La Doctrina Social de la
Iglesia es un conjunto de vasta temática, como es de suponer; en su lago
recorrido histórico ha venido integrando, junto a cuestiones de perenne
actualidad, otras que responden a signos de los siempre cambiantes tiempos.
Pensemos, por ejemplo, en lo tocante a la dignidad de la persona humana (la
destaca ya el libro del Génesis) al lado de lo que contemporáneamente se exige
en materia de responsabilidad ecológica. Ahora bien, dentro de las múltiples
afirmaciones que se plantean en dicha enseñanza social, hay algunas que emergen
con carácter prioritario y deben calificarse, por lo tanto, como fundamentales
y generadoras dentro del conjunto. Prioridad equivale a primacía y es un
elemento o aspecto que ocupa un lugar anterior o superior a otro u otros. Así
se habla de una necesidad prioritaria que atender o de una cualidad o capacidad
que privilegiar. Lo prioritario no se plantea entonces con carácter excluyente
ni entiende minimizar lo otro. Aparece integrado en un conjunto de elementos todos
ellos válidos. Así, en una exposición antropológica se podrá decir que el
espíritu tiene prioridad sobre la materia, lo cual no implica en modo algún que
se descuida la corporeidad humana, la cual entra esencialmente en la
consideración del hombre; sólo quiere decir que en una escala de valores lo
espiritual tiene primacía, priva sobre lo simplemente corporal, siendo los dos
necesarios.
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