jueves, 18 de enero de 2018

¡DESPIERTA Y REACCIONA YA!



Lema de la segunda visita de san Juan Pablo II a Venezuela en 1996 fue: ¡Despierta y reacciona, es el momento! Los Obispos de Venezuela acaban de subrayar en su más reciente mensaje (12.1. 2018) que ese lema “resuena en esta hora aciaga de la vida nacional”.    

“Hora aciaga”. Es decir, infausta, desgraciada, infeliz. Momento triste, doloroso, insoportable. ¿Qué han hecho de Venezuela quienes detentan el poder con pretensiones totalitarias y de eternidad? Un país hambreado, enfermo, oprimido, aislado, improductivo, en vías de paralización, víctima de la inseguridad y el vandalismo, forzado a emigrar. Regido por una nomenklatura prepotente, cuya única preocupación perceptible es la conservación del poder por cualquier medio y con una ideología (socialista-comunista) teñida de narco-corrupción y culto sincrético, cuyos líderes pretenden también definir el credo y la  praxis cristianos.

El Episcopado ha vuelto a denunciar a la Asamblea Nacional Constituyente (ANC) como inconstitucional e ilegítima y plantea otra vez la reestructuración del Consejo Nacional Electoral “para que cumpla con la imparcialidad que le pide la Constitución vigente”.

Los Obispos destacan en esta oportunidad que ante la suspensión del referéndum revocatorio, la creación de la ANC y las “dificultades de entendimiento cada vez más graves entre el gobierno y la oposición política, a falta de un punto de apoyo  común que se respete en la realidad, como debería ser la Constitución vigente”, el pueblo  debe asumir el ejercicio de “su poder originario”. Citan al respecto el Art. 71 de la Constitución, según el cual “Las materias de especial trascendencia nacional podrán ser sometidas a referendo consultivo” también a solicitud del diez por ciento del electorado; y precisan como materia actual de consulta que  el pueblo señale “el rumbo que quiere dar a la nación”. A propósito de rumbo, pocas líneas antes el mismo Episcopado ha recordado que la raíz de los problemas del país “está en la implantación de un proyecto político totalitario, empobrecedor, rentista y centralizado (léase Socialismo del Siglo XXI-Plan de la Patria) que el gobierno se empeña en mantener”.     

Los Obispos claman ante la debacle nacional: es el momento,  la hora.  Lo cual equivale a decir: “basta ya”, “es intolerable”, “se acabó el tiempo”. Se hace obligante y urgente ahora despertar, reaccionar –“levántate y anda” (cfr. Mc 2, 9)-, actuar como protagonistas de una tarea que nos desafía como humanos, creyentes, cristianos. Se trata de sacar al país del desastre y encaminarlo hacia una Venezuela deseable, hogar común de todos y para todos.

El criterio del Juicio Final que Jesús mismo establece según el evangelio de san Mateo (25,   31-46) debe aplicarse aquí: ayudar al prójimo (país) sometido a penurias de muy diverso tipo (hambre, enfermedad, prisión…) y  urgido de una conjugada y efectiva acción solidaria. El Señor dice que, según la respuesta, seremos objeto de bendición o maldición. No hay lugar para el conformismo, la pasividad y menos para la indiferencia.

¿Caminos de recuperación? “Este momento requiere-dicen los Obispos- de una gran dosis de esperanza junto a acciones concretas”. Vuelven a subrayar lo indispensable de un canal humanitario, que el propio pueblo doliente debe exigir masivamente, al tiempo que señalan la contribución que está prestando la Iglesia junto a otras instituciones y organizaciones. Recalcan la necesidad de un “cambio de rumbo” debido al fracaso del Gobierno en su servicio a la nación; de un cronograma electoral y de condiciones positivas para las elecciones, según lo pedido también recientemente por el Papa Francisco; de la liberación de los centenares de presos políticos. Con respecto a diálogo y negociación, la Conferencia Episcopal  exige que deben darse “en condiciones distintas  de las que hasta ahora se han establecido”.

Despertar y reaccionar ya. Lo imponen un humanismo fundamental y un cristianismo básico. Y también normas constitucionales muy precisas (cfr. CRBV, Artículos 333 y 350), las cuales obligan a todos los ciudadanos, comenzando por los portadores de armas de la República.

¡DESPIERTA Y REACCIONA YA!



Lema de la segunda visita de san Juan Pablo II a Venezuela en 1996 fue: ¡Despierta y reacciona, es el momento! Los Obispos de Venezuela acaban de subrayar en su más reciente mensaje (12.1. 2018) que ese lema “resuena en esta hora aciaga de la vida nacional”.    

“Hora aciaga”. Es decir, infausta, desgraciada, infeliz. Momento triste, doloroso, insoportable. ¿Qué han hecho de Venezuela quienes detentan el poder con pretensiones totalitarias y de eternidad? Un país hambreado, enfermo, oprimido, aislado, improductivo, en vías de paralización, víctima de la inseguridad y el vandalismo, forzado a emigrar. Regido por una nomenklatura prepotente, cuya única preocupación perceptible es la conservación del poder por cualquier medio y con una ideología (socialista-comunista) teñida de narco-corrupción y culto sincrético, cuyos líderes pretenden también definir el credo y la  praxis cristianos.

El Episcopado ha vuelto a denunciar a la Asamblea Nacional Constituyente (ANC) como inconstitucional e ilegítima y plantea otra vez la reestructuración del Consejo Nacional Electoral “para que cumpla con la imparcialidad que le pide la Constitución vigente”.

Los Obispos destacan en esta oportunidad que ante la suspensión del referéndum revocatorio, la creación de la ANC y las “dificultades de entendimiento cada vez más graves entre el gobierno y la oposición política, a falta de un punto de apoyo  común que se respete en la realidad, como debería ser la Constitución vigente”, el pueblo  debe asumir el ejercicio de “su poder originario”. Citan al respecto el Art. 71 de la Constitución, según el cual “Las materias de especial trascendencia nacional podrán ser sometidas a referendo consultivo” también a solicitud del diez por ciento del electorado; y precisan como materia actual de consulta que  el pueblo señale “el rumbo que quiere dar a la nación”. A propósito de rumbo, pocas líneas antes el mismo Episcopado ha recordado que la raíz de los problemas del país “está en la implantación de un proyecto político totalitario, empobrecedor, rentista y centralizado (léase Socialismo del Siglo XXI-Plan de la Patria) que el gobierno se empeña en mantener”.     

Los Obispos claman ante la debacle nacional: es el momento,  la hora.  Lo cual equivale a decir: “basta ya”, “es intolerable”, “se acabó el tiempo”. Se hace obligante y urgente ahora despertar, reaccionar –“levántate y anda” (cfr. Mc 2, 9)-, actuar como protagonistas de una tarea que nos desafía como humanos, creyentes, cristianos. Se trata de sacar al país del desastre y encaminarlo hacia una Venezuela deseable, hogar común de todos y para todos.

El criterio del Juicio Final que Jesús mismo establece según el evangelio de san Mateo (25,   31-46) debe aplicarse aquí: ayudar al prójimo (país) sometido a penurias de muy diverso tipo (hambre, enfermedad, prisión…) y  urgido de una conjugada y efectiva acción solidaria. El Señor dice que, según la respuesta, seremos objeto de bendición o maldición. No hay lugar para el conformismo, la pasividad y menos para la indiferencia.

¿Caminos de recuperación? “Este momento requiere-dicen los Obispos- de una gran dosis de esperanza junto a acciones concretas”. Vuelven a subrayar lo indispensable de un canal humanitario, que el propio pueblo doliente debe exigir masivamente, al tiempo que señalan la contribución que está prestando la Iglesia junto a otras instituciones y organizaciones. Recalcan la necesidad de un “cambio de rumbo” debido al fracaso del Gobierno en su servicio a la nación; de un cronograma electoral y de condiciones positivas para las elecciones, según lo pedido también recientemente por el Papa Francisco; de la liberación de los centenares de presos políticos. Con respecto a diálogo y negociación, la Conferencia Episcopal  exige que deben darse “en condiciones distintas  de las que hasta ahora se han establecido”.

Despertar y reaccionar ya. Lo imponen un humanismo fundamental y un cristianismo básico. Y también normas constitucionales muy precisas (cfr. CRBV, Artículos 333 y 350), las cuales obligan a todos los ciudadanos, comenzando por los portadores de armas de la República.

jueves, 4 de enero de 2018

IGLESIA ANTE URGENTE CAMBIO NACIONAL


La Conferencia Episcopal Venezolana tiene Asamblea Plenaria Ordinaria la próxima semana. Justo al inicio de un año crucial para el país, por el desastre global en que éste se encuentra sumido y, sobre todo, por la magnitud del cambio que se debe realizar.
Hace exactamente un año, al concluir su Asamblea, el Episcopado en su exhortación pastoral Jesucristo luz y camino para Venezuela (13.1.2017) planteó denuncias, reflexiones y propuestas a propósito de la situación nacional, la cuales, no sólo conservan actualidad, sino que aparecen hoy con muchísima mayor vigencia, gravedad y urgencia. En efecto, el país en 2017 aceleró su patente retroceso en los ámbitos económico, político y cultural. Sin alcanzar a matar, afortunadamente, las convicciones, anhelos y propósitos positivos de tantos compatriotas humanistas y creyentes. Y, por supuesto, sin poder cortar la asistencia de Dios, que es misericordia, sabiduría y amor.
A.-  He aquí lo básico de la referida exhortación. Los Obispos
l. Asumen el clamor popular “por un cambio de la orientación política del país que sea producto de la decisión del pueblo soberano (CRBV 5): o por el Socialismo del Siglo XXI, ausente de la Constitución, o el sistema democrático establecido en la Constitución”
2. Reafirman: “La causa fundamental” de la gravísima crisis nacional “es el empeño del Gobierno de imponer el sistema recogido en el Plan de la Patria (llamado Socialismo del Siglo XXI), a pesar de que el sistema socialista marxista ha fracasado en todos los países en que se ha instaurado, dejando una estela de color y pobreza”.
3. Destacan entre  las acciones para superar la crisis: “reactivar el aparato productivo, garantizar la vigencia del Estado de Derecho, reconstituir el tejido social fracturado, valorar la ética personal, familiar y comunitaria, fomentar la honestidad y la responsabilidad en la vida pública”.
4. Piden “Ante la desesperanza reinante, que paraliza la dinámica de toda buena y oportuna iniciativa (…) lograr puntos de encuentro que favorezcan la articulación de los diversos sectores en un proyecto común de país” a las  de agrupaciones políticas, confesiones religiosas, gremios y asociaciones, institutos educativos y medios de comunicación.
5. Reiteran ante el “infructuoso diálogo” cuyo “resultado fue decepcionante, a causa principalmente, del incumplimiento, por parte del Gobierno, de los acuerdos a que se había llegado en la reunión del 30 de octubre de 2016”, “las condiciones para continuar el diálogo señaladas por el Secretario de Estado Vaticano, el Cardenal Pietro  Parolín”, a saber: aliviar la crisis de abastecimiento, calendario electoral, reconocer la Asamblea Nacional, liberación de los presos políticos.
6. Urgen, a al Estado venezolano, ante la gravísima situación en materia alimentaria y de salud, a respuestas inmediatas y a la aceptación de ayuda internacional, al tiempo que  ponen a disposición la infraestructura organizativa de la Iglesia (Caritas y otros organismos), en colaboración con otras instituciones e iniciativas privadas.
7. Se invitan junto a los demás cristianos a ser sal de la tierra y luz del mundo (Mt 5, 13-14), a “anunciar al Dios de la vida y revertir la cultura de  muerte en cultura de vida”. Exhortan a todos  los venezolanos a “ser protagonistas del presente y del futuro de nuestro querido país” y no simples espectadores  frente al mal.
B.  A un año de distancia, añado ahora sólo un par de breves comentarios.
1. El cambio político que los Obispos plantean, implica un referéndum sobre el régimen-sistema “socialista”, que va más allá de una simple elección presidencial; exige reconstituir el Consejo Nacional Electoral, desmantelar la ilegítima Asamblea Nacional Constituyente y  asegurar las condiciones para la manifestación libre del soberano. También abre la puerta  a la convocatoria de una genuina Asamblea Constituyente.
2. Cobra particular urgencia el llamado a tomar medidas humanitarias ante el colapso alimentario y de salud de la población.

Con la ayuda de Dios hay que ir a  la causa principal de la crisis. No bastan arreglos cosméticos, ni paños calientes. Ni carnaval de perniles.