTADOR



Suena paradójico lo de liberar a quien entregó su existencia a la causa de la libertad. Pero se justifica esa tarea por la persistencia del intento de convertir la figura de Bolívar y el adjetivo bolivariano en identificación y maquillaje de proyectos, instituciones  y procedimientos que contradicen la obra y el pensamiento del Libertador.

En ejercicio de un craso nominalismo se cree que meros vocablos pueden transformar la realidad. Aquí se ha devaluado y pervertido el término bolivariano. Hasta cuerpos represivos, violadores de elementales derechos humanos, exhiben dicho adjetivo como lema e insignia. Ciertamente algo que debe hacerse en una futura convivencia democrática es la de respetar y hacer respetar la memoria del Libertador, entre otras cosas reservando el epíteto bolivariano a realidades coherentes con la dignidad de la persona y el mensaje del  Padre de la Patria. La expresión latina assueta vilescunt significa que lo que  demasiado a repetido desmerece en valoración, importancia o atención. Se llega uno a preguntar ante la proliferación de lo bolivariano, qué no lo es.

Una cosa que amerita tomarse muy en serio es lo que nuestra Constitución dice en su artículo primero: “La República Bolivariana de Venezuela es irrevocablemente libre e independiente y fundamenta su patrimonio moral y sus valores de libertad, igualdad, justicia y paz internacional, en la doctrina de Simón Bolívar, el Libertador”. De éste quisiera a continuación recordar algo en relación al primer valor que  menciona el citado texto constitucional, la libertad.

 En el Discurso al Congreso Constituyente  de Bolivia dijo en Lima el 25 de mayo de 1826: “no me persuado  que hay un solo Boliviano tan depravado que pretenda Legitimar la más insigne violación de la dignidad humana ¡Un hombre poseído por otro! ¡Un hombre propiedad! ¡Una imagen de Dios puesta al yugo como el bruto (…) Dios ha destinado al hombre a la libertad, él lo protege para que ejerza la celeste función del albedrío”. Dos cosas subraya Bolívar en este texto: en primer lugar el excelso valor de la libertad, del libre albedrío, característica primordial de la dignidad humana; y en segundo lugar el fundamento divino de esa libertad, en cuanto Dios ha creado al hombre como existente libre y lo protege en el ejercicio de ese don tan grande. No es por azar o por simple emergencia creatural como el hombre ha sido constituido en su libertad, sino por gratuidad de la Libertad misma (así, con mayúscula). Esta concepción antropológica responde de modo coherente al pensamiento creyente, cristiano, de Simón Bolívar.


Es preciso conocer, apreciar, difundir, poner en práctica este patrimonio, que es tan rico y actual. Labor  necesaria en todo momento del país, pero especialmente ahora, cuando se pretende imponernos a los venezolanos un proyecto político-ideológico dictatorial, totalitario, que se sitúa en las antípodas de la gesta y el pensamiento de Bolívar, a quien si algo apasionó, fue la construcción de una sociedad de hombres libres. 

jueves, 20 de julio de 2017

REVALUACIÓN DE BOLÍVAR



Revaluación es revalorizar algo que ha sido depreciado. Esperamos suceda eso con nuestra moneda nacional, que está descendiendo velozmente a niveles inimaginables desde hace poco tiempo. Pero no es esta recuperación el objeto de la presente reflexión, sino otra de gran hondura y trascendencia: la del Libertador.

El momento es propicio para el tema por la circunstancia nacional, particularmente marcada por la consulta popular del 16 de Julio. El soberano (CRBV 5) se ha manifestado de modo multitudinario y patente en favor del tránsito de un régimen dictatorial y un proyecto totalitario de signo comunista, al sistema exigido por nuestra Constitución: un “Estado democrático y social de Derecho y de Justicia, que propugna como valores superiores de su ordenamiento jurídico y de su actuación, la vida, la libertad, la justicia, la igualdad, la solidaridad, la democracia, la responsabilidad social y en general, la preeminencia de los derechos humanos, la ética y el pluralismo político” (CRBV Art. 2).

Esta semana es clave. No sólo se debe desmontar el intento de la fraudulenta Constituyente, sino -lo más importante- echar los fundamentos de un nuevo Gobierno, que puede calificarse de transición, unión, integración, encuentro, salvación nacional. Es de esperar que la racionalidad  y actitudes positivas se impongan en el sector oficial y con peculiar acento en la Fuerza Armada, para facilitar el paso inevitable a lo que el soberano quiere, evitando más sufrimientos, lágrimas y muertos. Los representantes de la alternativa democrática, por su parte, han de exhibir, junto a lucidez, justicia y firmeza, gran realismo, visión y magnanimidad. Y priorización del bien común.

Es aquí donde se hace imprescindible introducir el tema bolivariano. Nada mejor para esto que abrirlo con el Artículo 1 de la Constitución: “La República Bolivariana de Venezuela es irrevocablemente libre e independiente y fundamenta su patrimonio moral y sus valores de libertad, igualdad, justicia y paz internacional, en la doctrina de Simón Bolívar, el Libertador”. Subrayemos para la siguiente reflexión tres términos: patrimonio moral, valores y doctrina.

Mucho se ha abusado de Bolívar -ya desde el siglo antepasado- convirtiéndolo en lugar común de exhibiciones retóricas y respaldos políticos, cuando no de mascaradas irreverentes. En estos mismos años lo bolivariano ha servido para todo. También para identificar cuerpos policiales y militares, culpables de asesinatos y violadores de múltiples derechos humanos; revoluciones que son involuciones; políticas gubernamentales hegemónicas, represivas y corruptas. No sólo en incoherencia, sino en contradicción con el pensamiento y la obra del Padre de la Patria.    

Se impone en este tiempo nuevo venezolano el rescate del genuino Bolívar. Para aprovechar debidamente su patrimonio moral, sus valores, su doctrina. Fue un, cristiano católico patriota, que mantuvo constante su fe y religiosidad, así como su entrega ciudadana, en medio de las vicisitudes de la guerra, de corrientes filosóficas e ideológicas adversas, de los vaivenes amorosos, de sus experiencias de triunfos y frustraciones. Sin deificarlo, se ha de poner de relieve su amor a la libertad, su propósito de fundamentar moral y cívicamente las nuevas repúblicas, su sensibilidad humanista, el sentido trascendente de su ética y su sinceridad religiosa.

Debemos acudir a Bolívar con gran respeto, sin tijeras para modificar su vida y recortar su pensamiento. Dejarse interpelar por las grandes líneas de su mensaje. No convertirlo en título y lema vacíos, sino familiarizarse con lo fundamental de su doctrina. Entre los escritos pedagógicos, que pueden ayudarnos en un tal trabajo, recordaría aquí el Mensaje del Episcopado venezolano con ocasión del Bicentenario del Nacimiento del Libertador (12. 1. 1983).

Tarea obligante, animadora  y saludable hoy y para el tiempo que estamos inaugurando, es la de revaluar a quien fue  bautizado el 30 de julio de 1783  como  Simón José Antonio de la Santísima Trinidad.

martes, 11 de julio de 2017

OBISPOS Y CONSTITUYENTE


Carta de Ovidio Pérez Morales

La reciente carta de la Presidencia de la Conferencia Episcopal Venezolana al Presidente de la República (8 de julio) es bien clara: le plantea con carácter de urgencia “Retirar la convocatoria de una Asamblea Nacional Constituyente”.
No sólo eso,  sino también: “Reconocer la autonomía de todos los poderes públicos y trabajar conjuntamente con ellos, particularmente con la Asamblea Nacional y la Fiscalía General de la República”, así como “Asumir e implementar los acuerdos que se alcanzaron en la primera ronda de diálogo con la oposición”.

Vale la pena subrayar dos elementos de la circunstancia en que los Obispos envían esta misiva al Primer Magistrado: a) la visita que  la Presidencia del Episcopado acaba de hacer al Papa Francisco, quien ha dicho que “en la voz de los obispos venezolanos también resuena mi voz” y b) se envía esta carta en el marco de la Asamblea Plenaria del Episcopado (7-12 de julio), al final de la cual hará público un mensaje a los católicos y a todos los venezolanos.

La carta expresa que la respuesta positiva a sus planteamientos sería prueba de una voluntad efectiva del Presidente de resolver la grave crisis nacional (se cita la escasez alimentaria y de medicinas al igual que la inseguridad) “y devolverle a Venezuela su plena institucionalidad democrática, contemplada en la actual Constitución nacional”.

Es particularmente significativo el espacio que la misiva concede a las palabras y gestos que el Papa Francisco ha tenido en estos días respecto de la situación venezolana. Se explica por la importancia de aquellos en sí mismos, pero también por el interés gubernamental de contraponer las posiciones de la Santa Sede y del Episcopado en relación al drama nacional. Se puede hablar ya sin lugar a dudas de una completa sintonía o armonía al respecto entre el Vaticano y la Iglesia en Venezuela. El Papa ha expresado su cercanía a la dramática situación del país,  su dolor y oración ante las víctimas (muertos, heridos, detenidos) de la violencia y sus familiares; ha pedido respeto de los derechos humanos y cese de  toda violencia; ha exhortado a la búsqueda de “soluciones negociadas a la grave crisis humanitaria, social, política y económica que está agotando a la población”, al establecimiento de puentes, al diálogo serio y al cumplimiento de los acuerdos alcanzados. Dijo el Papa el 2 de julio: “Hago un llamamiento para que se ponga fin a la violencia y se encuentre una solución pacífica y democrática a la crisis”.

Este fin de semana  circulará la exhortación de la Asamblea Plenaria del  Episcopado, actualmente reunida. Por cierto antes de dos acontecimientos inminentes programados de especial trascendencia: la consulta popular del 16 y la decisión sobre la Constituyente a fines de mes.  Sobre ambos dicha exhortación se manifestará de modo claro.

Con el Episcopado y la mayoría de los venezolanos espero se suspenda la fraudulenta Constituyente. E igualmente el simulacro de votación para la misma. Lo que quiere el soberano es que se lo oiga de verdad y se reformule la marcha del país según los cauces de la Constitución y de una moral cívica elemental. No se debe jugar con un pueblo ni con el destino de una nación. 




jueves, 6 de julio de 2017

333 contra 666



El 333 nos es ahora a los venezolanos, lamentablemente, familiar: declara la autodefensa de la Constitución y nuestro deber ciudadano de colaborar en el establecimiento de su efectiva vigencia.

Al 666 lo encontramos en el último libro de la Biblia, el Apocalipsis, que  en el capítulo 13, versículo 18, dice: “¡Aquí está la sabiduría! Que el inteligente calcule la cifra de la Bestia; pues es la cifra de un hombre. Su cifra es 666”.

El Apocalipsis es un libro de un dramatismo-simbolismo muy especial. Se refiere a tribulaciones contemporáneas de la Iglesia y a las realidades últimas. Al poder del mal y a la victoria definitiva del bien, con la manifestación gloriosa de Dios, que da el triunfo eterno a los justos. El capítulo 13 habla de  una Bestia que exige adoración a la imagen de otra  que la ha antecedido “Y hace que todos, pequeños y grandes, ricos y pobres, libres y esclavos, se hagan una marca en la mano derecha o en la frente, y que nadie pueda comprar nada ni vender, sino el que lleve la marca con el nombre de la Bestia y con la cifra de su nombre” (versículos 16-17). Entre  las identificaciones del 666 ha surgido la de Nerón.

Se suele citar este texto -muy complejo en  interpretaciones- a la hora de enjuiciar totalitarismos y sistemas  parecidos, que idolatran  proyectos político-ideológicos, partidos y líderes. Pensemos en el nazismo con Hitler, el comunismo con Stalin, Castro y los Kim, que exigen obediencia absoluta e imponen restricciones (carnets y otras marcas) para acceder a bienes y servicios sociales así como al ejercicio de la ciudadanía.

Esos sistemas  sub humanizan a gran parte de la población, excluyéndola del goce de derechos fundamentales y, más aún, busca animalizarla denominándola ratas, gusanos, escuálidos. Calificativos como “revolucionario” se anteponen al de “humano”. De la devaluación y aniquilación verbales se pasa fácilmente a las físicas. El  programa político-ideológico prima sobre la atención alimentaria  sanitaria y el bienestar de la población. La subjetividad de las personas se diluye y lo que interesa entonces es la masa, el colectivo, así como la uniformidad y la disciplina; de allí la militarización de la gente y un clima de permanente y beligerante movilización. Se impone el “pensamiento único”, que conduce a la hegemonía comunicacional, educativa y artístico-literaria. Lo religioso es restringido al simple culto, cuando no es que abiertamente se lo prohíbe.

El Estado –no es algo abstracto, sino encarnado en personas e instituciones- se convierte en omnipotente. Priva una centralización total del poder. Y su “personalización” en el Führer, Presidente  o Secretario General del Partido. Así, por  ejemplo, el “socialismo” antes que socialización y participación lo que produce es concentración total del poder.  

Estos y otros elementos describen lo que el Régimen está imponiendo en Venezuela,  buscó “legalizar” en 2007 con la Reforma de la Constitución y pretende ahora estructurar completamente con la fraudulenta Asamblea Nacional Constituyente (ANC): un Estado comunista, en donde la Bestia imponga su 666 de control absoluto. 
Este Julio 2017 es trascendental, definitorio para el presente y el futuro del país. Nos plantea con urgencia a los venezolanos, no sólo rechazar la ANC,  sino lograr un cambio de Gobierno, que abra compuertas a la reconstrucción nacional y permita al soberano elegir libremente a sus mandatarios.

Y como la ANC se propone cortar cabezas (Asamblea Nacional, Fiscalía General y universidades autónomas; propietarios privados, educadores no oficiales y lo que queda de comunicadores, sindicalistas y agremiados libres, etc.) el Régimen no puede aspirar a que los "decapitables" permanezcan callados, inertes, genuflexos. La Constitución y una moral elemental les exigen unión y acción.

La Fuerza Armada, que el soberano mantiene y equipa para su defensa, debe ser de los primeros en obedecer el 333 y el 350 de la Constitución. A ésta se debe y no a una cúpula ilegítima, inconstitucional, corrupta y opresora.

El imperativo es claro: 333 contra 666. Con Dios, adelante.  

miércoles, 28 de junio de 2017

PAÍS PLANETARIO



Un resultado patente del Socialismo Siglo XXI ha sido el hacer de Venezuela un país planetario. Globalizado. No por una política de apertura positiva, sino como consecuencia de un proyecto genocida.

Hoy los niños pueden aprender fácilmente la geografía mundial conversando en familia sobre sus amiguitos lanzados a los cuatro puntos cardinales de la humanidad, en virtud de la opresión política creciente, del hambre sin alimentos, de las enfermedades sin medicinas, de la inseguridad y la exclusión que este Régimen ha venido progresivamente multiplicando.

Hoy se habla de Australia y Alemania como se lo hacía ayer de otras regiones de Venezuela al  ubicar el paradero de familiares y amigos peregrinantes en busca de mejor suerte. En el futuro, que espero sea muy próximo, cuando regresen los que han emigrado –esperemos sean muchos- tendremos una multitud de políglotas en nuestra convivencia nacional. Algo mayor que la multitud de lenguas presentes en Jerusalén el día de Pentecostés según relata el libro Hechos de los Apóstoles (capítulo 2). Una diversidad bella en sí, aunque generalmente fruto no de serenas decisiones sino de dramáticas y, en ocasiones, de trágicas presiones.

Una de las violaciones más graves de Derechos Humanos por parte de esta Dictadora totalitarizante ha sido el de impedir la vida de venezolanos en la propia patria, des-terrando, des-nacionalizando   a millones de hermanos, que han debido irse a otros países porque éste, el suyo, por obra y gracia de unos gobernantes  inhumano, se ha convertido en inhabitable, excluyente. Lo ideal para el Régimen es que permanezcan  en esta “Tierra de gracia” –así se la calificó hace cinco siglos- sólo unos pocos, portadores (voluntaria o forzadamente) de la franela roja  socialcomunista.

Durante muchos años Venezuela fue un país libre, democrático y productivo, de futuro, abierto y acogedor, de inmigración; aquí venían de los más diversos lugares del mundo a establecerse con confianza y seguridad, con grandes posibilidades de desarrollo personal y familiar. Una especie de hogar planetario. 

La unión de los sectores democráticos (partidistas y de la sociedad civil) con la Asamblea Nacional al frente, la  Fiscalía General a un lado y del otro la calle, el respaldo de los militares constitucionalistas y, sobre todo,   el  auxilio de Dios misericordioso, logrará la recuperación de Venezuela como casa común de todos los venezolanos, de cualquier color político, convicción religiosa, ubicación social, raza y proveniencia.


Este Julio 2017, debe ser, con su 5 y 24,  mes de reindependencia, renacimiento, recuperación del país, en la línea de lo que plantea la Constitución y se merece nuestra patria, poblada  de gente hecha para la libertad, la fraternidad, el progreso y la paz.            

jueves, 22 de junio de 2017

5 DE JULIO RE-INDEPENDENCIA


La primera quincena de julio ofrece una secuencia muy significativa en materia de liberación política. El 4 se tiene el Independence Day, aniversario de la adopción de la Declaración de Independencia por el Congreso Continental en los Estados Unidos en 1776; al 5, venezolano,  me referiré ampliamente a continuación; luego viene el festivo 14 Juillet francés, que rememora la toma y destrucción de la Bastilla, prisión símbolo de la tiranía real, en 1789.

 El 5 de julio de 1811 el Congreso reunido en Caracas declaró solemnemente nuestra Independencia, que se formuló en una Constitución, la primera en su género en Latinoamérica.

El acto fundacional de Venezuela fue un hecho predominantemente civil y cívico, protagonizado por figuras como Juan Germán Roscio, Luis López Méndez y Francisco Javier Ustáriz. El Episcopado Venezolano, en mensaje  con ocasión del Bicentenario de la Declaración de Independencia, expresó lo siguiente: “Tanto el 19 de abril como el 5 de julio fueron dos acontecimientos en los que brilló la civilidad. La autoridad de la inteligencia, el diálogo, la firmeza y el coraje no tuvieron que recurrir al poder de las armas o a la fuerza y la violencia. La sensatez en el intercambio de ideas y propuestas respetó a los disidentes y propició el anhelo común de libertad, igualdad y fraternidad”.
Con el correr del tiempo las conmemoraciones de esta fecha patria fundacional se han reducido, por cierto, a desfiles de gente armada y exhibición de artefactos bélicos como fruto de una hipertrofia militar, lamentable consecuencia de un reduccionismo histórico. Un cambio político y cultural deberá convertir  estos aniversarios en fiesta nacional englobante.

La proclamación de la Independencia se hizo “En el nombre de Dios Todopoderoso (…) Poniendo por testigo al Ser Supremo (…) implorando su divinos y celestiales auxilios, y ratificándole en el momento en que nacemos a la dignidad que su Providencia nos restituye, el deseo de vivir y morir libres (…).

Quienes fundaron la República asumieron la igualdad y los derechos del ser humano como algo cimentado en su dignidad de criatura de Dios; le dieron, pues, una base sólida ética y trascendente, con  las obvias limitaciones propias del tiempo,  pero que permanece interpelante para cada momento de la vida nacional.   

 A poco más de dos siglos, este 5 de Julio nos plantea a los venezolanos el grave reto de re-independizar, re-liberar  la República. Esta, en efecto, ha recaído en un coloniaje esta vez castrocubano, y se encuentra encadenada a un proyecto dictatorial totalitario comunista.  El Gobierno corrupto y prepotente lo trata de imponer y a fin de darle formalidad “legal” prepara mediante su secretaría electoral (CNE), para fines de este mes, una Constituyente espuria a espaldas del soberano. De República democrática liberadora, digna y abierta, Venezuela se ha convertido en el escenario internacional, por obra y gracia del Socialismo Siglo XXI-Plan de la Patria y  múltiples corruptelas, en vitrina vergonzosa de opresión, miseria  y aislamiento.

Con la ayuda de Dios, sin embargo,  los venezolanos recogeremos la herencia noble de nuestros próceres y reconstruiremos la República para relanzarla a promisores horizontes. Debemos convertir el próximo 5 de julio en jubilosa y fecunda celebración, que inaugure el Mes del Cambio.

 Un gran frente constitucional en que converjan la Asamblea Nacional, la Fiscalía General de la República, los Partidos Democráticos, la Sociedad Civil organizada, con el apoyo de la calle y la Comunidad Internacional, no sólo impedirá la falsa Constituyente, sino logrará el cambio del Régimen, la estructuración de un Gobierno robusto de Integración-Transición-Salvación y unas elecciones generales en las cuales el soberano (CRBV 5) decida el futuro que quiere para Venezuela. La Fuerza Armada Nacional si quiere ser fiel a la Constitución y servir a ese soberano que la legitima, mantiene y apertrecha, tendrá que alinearse con el gran movimiento patriótico de Re-Independencia.  

         

jueves, 8 de junio de 2017

CONTROL TOTAL



Cuando se quiere identificar proyectos político-ideológicos como el  que este Régimen  está imponiendo en Venezuela, los politólogos ofrecen  varias denominaciones, fruto de un cruce de substantivos y adjetivos como los siguientes: populismo, autoritarismo, dictadura, personalismo  y competitivo, electoral, sofisticado. No percibo  mayor inclinación a utilizar los términos  totalitarismo y totalitario.

En esta materia son casi inevitables las mezclas. Un gobierno no  realiza una idea o un propósito al estado puro. Lo político-ideológico se mezcla con lo psicológico, lo programático con lo pragmático  crematístico, lo racional con lo pasional, cuando no con lo narco y patológico. Cuando en los catecismos se habla de los pecados capitales (soberbia,  avaricia y envidia, por mencionar sólo tres), se está tocando algo que en una u otra forma y en diversa medida se mete por los poros de quienes agencian la res publica, la administración del Estado.

Bajando a nuestra Venezuela y enfocando el proyecto del SSXXI-Plan de la Patria que ahora con la fulana Constituyente se pretende “legalizar”, la calificación que no dudo en aplicar al Régimen  es la de totalitario.

Sobre totalitarismo ha escrito de forma sistemática gente experimentada como Hannah Arendt. Y muestras dolorosas sobre las cuales investigar y reflexionar las tenemos de modo patente con el comunismo y el nazismo. El siglo XXI, que se esperaba superase  monstruosidades del anterior, está exhibiendo reliquias y novedades,  reveladoras de cómo la historia se repite (aunque, en verdad, la repetición no es de ella, sino de nosotros los humanos).


Una forma fácil de entender el totalitarismo la ofrece  el  simple análisis de la palabra. Ésta viene de total y dice totalidad. Algo a lo cual en su espacio nada se le escapa. En la polis el totalitarismo  se refiere a la relación estado-persona y sociedad; significa un sistema en el que el estado (encarnado en un partido y un líder) se autointerpreta como como el llamado a  ordenar, dirigir, controlar a la persona y a la sociedad en la totalidad de sus quehaceres.

Hay tres ámbitos que se suelen distinguir en la actividad humana: el económico o campo del tener, el político  relativo al poder y el cultural (en sentido restringido de ético-cultural) referente a dimensiones como lo artístico y lúdico, lo ecológico y amistoso, lo moral y espiritual, lo religioso y trascendente. En una organización sensata y sana de la polis esos ámbitos se manejan en la conciencia de su interconexión pero también de su distinción, así como de  la convergencia y diferenciación de competencias o tareas del  estado, de una parte,  y de la persona-sociedad, de la otra. En un país democrático pluralista, en un estado de derecho, se procura delimitar bien lo correspondiente al sector oficial con el fin de asegurar un amplio espacio a las personas y a la sociedad para  el ejercicio responsable de su libertad.

En un sistema totalitario, en cambio, el Estado –que se identifica con el Partido y el Líder supremo-  tiende a controlar todos los ámbitos del quehacer humano y societario, la totalidad de la persona y de la convivencia. No sólo busca monopolizar lo político estrictamente tal y algo de lo económico, como hacen las dictaduras, sino también lo ético- cultural; de allí la completa hegemonía comunicacional, el dirigismo educativo artístico e intelectual, el dominio y manipulación de lo religioso, la intromisión en lo familiar, la absorción de lo sindical y gremial, en fin el control de todo el entramado social. Las organizaciones de base se convierten en simples correas de transmisión de un mando central. A esto se añade el culto de la personalidad y la mitificación o idolización del poder y del Jefe máximo. Verdadera idolatría.

El SSXXI-Plan de la Patria marcha en esta dirección. Y, por supuesto, la Constituyente, que apunta abiertamente a la implantación de un totalitarismo comunista en Venezuela.  Cuba y Corea del Norte constituyen modelos a imitar.


Frente a un tal inconstitucional e inmoral propósito del Régimen no queda sino adoptar una firme desobediencia y declararse en abierta rebelión, Constitución en mano  y convicción ética y religiosa. Civiles y militares, los venezolanos todos,  hemos de formar un frente común para salvar al país del estatismo salvaje y el inhumano colectivismo, del control total, que este Régimen ilegítimo pretende imponer.     

jueves, 25 de mayo de 2017

HACIA LA TRANSICIÓN

Ovidio Pérez Morales
Hay en la vida de las personas y de los pueblos pasos decisivos, trascendentales, por los cuales se suele decir que ya “no hay marcha atrás”. En Venezuela en estos momentos nos encontramos en una tal situación.

En la historia antigua de Roma se registra un acontecimiento que desencadenó la crisis generadora del Imperio. Fue cuando César, conquistador de la Galia, desobedeciendo la orden del Gobierno regresó a Italia al frente de su ejército y pasó el río Rubicón, límite de su provincia, que legalmente no podía atravesar en armas. Él lo hizo, exclamado: “Está echada la suerte” (en latín Alea iacta est); en argot criollo podría traducirse “no hay vuelta de hoja”.

El drama nacional se ha agravado. Una síntesis de esto la encontramos en el último documento de los Obispos a raíz de su asamblea extraordinaria del 17 de mayo: “La crisis que ha venido golpeando a Venezuela se ha agudizado. Luego de las desacertadas decisiones del Tribunal Supremo de Justicia en las que se evidenció un desconocimiento del orden constitucional, la más reciente propuesta del Gobierno Nacional de convocar una ASAMBLEA CONSTITUYENTE de carácter comunal ha causado malestar y rechazo en la inmensa mayoría de los venezolanos”. Después  de subrayar estos dos hechos el documento  señala la creciente negatividad en otros ámbitos otros que han radicalizado la crisis: hambre y  desabastecimiento, falta de medicamentos, violencia y represión, irrespeto de los derechos humanos, desesperanza y éxodo.

Ante esta realidad los Obispos subrayan la necesidad de difundir una cultura de la vida, la cual implica, entre otras cosas, el respeto a la dignidad humana, el fortalecimiento de la fraternidad en sana convivencia, el “ayudar a construir y consolidar la democracia, promoviendo la participación y organización  ciudadana, así como el fortalecimiento de la sociedad civil”. También animan “al pueblo a seguir expresando sus opiniones de manera pacífica” y exhortan a que, superando las tentaciones del odio y la retaliación, favorezcamos todos “el encuentro, el debate de ideas y la búsqueda de propuestas que puedan animar el cambio del país”.

Y aquí viene una propuesta, central en el documento episcopal. Éste, luego de afirmar que el pueblo “es el verdadero sujeto social de la democracia” dice: “una forma privilegiada e indispensable de concretar su ejercicio democrático es el camino electoral”. Aquí se remite a la Constitución y se afianza en lo expresado por el Cardenal Pietro Parolin, Secretario deEstado, en Fátima el pasado 13 de mayo ¡Que el pueblo se manifieste libremente y decida en conciencia su destino! Por cierto que los Obispos no omiten citar de nuevo los famosos cuatro puntos planteados por el  Cardenal Parolin (acordados e incumplidos por el Gobierno): canal humanitario, liberación de presos políticos, reconocimiento de la Asamblea Nacional y camino electoral. Tampoco omiten una interpelación a la Fuerza Armada, en la cual citan las proféticas palabras del mártir de América Beato Monseñor Oscar Romero: “En nombre de Dios y de este sufrido pueblo les ruego, les suplico, les ordeno que cese la represión”.

Como miembros del pueblo y pastores al servicio del mismo, los Obispos recalcan exigencias fundamentales humanas y evangélicas como son las vías de paz y  solidaridad, de fraternidad y  encuentro, de perdón y reconciliación; manifiestan su comunión con el pueblo que sufre y animan las expresiones de la gente “en la calle y en otros ámbitos de la sociedad en defensa de sus derechos irrespetados por quienes están violentado la Constitución”.


“La suerte está echada”. Los Obispos recogen el clamor popular por el cambio de orientación política del país con la consulta al soberano sobre lo éste quiere como destino nacional. El horizonte hacia el cual se debe orientar la acción es el de respuesta inmediata en comida y medicinas, de cese rápido de la violencia y represión y de ágil orientación a una convivencia democrática, pacífica, productiva, ajustada a los derechos humanos, a un ambiente sano   y a la observancia de la Constitución.