jueves, 22 de agosto de 2024

FE Y CULTURA

 

“Una fe que no se convierte en cultura es una fe no acogida en plenitud, no pensada en su totalidad, no vivida con fidelidad”. Así se expresó Juan Pablo II al instituir el 20 de mayo de 1982 el Consejo pontificio para la cultura.

El término cultura se entiende aquí, no en un sentido restringido, sectorial, reduciéndolo a un ámbito “elitesco” como sería el literario o artístico. Designa, antes bien, la totalidad del quehacer humano, englobando así lo cotidiano y popular junto a lo que puede considerarse más refinado. Es así como al hablar de la cultura venezolana se entiende un conjunto que tiene que ver con las actividades tanto del Museo de Bellas Artes como también con las del Mercado de Quinta Crepo de Caracas. Es la razón igualmente por la que dicho término se utiliza en singular y en plural para denominar unidades diversas y complejas cuando, por ejemplo, hablamos de la nueva cultura y las culturas regionales.

La fe no es para quedarse en una adhesión individual o colectiva aislada, sino que ha de permear lo personal y social en sus diversas manifestaciones y recoger las variadas expresiones de la existencia personal y comunitaria. De este modo se puede decir que está llamada a cubrir la oración y la política. El hogar y la plaza pública.

La fe es una adhesión espiritual exigida a no agotarse en una vivencia íntima ni en una relación vertical y aislada con Dios, sino que, particularmente la cristiana, integra a la persona en una comunidad creyente y en un tejido relacional humano-divino. Una expresión que se suele oír, en un contexto individualista, es la de que “yo me las entiendo con Dios”. Pues bien, Dios -y esta vez asumido en marco cristiano- es Trinidad, comunión, amor, que ha creado al hombre como ser social y ha querido salvarlo no aisladamente, sino en un conjunto creyente, que es la Iglesia (“pueblo de Dios”), la cual tiene la misión universal de evangelizar.

Sobre este tema de la fe, con su carácter relacional y su expresión cultural, contamos con un documento nacional circunstanciado y de gran valor como es Evangelización de la cultura en Venezuela. Éste, producido por el Concilio Plenario de este país en 2005 y elaborado con la muy útil metodología del ver-juzgar-actuar, conjuga acertadamente aspectos de investigación, reflexión y operatividad en una dinámica actualizada transformadora.

La frase de Juan Pablo II citada al inicio de estas líneas constituye un verdadero desafío, de especial resonancia en este tiempo universal de cambio epocal y muy peculiar venezolano. En éste, por la crítica situación nacional de los últimos decenios y también porque en nuestra historia republicana la relación fe-cultura ha sido más bien débil por lo belicoso del acontecer y las ideologías dominantes. En orden a una respuesta positiva la figura del doctor José Gregorio Hernández resulta modélica y estimulante: él constituyó una respuesta existencial a la penuria científica, al filosofismo positivista y a la postración social.

Con respeto a la vida y el compromiso del creyente cristiano en el contexto cultural el documento arriba citado del Concilio Plenario distingue acertadamente entre inculturación del evangelio y evangelización de la cultura. Éstas son como las dos caras de una misma moneda; la una subraya el aspecto receptivo (asumir, incorporar) y la otra el activo (transformar, aportar) con respecto a la realidad histórica. Pensemos en lo que sucedió en el encuentro original del cristianismo con su entorno judío y el marco helenístico-romano. La historia del cristiano y su Iglesia ha sido un continuo desafío de adaptación y cambio. El inicio de la Carta de san Pablo a los Romanos es muy interpelante al respecto (1, 18-32). 

El creyente está llamado a encarnar su fe en una situación histórica concreta, simultáneamente con su compromiso de transformar la situación con los valores del evangelio. Como dos actuaciones que se han de conjugar en la unidad de un mismo quehacer. El resultado a través del tiempo no ha sido igual; ha dependido de la lucidez y autenticidad del creyente y de la comunidad Iglesia. El ser humano es hacedor -paciente y agente- de historia.

 

 

viernes, 9 de agosto de 2024

DOCTRINA SOCIAL A LA MANO

 

    La contribución de la Iglesia a la gestación de una nueva sociedad (citaré como CIGNS) es el documento 3 del Concilio Plenario de Venezuela y constituye una especie de manual de Doctrina Social de la Iglesia (DSI) en coordenadas nacionales.

    El referido Concilio (2000-2006) se coextiende temporalmente en realización y aplicación con el sistema Socialismo del Siglo XXI, que se ha tratado de imponer al país por un cuarto de siglo, violando principios y normas establecidos en la Constitución. Fáciles actualizaciones hacen de tal documento  conciliar CIGNS una orientación muy útil en el campo del compromiso social en perspectiva cristiana. Valga aquí como introducción al mismo, el siguiente planteamiento que él destaca:

    “Una de las grandes tareas de la Iglesia en nuestro país consiste en la construcción de una sociedad más justa, más digna, más humana, más cristiana y más solidaria. Esta tarea exige la efectividad del amor.  Los cristianos no pueden decir que aman, si ese amor no pasa por lo cotidiano de la vida y atraviesa toda la compleja organización social, política, económica y cultural” (CIGNS 90).

    Lo que el marxismo achaca a la religión, no tiene aplicación en el caso del cristianismo auténticamente entendido y practicado. Una de las seis dimensiones de la evangelización (misión de la Iglesia en este mundo concreto), consiste precisamente en el imperativo de contribuir a la construcción de una nueva sociedad, algunas de cuyas notas específicas recuerda el documento conciliar como veremos a continuación. Desde ahora sea dicho que cuando en la Iglesia se habla de opción por los pobres como exigencia cristiana, no hay que entenderla simple y primariamente como ayuda a los necesitados de facto, sino como praxis efectiva para evitar el flagelo, mediante un trabajo consciente y esforzado por una sociedad justa y solidaria, desde los ámbitos menudos e inmediatos hasta los más amplios y globales.

    En cuanto a fundamentación doctrinal el documento parte de una noción a) de Dios, no ciertamente la del absoluto y solitario de la Ilustración, sino la del “Dios amor” (ver 1Jn 4, 8), b) de su Hijo Jesucristo, quien se autoidentifica con el prójimo y, por cierto con el más necesitado (ver su narración del Juicio Final en Mt 25, 31-46). Igualmente, c) del Reino (o Reinado) de Dios, referencia central de la “buena nueva” y de la misión de la Iglesia, el cual se edifica también, ya desde la historia, mediante la edificación de una convivencia libre, justa y fraterna (nueva sociedad o civilización del amor).

    Puntos fundamentales de la DSI y que aparecen claros en el documento CIGNS son:  la dignidad y centralidad de la persona en el tejido social; el carácter intrínsecamente social del ser humano; el bien común como eje rector y meta en el actuar social económico, político y ético-cultural; el destino universal de los bienes y la función social de la propiedad, orientadores de un desarrollo integral; el sentido humano y humanizante del trabajo; la tríada interrelacionada y altamente interpelante de solidaridad, participación y subsidiaridad.

    Tres temas merecen una mención aparte: los derechos humanos y su condición de “eje central de toda actividad de defensa y promoción en el ámbito social y ético cultural (Ibid. 108); la política como actividad positiva ineludible humana y cristiana -superando concepciones restringidas, elitistas y aun negativas- con particular exigencia para los laicos (seglares); la cultura en su sentido englobante social, que totaliza y entreteje el compromiso humano y su quehacer histórico.

    Por cierto, que la metodología asumida por el documento CIGNS es la del ver-juzgar-actuar, que permite un tratamiento de los temas desde un ángulo situacional bien concreto y estimulante. Ello permite, entre otras cosas, que la parte relativa a la acción adquiera un sentido operativo bien realista y muestre de modo ejemplar cómo la DSI ha de impulsar de modo efectivo la edificación de una nueva sociedad, que, en cuanto histórica, ha de pensarse y actuarse en perspectiva de revisión y perfeccionamiento continuos.

 

miércoles, 7 de agosto de 2024

Libro Renovación eclesial a la luz del Concilio Plenario de Venezuela. 2da Edición.

     La Conferencia Nacional de Laicos de Venezuela (CNL) como lugar de encuentro de laicado venezolano en orden a su misión evangelizadora, se convierte en organismo de referencia, enlace y diálogo. En este orden de ideas, persigue la participación activa de los laicos en el desarrollo de programas sociales, educativos y pastorales, así como también, su presencia evangelizadora en la sociedad.

     Estos propósitos se enmarcan en la necesidad de promover el interés intraeclesial, de religiosos, clérigos y dirigentes laicos, para trabajar en comunión por los problemas y nudos críticos de la sociedad, desde la dimensión social y política del Evangelio.

     Como respuesta a lo anterior, la Conferencia Nacional de Laicos presenta en esta oportunidad, como parte de su programa de publicaciones, el presente Libro escrito por Monseñor R. Ovidio Pérez Morales, Viceasesor de la CNL, que se ofrece como un servicio a la Nueva Evangelización, una 6 breve síntesis de diez elementos claves del Concilio Plenario de Venezuela (CPV). El orden en que presenta el autor dicho Decálogo constituye un excelente instrumento de estudio que busca sintonizarnos de forma didáctica con el trabajo misionero, donde todos los bautizados debemos participar, destacando de manera importante, la acción del laico de colaborador a protagonista, evangelizar la cultura y la dimensión social de la evangelización, fuente de renovación eclesial y conversión.

     En esta nueva entrega de Monseñor Pérez Morales a la Iglesia de nuestro país, resaltamos su gran labor como pastor y su entrega incondicional a la CNL. Que el lector de este documento, aproveche cada uno de los puntos de este Decálogo, espacio de reflexión y acción en el camino de la evangelización. En la Exhortación Apostólica Evangelli Gaudium –La Alegría del Evangelio– el Papa Francisco plantea: …Cada uno de los bautizados, cualquiera que sea su función en la iglesia y el grado de ilustración de su fe, es un agente evangelizador… La nueva evangelización debe implicar un nuevo protagonismo de cada uno de los bautizados (EG. 120).

Para seguir con la lectura, puede hacer clic en el siguiente título: Renovación eclesial a la luz del Concilio Plenario de Venezuela. 2da Edición