sábado, 22 de abril de 2023

SOCIEDAD AMORDAZADA

     Sociedad amordazada. Así se encuentra nuestro pueblo en virtud de leyes e instituciones vigentes, a pesar de lo que contrariamente determina la Constitución (ver CRBV 57ss).

    Antonio Pasquali, eminente comunicólogo venezolano, dejó en esta materia valiosas apreciaciones; puso de relieve la inmediata derivación de lo comunicacional respecto de la vida y su inmediata conexión con lo humano. Asume el término comunicación en su mayor hondura y extensión, superando otros como expresión e información.

    El Concilio Plenario de Venezuela (asamblea eclesial 2000-2006) dedicó uno de sus 16 documentos a la Pastoral de los Medios de Comunicación Social, que ofreció con la útil metodología del ver-juzgar-actuar. Algo novedoso e importante allí es que al reflexionar teológicamente sobre las fuentes de la comunicación, identifica como la primaria, nada más ni nada menos, que a Dios mismo: Dios es comunicación y principio de toda comunicación. “El Dios de la fe cristiana se ha revelado como un Dios trinitario, en el que coinciden la unidad y la pluralidad, un solo Dios-tres Personas: el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo” (PMCS 74). Es por tanto no sólo comunicador -se ha revelado a la humanidad en diversas formas- sino que es en sí mismo comunicación, diálogo, interrelación personal. Comunicación que se da como en perfecta comunión, en la unidad de un mismo ser y una misma esencia. Ésta es una afirmación típica de fe, fundada no en simple reflexión racional sino en revelación divina.

    El primer libro de la Biblia, Génesis, destaca que Dios creó el hombre a su imagen y semejanza (1,26). De inmediato Dios aparece dialogando con quienes ha creado y les da el cosmos como hábitat y tarea. (Dejamos de lado ahora aquí la ruptura del diálogo que el ser humano introdujo muy pronto con el pecado -Gun 3- y que Cristo vendría a reparar como subraya Pablo en Rem 5).

    El ser humano no ha brotado de las manos del Creador como un ente singular aislado, como un ser pensante solitario, sino como persona, ser-para-el-otro, ser para la comunicación. Comunicación con la cual teje su vida y la vida social. De aquí que vivir es comunicarse y comunicarse es vivir. La cultura viene a ser este tejido siempre en ahondamiento y expansión.

    El derecho a la comunicación es, por tanto, derecho humano primario y fundamental, ligado de modo inmediato al derecho a la vida, cuyo ejercicio (bajo diversas formas como opinión, expresión, prensa, manifestación … ) se habrá de precisar, pero siempre en fidelidad a  su naturaleza y finalidad.

    La comunicación exige formación, ad hoc. Por tanto, una educación ciudadana, que comienza por por la familia, se continúa en la escuela y se prolonga en la sociedad; que implica formar y formarse en respeto y aprecio mutuos, en responsabilidad y solidaridad, así como y en otras virtudes básicas para una sociedad sana y proactiva. Formar y formarse en conciencia crítica, en pensar con la propia cabeza. La Revolución de la Inteligencia de Luis Alberto Machado tenía esto en la mira.

    Nuestra Constitución contiene múltiples artículos relativos al derecho a la comunicación. Por desgracia Venezuela ha sido abundante en constituciones, pero escasa en constitucionalidad. Preocupación prioritaria de dictadores y de déspotas ha sido el control de la comunicación. Ello se ha hecho más perceptible y elaborado en el actual régimen SSXXI, cuyo proyecto ideológico-político es totalitario, como lo han calificado los obispos del país. Objetivo y horizonte del mismo es el de un pensamiento único, a cuyo servicio está la hegemonía ejercida por organismos represivos como CONATEL. La policía del pensamiento orwelliana asegura la fidelidad a la dictadura militar castro socialista.

    Es realmente penoso percibir cómo la actual variedad y el perfeccionamiento de los instrumentos tecnológicos son aplicados según una política monopólica tendiente a la masificación colectiva, a la uniformización del pensamiento y actuar de los ciudadanos según un centro modelador del pensamiento. Se busca habituar a los ciudadanos a la esclavitud mental mediante el control sostenido y perfeccionado. El modelo castro cubano rinde dividendos.

    Daño inmenso y la peor ofensa es cerrar los canales de una libre comunicación a un pueblo creado por Dios para la verdad y la libertad.

 

viernes, 7 de abril de 2023

MENSAJE DE LA ULTIMA CENA

     El llamado Discurso de la Última Cena que trae Juan en su Evangelio (13-17) no sólo se adentra en la intimidad de Dios, sino que ofrece sintéticamente las líneas maestras de la comunicación de Dios ad extra y el sentido último de la historia humana.

    La circunstancia de ese mensaje es la comida de Pascua celebrada por Jesús con sus más cercanos discípulos; en ella culmina la celebración central judía, iniciada con el sacrificio del cordero pascual del Éxodo, y se inaugura el rito eucarístico del memorial de la muerte y resurrección del Señor. Antiguo y Nuevo Testamento tienen aquí su punto de convergencia y partición.

    El Evangelio de Juan, de especial hondura teológica, ofrece en este mensaje de despedida de Jesús una especial organicidad y visión de conjunto, tanto en lo doctrinal como en lo operativo. En cuanto a lo doctrinal, es notable el paso que se da en la revelación de la entraña misma de Dios. En efecto, de una concepción monoteísta, que presenta una imagen rigurosamente monolítica, acentuando los rasgos de unicidad, infinitud y omnipotencia divinas, pasa a otra de la divinidad como relación interpersonal, comunional. Padre, Hijo y Espíritu Santo se muestran como   personas distintas que conforman una comunidad de vida. Los términos de generación y procedencia identifican el nexo entre las divinas personas (el Padre genera al Hijo y juntos espiran al Espíritu Santo), las cuales forman una estrecha unidad. Lo que la reflexión filosófica alcanza de la persona como relación a otra, la revelación la profundiza en Dios como íntima comunión de personas, al punto de que constituyen una sola naturaleza, sustancia o ser. Ahí reside el misterio de Dios, que la razón por sí sola no puede desentrañar, sino sólo admirar, pero que la revelación descubre en su honda realidad.

    Dios Trinidad proyecta su intimidad comunional en su obra creadora, al producir al ser humano a imagen y semejanza suya, constituyéndolo como ser social; el perfeccionamiento humano habrá de seguir entonces una flecha no sólo de desarrollo íntimo, sino también e ineludiblemente de progresión relacional. Y siguiendo está dinámica creadora la creación entera conforma un conjunto ecológico relacional, por lo que el Papa Francisco ha llegado a utilizar la expresión “comunión universal” para designar la unión de los humanos con los demás seres del universo (Laudato Si´ 220).

    En su encuentro de la última Cena Jesús expone a sus discípulos el plan de Dios salvador sobre todos los humanos: “No ruego sólo por éstos, sino también por aquellos, que por medio de su palabra, creerán en mí, para que todos sean uno. Como tú, Padre en mí y yo en ti, que ellos sean también uno en nosotros, para que el mundo crea que tú me han enviado”” (17, 20-21).

    A la luz de esta enseñanza se entiende el sentido de lo que Dios quiere en última instancia de sus discípulos y de todos los humanos ¿Cuál es el principio máximo operativo, el mandamiento primero y principal? Dice Jesús: “Como el Padre me amó, yo también os he amado a vosotros; permaneced en mi amor. Si guardáis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor (…) Lo que os mando es que os améis los unos a los otros” (Jn 15, 9-10.17).

    Característica predominante en la moral cristiana es, pues, la inseparabilidad del amor fraterno del amor a Dios. Esto aparece de modo patente en la narración que Jesús mismo hace del Juicio Final (Mt 25, 31-46), y que constituye una advertencia seria frente a todo intento de constituir la fe y práctica religiosas independientes del relacionamiento servicial con el prójimo. 

    La existencia y misión de la Iglesia han de ser interpretadas en este marco teórico-práctico del plan salvador de Dios. Esto lo pone de relieve el inicio mismo del documento principal del Concilio Vaticano II, Constitución Lumen Gentium, al definir a la Iglesia como signo e instrumento de la unidad (comunión) de los seres humanos con Dios y entre sí.

    La comunión viene a ser la categoría articuladora del entero mensaje tanto teórico como práctico cristiano. El mensaje de Jesús en su Discurso de la Última Cena es la presentación sintética del sentido unificante (amorizante) del plan divino creador y salvador.