lunes, 30 de mayo de 2022

¿PARA QUÉ EL SACERDOCIO MINISTERIAL?

 

Giro copernicano es una expresión que se utiliza para señalar un cambio radical o de suma importancia en el planteamiento de una determinada cuestión, al invertir los factores que entran en juego. Fue lo que planteó el astrónomo polaco sobre el protagonismo solar en relación con la rotación de la tierra, la cual, en vez de centro de referencia, pasó a ser satélite.

Las presentes líneas tienen por objeto considerar el cambio eclesiológico y pastoral en la relación sacerdocio ministerial-sacerdocio común, fruto de la renovación que tuvo en el Concilio Vaticano II expresión, maduración y ulterior impulso. Dicho cambio fue asumido por el Concilio Plenario de Venezuela (2000-2006)[1] y formulado en los siguientes términos, que justifican la calificación de giro copernicano en la materia:

La Iglesia es el nuevo Pueblo de Dios, cuya novedad se define por su íntima relación con Cristo y su proyecto: el Reino; Él “la estableció y mantiene continuamente” como “Iglesia santa, comunidad de fe, de esperanza y de caridad” (LG 8), sacramento de comunión salvífica universal (Cf. Ibid. 9). Cristo la ha hecho partícipe de su dignidad y misión profética, sacerdotal y regia; y para que (cursiva nuestra) el Pueblo de Dios realice su ser sacramental y su misión evangelizadora, le ha dado un ministerio pastoral dotado de una profecía, un sacerdocio y una realeza calificados (cursiva nuestra), que son presencia y actuación de Cristo-Cabeza de la Iglesia (OPD 1).

Este texto, luego de exponer varios elementos fundamentales eclesiológicos (íntima relación constituyente de Cristo con el nuevo Pueblo de Dios y la naturaleza sacramental comunional de éste), expone la gradación de lo profético, sacerdotal y regio en el siguiente orden: 1. Cristo, 2. Pueblo de Dios, 3. Ministerio pastoral. Gradación que invierte la tradicional, “clásica” (1, 3, 2) Cristo-Ministerio pastoral-Pueblo de Dios. La preposición para que expresa bien la finalidad, “funcionalidad”, del ministerio con respecto a la realización efectiva del sacerdocio común en el tiempo del peregrinar.  La inversión, nada secundaria o accidental, responde a razones teológicas de fondo y tiene múltiples y hondas consecuencias. Manifiesta un verdadero giro copernicano.  En la eclesiología pre-Vaticano II no era extraño aún ignorar el sacerdocio común para simplificar lo sacerdotal en el binomio Cristo-jerarquía. Lo de jerarcocentrismo y clericalismo era efecto inevitable de una tal interpretación, así como el encierro de lo sacerdotal en lo cultual.



[1] El Concilio Plenario de Venezuela, realizado con ocasión de los quinientos años de evangelización del país (1498-1998), aprobó, entre sus diez y seis documentos, el número 9 sobre el ministerio pastoral titulado Obispos, presbíteros y diáconos al servicio de una Iglesia en comunión, el cual, justo en su número inicial, expone sintéticamente una interpretación del papel que juega el sacerdocio ministerial respecto del común.

 

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viernes, 20 de mayo de 2022

¿CÓMO VAMOS, VENEZUELA?


    Preguntarse por el futuro de un conjunto societario es un interrogante bien complejo. En efecto, así como para explicar el ser humano individual es preciso tener presente varios componentes, lo mismo y más sucede cuando se considera el conglomerado social.  Es la razón de las múltiples explicaciones propuestas tanto desde el punto de vista científico, como filosófico e ideológico.

    A la caída del Muro de Berlín se patentizó la crisis del materialismo histórico, de un lado, y del otro, se abrió la ilusión de un fin de la historia con la síntesis de libre mercado y sistema democrático. La historia posterior ha demostrado que la realidad no es tan simple y que en el decurso de la humanidad intervienen más factores de los que se piensa ordinariamente. El desarrollo de un marxismo cultural, que diversifica sus prioridades saliendo del encajonamiento clasista tradicional, así como los cuestionamientos que generan un liberalismo tocado de libertinismo y un economicismo deshumanizado, son factores que impulsan a interpretaciones más integradoras y flexibles del quehacer humano.

    El ”microcosmos” humano se resiste a reduccionismos antropológicos. Un humanismo genuino plantea una concepción pluridimensional de la persona humana y de la convivencia que ésta construye. Y la reconoce abierta a factores que le vienen de otros ámbitos más trascendentes. Un ejemplo de esto lo constituye algo que la tradición judeocristiana reconoce como un ingrediente lamentablemente clave y omnipresente en el hombre histórico: su condición de pecador. Hiroshima-Nagasaki, Holocausto y Gulags, son ejemplos salientes de que el devenir humano no sólo registra vaivenes de racionalidad o tecnociencia, sino también de perversidad.

    Cuando se plantean preguntas como la que titula estas líneas, la invitación es clara para un análisis y una valoración multifactoriales. En este sentido ayuda la consideración de los varios ámbitos antropológicos y societarios de desarrollo humano, como los que explicita la conocida tríada de lo económico, lo político y lo ético-cultural. Un desarrollo o liberación auténticamente humanistas no podrá menos de atender a lo que sucede en estos tres campos, aplicados a la sociedad en sus varios círculos de asociación, desde el primero e inmediato de la familia hasta el internacional o global.              

    Algunas enseñanzas de Jesús vienen muy directas al presente tema, como las siguientes, una que relativiza lo económico, “no sólo de pan vive el hombre” (Mt 4,4); y otra, que relativiza aún lo temporal, “¿de qué le sirve al hombre ganar el mundo entero si arruina su vida?” (Mc 8, 36).

    Últimamente han surgido voces acerca de una recuperación del país y para ello se alegan algunos índices y se exhiben extrañas burbujas. Pero ¿qué significa eso con respecto al conjunto, al país en su integralidad? El desastre del país es global, económico, político, ético-cultural. La recuperación del país exige ser acometida, consiguientemente, en su integralidad -por eso se habla de refundación nacional-, aunque todo no pueda ser hecho a la vez. Es indispensable priorizar bien y planificar mejor.

    Algo que debe valorarse debidamente desde el comienzo, para no dejarlo para lo último, es la recuperación en el ámbito ético-cultural. Esto subraya la importancia de lo educativo y lo comunicacional, y la necesidad de un apoyo muy serio de instituciones como las religiosas, que pueden y deben contribuir muy seriamente en esta tarea. Porque además del económico y político, el daño antropológico ético espiritual es muy grande. La metástasis de la corrupción está a la vista, así como la masificación-aplastamiento del ciudadano, la multitudinaria emigración forzada y la debacle en materia de derechos humanos.

    Pero Venezuela, con todo, tiene grandes reservas materiales y especialmente humanas. Yo soy miembro del partido de la esperanza. Porque soy cristiano y quiero este país, mi país, Hay gente capacitada y buena que está dispuesta a la refundación de Venezuela. Es la hora de juntar buenas voluntades y conjugar esfuerzos.

martes, 10 de mayo de 2022

DICTADURA NO, TOTALITARISMO

     El Episcopado nacional ha sido claro y directo al identificar el régimen imperante en Venezuela. Analizando la gravísima crisis nacional afirmó: “La raíz de los problemas está en la implantación de un proyecto político totalitario, empobrecedor, rentista y centralizado que el gobierno se empeña en mantener” (Exhortación del 12.7.2016, citado en la del 12. 1. 2018). Ulteriormente ratificó la calificación, subrayando el aspecto opresivo: “Vivimos en un régimen totalitario e inhumano en el que se persigue a la disidencia política con tortura, represión violenta y asesinatos (…)” (Carta fraterna del 10.10.2020).

    Esta naturaleza del Socialismo del Siglo XXI ha sido denunciada de modo repetitivo por la Conferencia Episcopal Venezolana (CEV). Su Presidencia afirmó: “la nación se ha venido a menos, debido a la pretensión de implantar un sistema totalitario, injusto, ineficiente, manipulador, donde el juego de mantenerse en el poder a costa del sufrimiento del pueblo, es la consigna” (Mensaje del 19.3.2018). Posteriormente en plenaria puntualizó: “el régimen se consolida como un gobierno totalitario, justificando que no se puede entregar el poder a alguien que piense distinto” (Exhortación 10 julio 2020). Este ha sido el mismo tono al juzgar el Plan de la Patria e iniciativas como la frustrada Asamblea Nacional Constituyente, enderezadas en la línea del “sistema totalitario, militarista, policial, violento y represor, que ha originado los males que hoy padece el país” (CEV, Comunicado del 5. 5. 2017).

    El Episcopado, pronto, explícitamente y sin ambages identificó el proyecto del Régimen; cosa no hecha por el liderazgo político, con efectos nefastos previsibles en lo táctico y estratégico y, obviamente, en cuanto a resultados (pensemos en los de “diálogos” y protestas públicas). Politólogos han propuesto caracterizaciones del régimen, que han diluido la substancia del mismo y no han favorecido soluciones efectivas.

Estamos frente no a una dictadura y sistemas semejantes, sino a un proyecto totalitario, que, como su nombre mismo subraya, apunta a la totalidad societaria y, por tanto, no se reduce a lo político y económico, sino que incluye lo cultural en su sentido más propio. Esto, lo cultural, es lo más hondo y definitorio humano, pues toca el ser y no sólo el tener y el poder, afectando lo ético y espiritual de un pueblo, su identidad más profunda. Por ello el totalitarismo enfila sus baterías privilegiadamente al control de la educación y de la comunicación, para modelar conciencias y valoraciones (no por nada el marxismo cultural está reformulando la relación estructura-superestructura para insistir en lo ideológico).                  

    Totalitarismo implica unificación centralizadora del poder (Montesquieu queda desempleado). La reciente recomposición del Tribunal Supremo de Justicia se ubica en esa línea, así como la partidización de la Fuerza Armada y la neutralización de las organizaciones de la sociedad civil. Cambian los códigos, también los estéticos: lo feo, inapropiado y repugnante recibe carta de ciudadanía revolucionaria. Se reescribe la historia y se cortan sus raíces para que el árbol sea otro. Escudos y nombres tradicionales van al paredón. Se poda el árbol genealógico. El “hombre nuevo” deberá surgir de cenizas.

    El ejemplo de Cuba -modelo seguido y a seguir- es patente: homogeneización del pensamiento, masificación societaria, feroz estatización, amedrentamiento colectivo, militarización ambiental, emigración inducida, nomenklatura privilegiada y culto de la personalidad individual o grupal.

    Identificar bien al que se tiene en frente es conditio sine qua non para un actuar apropiado. Análisis inadecuados, valoraciones incompletas y decisiones erradas conducen a frustraciones y desesperanzas. Base seria tiene el Episcopado al urgir la refundación del país.

    La raíz de la voluntad está en el entendimiento. Previo a una buena praxis está un buen juicio. No identificar totalitarismo con simple dictadura es un buen comienzo.