Violación permanente y sistemática
de los derechos humanos es una característica del actual Régimen. La
ejerce de manera muy patente y universal
con el derecho a la comunicación.
Ya de entrada precisemos
que hablar de libertad en el campo
comunicacional, va más allá delo que se
entiende por libertad de expresión, de información, de medios y otros
semejantes, por cuanto comunicación, en cuanto concepto bipolar, comprende
enviar y recibir. Arropa a emisores y receptores e integra la creciente
diversificación de instrumentos y modos de interrelación, que la creatividad humana logra
progresivamente.
Ante el cierre de una planta televisora, de una emisora de radio o de
un periódico, lo que ordinariamente salta primero a la vista y desencadena
reacciones es el derecho de propietarios y comunicadores. No tanto lo que resulta
más grave, a saber, el derecho de
la comunidad a ser informada y a disponer de medios para comunicarse. No
es, por tanto, un problema de “otro”, sino de uno mismo. Y lo que se dice
de información se aplica igualmente
a formación y entretenimiento.
Este Régimen ha sido prolífico y efectivo en cierre de medios,
asumiendo esa tarea como política de estado; también en saturación del
espacio comunicacional con la abusiva
utilización y multiplicación de medios oficiales, los cuales, siendo del Estado –los ciudadanos los pagamos-, Gobierno, Partido se los apropian descaradamente. En actuación
de la misma política se crean organismos represivos como CONATEL, se aprueban normas
con miras a criminalizar toda disidencia y discrecionalmente se toman medidas
contra todo aquel que se atreva a discrepar del “pensamiento único” oficial. Y
la autocensura es tan eficaz o más que la censura.
Las dictaduras suelen hacer esto,
pero los totalitarismos –el SSXXI se inscribe en esta línea-van, más allá, ya
que buscan no sólo el control político, sino el económico y el cultural, es
decir, la totalidad de la persona y de la comunidad ¿Objetivo? La completa hegemonía comunicacional en función
del proyecto político-ideológico del Régimen. Para los totalitarismos ciencia y
tecnología son manejados cuidadosamente para “lavar (expropiar) cerebros”,
masificar gente y militarizar espíritus. En Venezuela una forma preferida de
adoctrinamiento son las cadenas presidenciales en donde el Hermano Mayor
descarga toda su omnisciencia y omnipotencia con su “Verdad oficial”.
Recojo de nuevo la insistencia de
Antonio Pasquali en que “el derecho a la comunicación pertenece al
grupo de derechos humanos primigenios y orgánicos, como aquél sin cuyo pleno
disfrute se vería el ente racional
impedido de acceder a la socialidad en tanto que animal político, de
seleccionar el modo de estar-con-el-otro que más le plazca y de garantizarse el
mayor grado posible de reciprocidad”(18
ensayos sobre comunicaciones, p.45).
Existir es comunicarse. El
derecho a la comunicación está íntima e inmediatamente vinculado al derecho a
la vida. Tiene, por tanto, un carácter primario, generador. Integra muchos otros como el de expresión, señalándoles su
fundamento, sentido y horizonte. El derecho a la comunicación es englobante; se
abre en círculos cada vez más amplios ¿Qué es la democracia sino una convivencia
de libre intercomunicación ciudadana, la educación un compartir de verdades y
valores y la cultura una dinámica y plural red de diálogo social? Descartes (siglo XVII) dijo
“pienso, luego existo”; hoy podríamos
traducirlo así: “me comunico, luego existo”. Al fin y al cabo el ser
humano fue creado a imagen y semejanza de Dios, que no es soledad sino Trinidad,
compartir, amor
Objetivo monstruoso de dictaduras
y totalitarismos es el obstruir, monopolizar la comunicación humana. Tarea obligante
de los constructores de una nueva
sociedad es la de promover y asegurar una con-vivencia libre, plural. Ddialogal.
Sin hegemonías y fundamentalismos.
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