El título de estas líneas destaca aplicaciones concretas particularmente significativas del magisterio de Francisco de la cristiana sobre Dios en cuanto revelado por Cristo, como comunión, relación interpersonal.
Lo central de la fe cristina, que se expresa sintéticamente en el Credo
de la Misa, se confiesa en la conocida alabanza del Gloria y se
manifiesta comúnmente al trazarse la señal de la cruz, es la confesión del Dios
uno y único como Trinidad: Padre-Hijo-Espíritu Santo.
Esto es en cuanto a explicitaciones. No sucede lo mismo en lo que se
refiere a la implicitación de esa verdad fundamental en el tejido ordinario
reflexivo y práctico de la vida de los cristianos. La noción de la divinidad
que se maneja de modo corriente se queda, en buena medida, en lo que la razón
humana puede alcanzar con su propio potencial e instrumentos. Pensemos en lo
que el filósofo Leibniz (+1716) sistematizó en su Teodicea y el
pensamiento ilustrado formuló, de modo reductivo y esquemático, desvinculándolo
del devenir histórico. en el período inmediatamente siguiente del siglo XVIII.
Si bien el cristiano ordinario va más allá de la empobrecida interpretación
iluminista, no incorpora suficientemente, con todo, de modo patente y efectivo,
la revelación hecha por Jesús acerca de la naturaleza e intimidad trinitarias
de Dios, con las consecuencias que ello debe tener para el ser y el quehacer creyentes.
En perspectiva cristiana Dios es y actúa como comunión interpersonal; es,
en sí, diálogo, comunicación, compartir; o como la Primera Carta de Juan lo
sintetiza, a saber, Dios es Amor (4, 8). No es, por tanto, el infinito,
absoluto, solitario, del Iluminismo, ni se queda en el trascendente unipersonal
de las grandes religiones.
Pero no basta para el cristiano la confesión conceptual y aislada de Dios
como Trinidad. Es preciso descubrir y relacionarse con ésta, poniendo sobre el
tapete sus implicaciones en el devenir humano y el dinamismo cósmico.
Percibirla en la cotidianidad y la globalidad de su obra de creación y
salvación.
Del amplio y rico magisterio del Papa Francisco estimo oportuno, provechoso
y obligante en este momento tan especial destacar algunas expresiones magisteriales
suyas relativas a la trinitariedad divina aplicadas a varios temas de
particular importancia de la Iglesia y el mundo.
Un primer punto sea el cósmico: “El mundo fue creado por las tres
Personas como un único principio divino (…)”. De allí “el desafío de tratar de
leer la realidad en clave trinitaria” (Laudato Si´ 238). El mundo es una
“trama de relaciones”, como obra que es de la intercomunicación divina (Cf.
Ibid. 240). El hombre forma “con los demás seres del universo una preciosa
comunión universal” (Ibid. 220). Aquí el Papa Bergoglio amplía analógicamente
la comprensión del concepto comunión
Otro punto sea el antropológico:
“El misterio mismo de la Trinidad nos recuerda que fuimos hechos a imagen de
esa comunión divina, por lo cual no podemos realizarnos ni salvarnos solos.
Desde el corazón del Evangelio reconocemos la íntima conexión que existe entre
evangelización (misión de la Iglesia) y promoción humana” (Evangelii Gaudium
178). Es la razón última de la socialidad, convivialidad, politicidad humanas.
Un tercer punto toca lo kerygmático (del griego kérygma,
anuncio), referente a la proclamación primera y principal cristiana de lo
central y nuclear de la buena nueva, es decir, de la evangelización. Pues bien, Francisco recordó, subrayando: “El kérygma
es trinitario” (Ibid. 164). El anuncio cristiano, con todas sus implicaciones
en el orden doctrinal y práctico de la misión de la Iglesia, es, pues, radicalmente
trinitario e integralmente trinitario-cristológico. Penetra y da sentido a todo
el conjunto cristiano, con sus obvias consecuencias en los campos de la moral y
la espiritualidad.
Francisco dejó sobre el tapete eclesial la temática de la sinodalidad.
Pues bien, ésta, que entraña un “caminar juntos”, es reflejo, consecuencia,
condición, exigencia, de la comunión, que Dios Trinidad quiere tejer en el
mundo. Propósito del cual la Iglesia se entiende como signo e instrumento, es
decir, como sacramento.
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