viernes, 30 de agosto de 2019

EDUCACIÓN LAICISTA




Un sentido corriente del adjetivo laico, es de algo independiente de lo religioso o no estar comprometido con ello. Así se habla de un régimen político laico o de una educación laica, como realidades no atadas a una determinada confesión religiosa o a la religión simplemente tal. La configuración democrática contemporánea va en esa dirección, que implica la libertad religiosa como derecho humano fundamental. La Iglesia católica tomó una posición muy clara al respecto en el Concilio Vaticano II con su documento Dignitatis Humanae.
Ahora bien, el vocablo laico, entendido como excluyente de lo religioso en un sentido activo o beligerante, es una cosa bien distinta de lo anterior. En efecto, no se trata ya simplemente de una indefinición religiosa general o específica, sino de la marginación expresa de la religión, bajo cualquier forma, del ámbito político oficial y de la educación pública. Laico se interpreta entonces como laicista; así la educación, por ejemplo, no sólo no ha de estar casada con una confesión religiosa determinada, sino que ha marginar del proceso educativo toda formación religiosa, sea católica, cristiana en general, judía o de otra especificación. El laicismo se encuadra así en el campo de lo ideológico, en cuanto excluye lo religioso como algo indebido o no significativo en la estructuración de la sociedad y que puede estar presente y actuante sólo en el ámbito de lo privado (personal, familiar). So capa de independencia, dicho laicismo se alinea con una determinada posición política, cultural, filosófica. No admite que la religión salga, por así decirlo, a la plaza, sino que ha de recluirse en lo estrictamente íntimo y hogareño.
Un logro positivo para nuestro país fue la firma de un Convenio entre la República y la Iglesia católica denominado Educación Religiosa Escolar (Programa ERE), que buscó concretar lo establecido en la Ley de Educación con respecto a un tiempo disponible para la formación religiosa. El Estado, sin dejar de ser laico, colaboraría en concreto con la Iglesia para que ésta pudiese educar en elementos religiosos a los alumnos cuyos padres y representantes así lo solicitasen Ese Convenio de hecho abrió la puerta a otros acuerdos inicialmente a nivel regional con varias confesiones cristiana no católicas. El Programa ERE ha sufrido las consecuencias de la imposición de la ideología laicista del SSXXI, que guía al actual Régimen.
Felizmente me toco tocó jugar un papel importante en la firma y puesta en marcha del referido Convenio y me fue muy grato percibir los frutos positivos que pronto comenzó a brindar no sólo a los alumnos, sino también a los docentes y a las respectivas familias. No dudé en calificarlo como el principal proyecto de la Iglesia en Venezuela, dada la índole del contenido y del alcance poblacional que tenía.
El Programa ERE contemplaba elementos fundamentales no sólo estrictamente religiosos, sino también de moral y educación cívica, éstos últimos desarrollados en una materia que lamentablemente había desaparecido del currículo escolar. En perspectiva cristiana la relación del ser humano con Dios, re-ligatio, entraña una indisoluble vinculación con la convivencia fraterna de los seres humanos entre sí en la línea de los valores del Evangelio.
Si importante para el hombre, particularmente en su etapa vital inicial, es aprender números y datos geográficos e históricos, igual o mayormente lo es educarse en lo concerniente a valores morales y espirituales. Una formación religiosa tal como la contenida en el Programa ERE contribuye poderosamente a una educación integral de la persona subrayando los aspectos más profundos y trascendentes de ésta. Por ello Simón Bolívar, no sólo alentó la formación moral y religiosa escolar, sino que llegó también a indicar manuales y métodos para su mejor realización.
La educación laicista explica en profundidad y gran medida la crisis actual de nuestra sociedad. No forma en apertura  a Dios y en la necesaria incidencia de la fe en la edificación de una convivencia humana libre, solidaria, fraterna, de calidad de vida.


domingo, 18 de agosto de 2019

SANCIONES Y CAUSAS




Las sanciones que han sido tomadas especialmente con respecto a personeros oficiales del país se encuadran en el marco del drama nacional. Puede asignárseles, por tanto, como causa primera y principal, la que la Conferencia Episcopal Venezolano ha venido identificando como la del desastre global del país. Esa causa no es otra que el propósito del Régimen: imponernos el Socialismo del Siglo XXI (SSXXI).
Este SSXXI no es cualquier socialismo, sino el que se concretó en la extinta Unión Soviética y actualmente estructura a Cuba. Ha sido llamado socialismo real y consiste en una organización totalitaria de la sociedad desde un centro único de poder, ejercido por lo que ya el yugoeslavo Djilas denominó, al comienzo de la guerra fría, “la nueva clase”
Este modelo se ha venido imponiendo de modo progresivo desde la instalación de Chávez en Miraflores hace veinte años. En la lógica marxista constituye el camino de construcción del comunismo, ideado como sociedad sin clases y ámbito de plena realización de la felicidad colectiva; es decir, un “cielo” terreno. Muchos, para no hablar de la casi  generalidad de los compatriotas, no identificaron adecuadamente el modelo y de allí tantos errores al enfrentarlo. Durante un largo período hasta se tuvo escrúpulo de llamarlo dictatorial.
Hay quienes se abstienen de calificar el proyecto del SSXXI como comunista, totalitario, porque todavía hay en Venezuela restos de propiedad privada, de instituciones políticas democráticas y de libre comunicación, o por lo ingente de ingredientes como la narcorrupción y el dominio de mafias y guerrillas, que llegarían a ser  la dominante palpable  del Régimen. No hay que equivocarse, sin embargo, al identificar la línea directiva ideológica y práctica determinante del proceso.  El modelo que sigue la cúpula gobernante socialista venezolana es el estalinista y castrista. Referencia inmediata: Cuba. Por otra parte, el tomar nota de los amigos connaturales del Régimen ayuda a situarse realísticamente en el panorama global. El Foro de San Pablo constituye una acertada guía.
Hablando de sanciones es preciso puntualizar que, desde hace veinte años, y especialmente en los últimos, los venezolanos hemos venido siendo sancionados por este Régimen en lo económico, político y cultural, es decir, en la totalidad de la convivencia nacional (de allí su identidad de total-itario) ¿Sanciones? Empobrecimiento general, opresión de la disidencia, dirigismo comunicacional y educativo, los cuales han provocado un vaciamiento poblacional del país (alrededor de cinco millones de ex-patriados). Vivimos, por tanto, en un país castigado durante dos décadas. Las sanciones que han tomado los Estados Unidos y otros países democráticos, particularmente contra algunas personas e intereses oficiales, así como las consecuencias sociales que generen no deben en modo alguno distraer de la identificación de su verdadera causa: la destrucción nacional causada por el Régimen SSXXI. Característico de los gobiernos dictatoriales y totalitarios es buscar chivos expiatorios en los cuales depositar las propias culpas. Preguntas como las siguientes ubican fácilmente a los causantes de los males nacionales: ¿Quién arruinó a PDVSA y a la industria pesada de Guayana? ¿Quién incautó propiedades del campo y la ciudad altamente productivas para llevarlas al desastre? ¿Quién enterró al bolívar? ¿Quién ha entregado el país a Cuba regalándole petróleo y cediéndole registros, notarías, puertos y control militar? ¿Quién acabó con MCS de amplio alcance y larga data para silenciar al país? ¿Quién ha domesticado ideológica-políticamente a la Fuerza Armada, cercado las universidades autónomas y aislado al país del concierto democrático internacional? ¿Quiénes han arruinado a Venezuela aprovechándose de los resortes del poder?
Las sanciones que el SSXXI ha impuesto a todo el sufrido pueblo venezolano tienen ya veinte años. Los verdaderos causantes de las recientes sanciones externas a algunos dirigentes e intereses del país son quienes tratan de imponer a éste el socialismo real según el modelo castro-estalinista.
    

jueves, 1 de agosto de 2019

POLÍTICA Y PECADOS CAPITALES




¡Qué se hizo la plata? Es la pregunta que   nos hacemos ante el empobrecimiento de un país petrolero, salido de un huracán de muy altos precios del producto. La chequera abultada del Comandante permitía pasear la dadivosa espada de Bolívar por una abultada nómina de personas, organizaciones y países de este y otros continentes.
Después de esos tiempos dorados el país experimenta un cortejo de males sin precedentes en cuanto a salud, alimentación y otros servicios y necesidades fundamentales. Venezolanos salen en masa a pedir limosna por otros lares e innumerables compatriotas tienen que hurgar en depósitos de basura lo que no pueden comprar.
Junto a esto, páginas de periódico y mensajes de redes abundan en noticias de corrupción y sus protagonistas, que gastan en centros chic europeos y  norteamericanos la cosecha de trácalas y hurtos en esta tierra bolivariana. El diccionario de la corrupción se ve enriquecido con nuevos vocablos como “bolichicos” y reedita la vieja nomenclatura de testaferros. La “oligarquía” del SSXXI caracteriza los nuevos tiempos.
Hay dramas inevitables como los provenientes de catástrofes naturales; pero hay otros generados por la maldad humana como el empobrecimiento de pueblos por el enriquecimiento ilícito, la malversación de fondos públicos o escandalosos derroches. Se ve que la realidad humana no marcha solamente según las leyes de las ciencias naturales y sociales, sino en sentido positivo o negativo de normas éticas, de valores morales. La economía no se maneja por sí misma; es el ser humano su tejedor.
No escasean ideologías que formulan un hombre nuevo como fruto de reestructuraciones económicas, políticas y culturales, considerando al ser humano como tendiente simplemente a lo razonable y bueno. Tal es el marxismo y un liberalismo economicista. La perfección humana vendría dada por reacomodos de medios de producción, mayor disponibilidad de conocimientos, reformulaciones jurídicas o cosas por el estilo. Transformación del hombre desde afuera.
Hay categorías que no se encuentran en  libros como los de economía y derecho, pero que imprimen su huella existencial en los varios órdenes del quehacer humano. Tales son las de pecado y tentación, de moralidad y virtud.  Las genocidas cámaras de gas fueron construidas por buenos expertos ingenieros, físicos y químicos; los torturadores son summa cum laude en las asignaturas del hacer sufrir; la corrupción administrativa de altura exige especialistas de bajos fondos.
En los libros de moral y religión se habla de los siete pecados capitales: soberbia, avaricia, lujuria, ira, gula, envidia y pereza. También de que la libertad que se perfecciona en el bien y se distorsiona con el pecado, al cual invita la tentación.  Cuando san Pablo habla del hombre nuevo hace hincapié en la genuina libertad, que se funda en la verdad y se esfuerza hacia el bien.  En perspectiva cristiana la libertad humana es no sólo limitada y frágil, sino también amenazada siempre por la atracción del mal moral o pecado, que es ruptura de la comunión con Dios y con el prójimo. La historia humana es dramático entrecruce de luz y sombra, bondad y maldad, virtud y vicio.
Por eso al ser humano no se lo puede arreglar sólo ampliando sus conocimientos, habilidades y bienestar material, así como cambiando apenas normas y o estructuras. El evangelio invita, por ello, a la conversión, al cambio positivo en el ejercicio de la libertad, en la orientación de la conciencia hacia la verdad y de la vida hacia el bien.
En la presente crisis nacional es preciso tener presente estas cosas para evitar en lo posible la reedición de dramas y tragedias. Un repunte económico y una normalización democrática no comportarán necesariamente un progreso integral nacional. Se hace imprescindible una reeducación en el sentido de los mejores valores morales y espirituales. Vale recordar aquí una frase muy diciente del Señor Jesús: “Pues ¿de qué le servirá al hombre ganar el mundo entero, si arruina su vida?”
Los pecados capitales amenazan. Más fuertes sin embargo son el ejercicio responsable de la libertad y su acompañamiento divino.