Por Doctrina Social de la Iglesia (DSI) puede entenderse el conjunto de principios, criterios y orientaciones para la acción, que desde la Iglesia se ofrece con miras a la organización de una integral convivencia social.
Cuando se habla de este tema
inevitablemente surge la mención de un documento considerado como el de
arranque oficial en la materia, la encíclica Rerum Novarum del Papa León
XIII (15 mayo 1891). La DSI se enraíza en la Sagrada Escritura y se ha venido
desarrollando en la historia a través de aportes, ya oficiales, ya de entidades
o personas particulares de los distintos sectores o niveles de la Iglesia. Un
proceso que ha sido siempre de dar y recibir, enseñar y aprender, en virtud de
la condición histórica cristiana. Pensemos en temas como el ecológico, de
incorporación relativamente reciente. En Venezuela contamos con una especie de
manual propio en la materia, en virtud de la metodología del ver-juzgar-actuar
seguida en su elaboración; se trata del documento 13 producido por el Concilio
Plenario de Venezuela (200-2006) y titulado Contribución de la Iglesia a la
gestación de una nueva sociedad.
El manejo de la DSI no se restringe a personas o grupos determinados; me gusta recordar que ya el Arzobispo de Caracas a finales de los 40´ incorporó temas de la misma al catecismo para alumnos de escuela primaria, y Juan Pablo II planteó incorporar dicha doctrina en la etapa inicial de formación catequética. Recordemos a este propósito algo de Perogrullo: la familia es la primera escuela.
En la DSI se pueden señalar
algunas tríadas de particular importancia y que son muy útiles a la hora de organizar
su teoría y praxis. Cuando se habla de tríadas la memoria vuela inevitablemente
al filósofo Hegel, cuyo sistema es un intrincado tejido tripartita, comenzando
por la muy conocida dialéctica de tesis-antítesis y síntesis. Para un cristiano
lo de triádico no extraña en modo alguno, dada su fe que es, fundamental y
centralmente, confesión de un Dios Unitrino, Padre-Hijo-Espíritu Santo.
En cuanto a las múltiples tríadas
identificables y manejables en la DSI valgan los siguientes ejemplos. 1)
Ámbitos sociales con sus respectivos campos y valores: económico/tener/justicia,
político/poder/libertad, ético- cultural/calidad espiritual/gratuidad. 2) Puntos capitales antropológicos y sociales: centralidad de la persona, bien común y estado
de derecho. 3) Exigencias para una recta y fecunda praxis: solidaridad,
participación y subsidiaridad. 4) Componentes de lo que podría denominarse una “nueva
sociedad”: comunidad participativa de bienes, democracia y calidad espiritual. 5)
Modos o formas de praxis política: actuación ciudadana, actividad partidista,
ejercicio del poder.
Puede también decirse de la DSI en
varios aspecto un sí, junto a un pero. En efecto, a) tiene
su fuente e igualmente su fuerte en la Iglesia, pero no está amarrada a
una perspectiva de fe, pudiendo ser asumida también por no creyentes y
convertirse en ámbito de encuentro y diálogo; b) alimenta propuestas teóricas y
prácticas, pero sin reducirse a una ideología o programa determinados; c)
es apta para orientar un proyecto concreto, pero su desarrollo y
progresividad no la amarran a un tiempo determinado; d) está pensada para
orientar propuestas, programas y movimientos, pero como conjunto abierto
no es identificable o monopolizable como algo exclusivo de un movimiento o
partido.
Para un cristiano la DSI desarrolla
en profundidad y trascendencia la condición del ser humano y de la polis que
está llamado a construir. El Dios de referencia es amor, la solidaridad que
exige es estrecha fraternidad y el futuro definitivo al que abre es de
convivencia supra temporal.
Como estamos en momentos de nuevo
pontificado resulta oportuno recordar, en lo concerniente a doctrina social, la
contribución significativa del Papa Francisco con su encíclica Laudato Si´
en materia de “cuidado de la casa común”, “comunión universal” humano-cósmica y
“lectura de la realidad en clave trinitaria”. Y el nombre mismo del
nuevo Papa, que recuerda el del lanzador oficial de la DSI con su documento
“Sobre la condición de los obreros”.