No hay nada más peligroso que enseñar a la gente a pensar con
la propia cabeza. Es algo que me gusta repetir sobre todo en tiempos como el
presente venezolano, en que se está
imponiendo un régimen de sumisión.
Amaestramiento es un término que tiene como sinónimo
amansamiento. Es lo que se hace con caballos indómitos para convertirlos en animales domésticos. En estos menesteres se
procede eficazmente a través de reflejos condicionados, es decir con respuestas
provocadas por procesos de condicionamiento. Iván Petrovich Pavlov es bastante
conocido por sus investigaciones en este campo. El amaestramiento produce resultados
admirables en animales, lo cual se puede comprobar fácilmente en los circos.
Hay regímenes que para alcanzar sus fines de dominación se
convierten en expertos domesticadores. Con el uso de la razón y una voluntad
perversamente orientada logran amansar individuos y pueblos, convirtiéndolos en
siervos sumisos. Para ello aprovechan los progresos de la ciencia y la
tecnología.
En las antípodas del amaestramiento se ubica la educación
(que no es mera información), la cual busca perfeccionar el conocimiento, pero,
sobre todo, la elevación ética y espiritual de las personas. La educación es
herramienta privilegiada de desarrollo cultural, de humanización. Educación
viene del latín educo, que
significa, ya hacer crecer, alimentar, ya también sacar, hacer salir. En este último sentido se ubicaría la denominada mayéutica socrática, la cual busca
ayudar a que el espíritu del otro dé a luz la solución a la cuestión propuesta.
El educador actuaría como un partero; o como el escultor, que no introduce la
forma en el mármol, sino que actúa para que del mármol emerjan figuras,
como Los
Prisioneros de Miguel Ángel. La
educación no impone; ayuda a que el
otro, ser inteligente, libre y social, crezca integralmente. La educación convoca a la inteligencia y la voluntad, asumiendo también el sentido,
para el desarrollo de la persona desde ella misma.
Instrumento privilegiado de los sistemas totalitarios para el
amaestramiento de las personas y las comunidades es la hegemonía comunicacional.
Con ésta se busca uniformar el pensamiento de los ciudadanos, lograr un pensamiento único que refleje el diktat del Jefe (Fuhrer, Duce, Líder, Presidente…). A través del
control directo, de la autocensura y otros procedimientos se informa y forma con
miras a que la gente se amolde a la ideología y praxis del régimen. La
hegemonía comunicacional (a través del control, entre otros, de los “medios de
comunicación” e institutos educativos) va acompañada del monopolio económico, de
la acción policíaca de cárcel y tortura, así como de una política de
amedrentamiento (temor y terror).
El proyecto oficial del Socialismo
del Siglo XXI va en esta dirección de amaestramiento del pueblo venezolano.
Se pretende modelar a éste según los postulados del socialismo comunista. De
allí, entre otros, el cerco a las universidades autónomas y las innumerables e
interminables cadenas presidenciales. Se intenta que el “síndrome de Estocolmo”
contagie a toda la ciudadanía para tener un rebaño bien domesticado.
Felizmente –y es motivo de esperanza- el ser humano ha sido
creado por Dios como sujeto consciente, libre y dialogal. Esto hace que ninguna
fuerza humana pueda extinguir definitivamente el libre albedrío y el pluralismo
en la convivencia. Un régimen dictatorial o totalitario puede imponerse un
tiempo y otro tiempo más, pero la historia es, por fortuna, inclemente, pues los
muros tarde o temprano se desploman. La URSS copó casi un siglo pero no existe más;
y el castro comunismo tiene su duración
contada y la tapa de la olla de presión terminará por levantarse.
No hay que ilusionarse, sin embargo, con la idea de que el
cambio de régimen asegurará automáticamente una genuina educación. Ésta
constituye un desafío permanente, también en las democracias, hacia una cultura
de vida, solidaridad, paz y crecimiento ético y espiritual.
No hay comentarios:
Publicar un comentario