Ovidio Pérez Morales
Hay en la vida de las personas y
de los pueblos pasos decisivos, trascendentales, por los cuales se suele decir
que ya “no hay marcha atrás”. En Venezuela en estos momentos nos encontramos en
una tal situación.
En la historia antigua de Roma se
registra un acontecimiento que desencadenó la crisis generadora del Imperio.
Fue cuando César, conquistador de la Galia, desobedeciendo la orden del
Gobierno regresó a Italia al frente de su ejército y pasó el río Rubicón,
límite de su provincia, que legalmente no podía atravesar en armas. Él lo hizo,
exclamado: “Está echada la suerte” (en latín Alea iacta est); en argot criollo podría traducirse “no hay vuelta
de hoja”.
El drama nacional se ha agravado.
Una síntesis de esto la encontramos en el último documento de los Obispos a
raíz de su asamblea extraordinaria del 17 de mayo: “La crisis que ha venido
golpeando a Venezuela se ha agudizado. Luego de las desacertadas decisiones del
Tribunal Supremo de Justicia en las que se evidenció un desconocimiento del
orden constitucional, la más reciente propuesta del Gobierno Nacional de
convocar una ASAMBLEA CONSTITUYENTE de carácter comunal ha causado malestar y
rechazo en la inmensa mayoría de los venezolanos”. Después de subrayar estos dos hechos el
documento señala la creciente
negatividad en otros ámbitos otros que han radicalizado la crisis: hambre
y desabastecimiento, falta de
medicamentos, violencia y represión, irrespeto de los derechos humanos,
desesperanza y éxodo.
Ante esta realidad los Obispos
subrayan la necesidad de difundir una cultura de la vida, la cual implica,
entre otras cosas, el respeto a la dignidad humana, el fortalecimiento de la
fraternidad en sana convivencia, el “ayudar a construir y consolidar la
democracia, promoviendo la participación y organización ciudadana, así como el fortalecimiento de la
sociedad civil”. También animan “al pueblo a seguir expresando sus opiniones de
manera pacífica” y exhortan a que, superando las tentaciones del odio y la retaliación,
favorezcamos todos “el encuentro, el debate de ideas y la búsqueda de
propuestas que puedan animar el cambio del país”.
Y aquí viene una propuesta,
central en el documento episcopal. Éste, luego de afirmar que el pueblo “es el verdadero
sujeto social de la democracia” dice: “una forma privilegiada e indispensable
de concretar su ejercicio democrático es el camino electoral”. Aquí se remite a
la Constitución y se afianza en lo expresado por el Cardenal Pietro Parolin,
Secretario deEstado, en Fátima el pasado 13 de mayo ¡Que el pueblo se
manifieste libremente y decida en conciencia su destino! Por cierto que los
Obispos no omiten citar de nuevo los famosos cuatro puntos planteados por el Cardenal Parolin (acordados e incumplidos por
el Gobierno): canal humanitario, liberación de presos políticos, reconocimiento
de la Asamblea Nacional y camino electoral. Tampoco omiten una interpelación a la
Fuerza Armada, en la cual citan las proféticas palabras del mártir de América
Beato Monseñor Oscar Romero: “En nombre de Dios y de este sufrido pueblo les
ruego, les suplico, les ordeno que cese la represión”.
Como miembros del pueblo y
pastores al servicio del mismo, los Obispos recalcan exigencias fundamentales
humanas y evangélicas como son las vías de paz y solidaridad, de fraternidad y encuentro, de perdón y reconciliación;
manifiestan su comunión con el pueblo que sufre y animan las expresiones de la
gente “en la calle y en otros ámbitos de la sociedad en defensa de sus derechos
irrespetados por quienes están violentado la Constitución”.
“La suerte está echada”. Los
Obispos recogen el clamor popular por el cambio de orientación política del
país con la consulta al soberano sobre lo éste quiere como destino nacional. El
horizonte hacia el cual se debe orientar la acción es el de respuesta inmediata
en comida y medicinas, de cese rápido de la violencia y represión y de ágil orientación
a una convivencia democrática, pacífica, productiva, ajustada a los derechos
humanos, a un ambiente sano y a la observancia de la Constitución.