Hace un año los obispos
venezolanos enfatizaron: “El mayor
problema y la causa de esta crisis general, como hemos señalado en otras
ocasiones, es la decisión del Gobierno Nacional y de los otros órganos del
Poder Público de imponer un sistema político–económico de corte socialista
marxista o comunista. Ese sistema es totalitario y centralista, establece el control del Estado sobre todos
los aspectos de la vida de los ciudadanos y de las instituciones públicas y
privadas. Además, atenta contra la libertad y los derechos de las personas y
asociaciones y ha conducido a la opresión y a la ruina a todos los países donde
se ha aplicado” (Exhortación pastoral Renovación
ética y espiritual frente a la crisis”, 12.1.2015).
El “mayor
problema” y “la causa” de la crisis nacional (socio-económica, política y ético
cultural) resulta ser, pues, lo que un año antes la Presidencia de la
Conferencia Episcopal Venezolana había también
puntualizado: “la pretensión del partido oficial y autoridades de la República
de implantar el llamado Plan de la Patria,
detrás del cual se esconde la promoción de un sistema de
gobierno de corte totalitario” (Comunicado del 2. 4.2014).
Si antes del 6D se imponía un cambio substancial en la dirección
del país, dicha jornada electoral lo hace hoy más obligante. Y más urgente, porque las vacas flacas enflaquecen a ritmo acelerado y el clamor ciudadano sobre
alimentos y medicinas, servicios especialmente de salud, escalada de precios,
así como derrumbe del poder adquisitivo de sueldos y salarios, se torna
trágico. Para no hablar de otros factores como el agigantarse de la mortandad
nacional fruto de la violencia fratricida y la impunidad.
Se ha declarado un Estado de Emergencia para atender a lo económico.
A Venezuela la trasladan al quirófano ¿A dónde irán los médicos con la operación? ¿A las
ramas o a las raíz de las dolencias? Si el “mayor problema”, la “causa
fundamental” de la crisis es el modelo
político-ideológico, el Plan de la Patria-Socialismo Siglo XXI, allí está el “detalle”, al que han de atender
los cirujanos. Para los Obispos -según la citada Exhortación- la imposición del
sistema socialista por parte del Gobierno es un “camino equivocado” para
resolver la crisis. Es preciso tenerlo en cuenta, si no se quiere llevar al enfermo del
quirófano a la morgue (aunque el pueblo venezolano decidió el 6D no ingresar a
la morgue).
¿Camino equivocado? Expropiaciones y más expropiaciones,
destructoras de la producción; controles y más controles, propiciadores de
corrupción; voraces estatizaciones,
sepultureras de empresas; centralización-concentración del poder, fuente de
prevaricación y operadora de clientelismo. ¿Camino equivocado? El Estado
convertido en productor-importador-distribuidor-fijador de precios-vendedor
mayorista y minorista-publicista (además de educador y comunicador hegemónico).
La Historia contemporánea comprueba el fracaso de los
socialismos llamados “reales”, de corte marxista-estalinista-castrista, los
cuales no han sido otra cosa que estatismos feroces, de extrema centralización,
completa hegemonía y alta militarización (Lamentablemente no han sido socialismos verdaderos, en la medida en
que este término sugiere protagonismo genuino de las bases, descentralización
participativa, solidaridad constructiva y libertad corresponsable).
La alternativa a un
socialismo “real” (SSXXI) no es necesariamente un capitalismo salvaje.
Estos dos términos no constituyen un dilema. Hay otras vías, modelos societarios
(siempre perfectibles) por estudiar, explorar y
construir, que conjuguen libre emprendimiento y solidaridad; sociedad,
mercado, Estado; diversas formas de propiedad;
libertad y corresponsabilidad ciudadanas. Todo ello apuntando al bien
común y a la centralidad de la persona en
el entramado social. La Historia se resiste a los encajonamientos
dilemáticos.
Es preciso imaginar crear soluciones efectivas. Nuevas. Identificando bien el problema.