Acusación grave de los Obispos en documento de su Asamblea de
enero pasado: “el Gobierno usurpó al pueblo su poder originario”. Esto nos
recuerda el artículo 5 de la Constitución: “La soberanía reside
intransferiblemente en el pueblo (…) Los órganos del Estado emanan de la
soberanía popular y a ella están sometidos”. Es un primer principio político de
las sociedades democráticas y pilar fundamental del estado de derecho.
El soberano (ciudadanía, comunidad política en su sentido más
englobante) tiene en un país el poder originario supremo, constituyente y
supra constitucional, generador, que permanece tal a
través y en medio de las delegaciones y
formas de ejercicio que quiera
establecer. El soberano es, por tanto, la referencia última e inapelable en la estructuración y manejo de la polis.
Expuse lo anterior en este mismo diario el pasado 18 de
marzo. La denuncia de los Obispos se
refería en ese momento a la “la suspensión del referéndum revocatorio y la creación
de la Asamblea Nacional Constituyente” y agregaban: “Los resultados los está
padeciendo el mismo pueblo que ve empeorar día tras día su situación. No habrá
solución de los problemas del país hasta tanto el pueblo no recupere totalmente
el ejercicio de su poder”. Y señalaban como ejemplo de solución la consulta
prevista en el Artículo 71 de nuestra Constitución.
La referida denuncia debe aplicarse ahora a las votaciones (no elecciones) presidenciales del
20 Mayo (a las cuales se han añadido otras para pasarlas por debajo de la mesa)
fraudulentamente adelantadas y realizadas. Esto agrava la crisis nacional y evidencia
el propósito del Régimen, que no es salir del desastre
del país, sino radicalizar el poder de la actual Dictadura Militar Comunista. La instrumentación de esa burla al soberano estuvo
a cargo del Consejo Nacional Electoral del PSUV, con la activa participación
del Alto Mando de la Fuerza Armada, convertida en el sostén clave, por no decir único, del
Régimen.
Interés de éste no era que hubiese elecciones, sino asegurarse una cantidad de votos
para enmascarar lo ilegítimo y dar forma jurídica a lo anticonstitucional. Cabe
repetir: no es lo mismo votar que elegir. Votar es, en sí, un acto
simplemente producido por un ser humano (actus
hominis), como son las piruetas de un sonámbulo, las agresiones de un
demente, la confesión bajo tortura o el voto forzado por amenaza. Elegir
es algo distinto: una opción hecha en libertad, don primerísimo otorgado por Dios al
ser humano y, por consiguiente, un acto personal (actus humanus). El obrar con
libertad responsable es un derecho inseparable de la dignidad de la persona
humana, creada por Dios a su imagen y semejanza; de allí lo bueno del sistema
democrático, que “asegura la participación de los ciudadanos en la opciones
políticas y garantiza a los gobernados la posibilidad de elegir y controlar a sus propios gobernantes, o bien de
sustituirlos oportunamente de manera pacífica” (Juan Pablo II en la encíclica Centesimus Annus, 46 ).
El pueblo de Venezuela, con su notable abstención y los votos
en contra de la reelección, no se reconoce en la votación del 20 Mayo. Urge, por tanto, que el soberano recobre el ejercicio de su poder y ordene según el
Artículo 71 de la CRBV qué hacer en concreto para que no se siga destruyendo al país, sino
que se lo enrumbe hacia una convivencia democrática, pluralista, solidaria y productiva. Me adhiero a la propuesta de
que se organice en tal sentido una inmediata y genuina consulta (referendo) al
soberano, asegurando su autenticidad y el respeto a sus resultados. Corresponde
a organizaciones de la sociedad civil y partidos
políticos precisar el modus operandi, que
ha de incluir un efectivo respaldo de los organismos internacionales como la
OEA y la ONU. Preguntas ineludibles al soberano en esa consulta: 1) ¿Acepta la
imposición del socialismo comunista? 2) ¿Ordena la inmediata implementación de
una ayuda humanitaria?
Urge, por tanto, la unión de la sociedad civil y los partidos
políticos hacia un gran movimiento para la liberación, la paz y el progreso de
nuestra Venezuela.
¿Qué ordenas, pueblo soberano, para salir de la
actual debacle nacional?