miércoles, 3 de junio de 2020

Verdad Liberadora en tierra zuliana

     Jesús nos dice: “la verdad os hará libres” (Jn 8,32), y “el Hijo del hombre no ha venido a ser servido sino a servir y a dar su vida como rescate por muchos” (Mt 20, 28). Verdad y servicio: dos palabras claves en el testimonio y la enseñanza del Señor. Ellas me han exigido y animado a escribir estas líneas, que no obedecen, por tanto, a ningún propósito autodefensivo, reivindicativo ni, mucho menos, retaliativo; tampoco quieren ser simple material para historiadores o autobiográfico. Brotan del imperativo de comunión con Dios y fraterna, buscando, en esta perspectiva, deshacer falsedades y evitar deformaciones del pasado, dañinas a la Iglesia y a la convivencia social en que ésta se mueve.


    El hacer memoria se orienta, pues, a que en el porvenir se eviten desaciertos y rupturas que perjudican al Pueblo de Dios y entorpecen su unidad en el peregrinar hacia la plenitud del Reino. Quien escribe lo hace con la conciencia de ser, no sólo creatura limitada y frágil, sino también pecadora. “Sólo Dios es bueno” en el sentido más integral, perfecto y trascendente del término. Es la razón por la que al señalar lo que estimo fallas ajenas, el propósito no es de acusación, reproche y reanudación de controversias; por eso mismo no cito nombres propios y trato de evitar expresiones que de algún modo puedan considerarse hirientes. El Señor lo sabe. Si en lo que escribo hay algo que no se ajuste totalmente a lo que en conciencia considero la verdad o pueda interpretarse como inexacto o extralimitado, pido excusas por lo primero y siento lo segundo. Confieso que no sólo deseo ser cauto y delicado, sino más bien escrupuloso, a la hora de pensar, decir y hacer algo que pueda molestar o dañar, en particular injustamente, al prójimo. Sólo Dios conoce la intimidad de las conciencias y, por consiguiente, de las intenciones, por lo que el Señor advierte: “(…) con el juicio con que juzguéis seréis juzgados, y con la medida con que midáis se os medirá” (Mt 7,2)

    Me ha exigido y posibilitado escribir este relato el tiempo que el Dios bueno y misericordioso ha regalado a este anciano, luego de superar una grave crisis de salud; un marco existencial, por tanto, bien especial. El obligado reposo en tiempos de cuarentena me ha facilitado además la realización del presente trabajo. Con éste y otros, anhelo seguir sirviendo a la Iglesia en el ejercicio de su misión evangelizadora y contribuir a la liberación y ulterior desarrollo integral de Venezuela, hoy en deplorable situación, porque se le quiere imponer un sistema deshumanizante, totalitario.


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1 comentario:

  1. Mons. Ovidio gracias por compartir el libro. Muchos recuerdos vinieron a mi mente durante su peregrinar en el Zulia, y siento que el Dios de la Vida, en su bondad y misericordia siempre lo acompañó y sigue acompañando. Fue un tiempo fuerte, pero la gracia y presencia de Dios Trinidad nunca lo desamparó. Es un texto que expresa muy bien como se titula "Verdad Liberadora... Dios siga iluminando su vida, llenándola de sabiduría y de discernimiento, Nuestra Amada Guadalupe lo cobije en su regazo.

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