Por laico o seglar se entiende al bautizado miembro de la Iglesia, Pueblo de Dios, participante, por tanto, de su misión, y quien tiene como propio y peculiar el carácter secular (ver LG 31). Éste significa su inmersión en el mundo para transformar desde adentro las realidades temporales en la línea del Evangelio.
Ser laico es la condición o estado ordinario del cristiano; los laicos integran el sector o subconjunto mayoritario y casi totalizante de la Iglesia; se nace laico en el bautismo. Tradicionalmente se vino considerando al laico como un "no clérigo" (y "no religioso"), miembro más bien pasivo de la Iglesia, simple colaborador o auxiliar del sacerdote (presbítero) en la tarea evangelizadora, es decir, como un fiel formado para ser, fundamentalmente, realizador de objetivos y ejecutor de tareas que le asignasen. Ahora bien, la renovación eclesial tanto doctrinal como práctica, recogida, madurada y ulteriormente impulsada por el Concilio Vaticano II, ha pasado de la definición "negativa" del laico (lo que no es) a otra, "positiva", (lo que es); ha reformulado el papel del laico, reconociéndole un efectivo protagonismo evangelizador, particularmente en su ámbito propio, a saber, el del mundo, la cotidianidad secular, partiendo de lo más inmediato, la familia.
Si desea leer más al respecto, haga clic en el siguiente título El Laico Protagonista
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