jueves, 19 de agosto de 2021

REFUNDACIÓN CONSTITUYENTE

    La Conferencia Episcopal Venezolana en su Asamblea Plenaria de julio pasado retomó la refundación nacional, planteada días antes (22 de junio) por la Presidencia del Episcopado como “urgente necesidad”. Subrayó a tal fin la necesidad de “unir esfuerzos para que haya una verdadera participación de todos los ciudadanos” (Exhortación pastoral (12. 7. 2021).

    Refundación, reconstrucción, aunque de distinto nivel semántico, son términos de sustancial significado. Tocan lo básico y causal de un proyecto, institución o estructura. No se refieren a elementos accesorios, secundarios, consecuenciales. Van a la raíz, al fundamento  del asunto; no se quedan en las  ramas. Un ejemplo concreto de lo contrario lo tenemos en las elecciones programadas para gobernadores y alcaldes en el próximo noviembre, las cuales son, en nuestra actual coyuntura, más una expresión vacía de una ritualidad institucional, pues no encaran  la causa principal de la tragedia nacional ni constituyen un paso directo decisivo hacia la solución de la gravísima crisis.

    Pienso que la refundación planteada por el Episcopado -deliberadamente general como “imperativo moral” a ser concretado políticamente,  so pena de nominalismo-  pudiera comenzar de modo  efectivo por algo que, surgido desde la sociedad civil, va cobrando cuerpo como medio factible, serio,  próximo: una Asamblea Constituyente. En las líneas que siguen, a título personal y como obligante servicio ciudadano, expondré algunos elementos relativos a la misma en cuanto a justificación, condiciones, beneficios.

    1.En situaciones de máxima crisis, profunda división y grave desconcierto de la comunidad política, el pueblo soberano (CRBV 5) debe decidir el rumbo del país (concepción y estructura del Estado, pautas básicas electorales para reinstitucionalización, decisión sobre el timón del gobierno y medidas básicas urgentes de reconstrucción…).

    2.Sólo el pueblo soberano con su poder originario, constituyente, puede resolver, con su libre mandato, la actual esquizofrenia institucional, así como el enredo paralizante y destructor de inconstitucionalidades, ilegalidades e ilegitimidades que se alegan y pueden alegarse con respecto a los actuales órganos del poder público (¡nudo gordiano que exige solución a lo Alejandro Magno!).

    3.La Asamblea Constituyente integraría de modo más directo, ágil y sólido, lo que buscan otras propuestas pacíficas (referendo revocatorio, elecciones generales…). Por su génesis y naturaleza mismas, la Asamblea constituiría un encuentro pluralista, promesa de convivencia pacífica, democrática.

    Es obvio que a una Asamblea Constituyente nacional integradora no se puede llegar sin atender a ciertas condiciones básicas, fruto del protagonismo ciudadano y de voluntad política de diálogo y negociación, como las siguientes:

    a) Consistente respaldo interno por parte de la ciudadanía articulada como sociedad civil organizada y expresiones partidistas. 

    b) Claro y efectivo apoyo de entes internacionales indispensables, comenzando por OEA, ONU, UE y   una representación calificada de países democráticos que supervisen el proceso y garanticen el respeto de sus resultados.

    c) Un ente plural y transparente que organice el proceso, generando la más amplia confianza.

    “Todo reino dividido contra sí mismo queda asolado, y toda ciudad o casa dividida contra sí misma no podrá subsistir” (Mt 12, 25). Son palabras del Señor Jesús, quien subrayó el amor (que es encuentro, compartir, hecho “amistad social” según agregaría el Papa Francisco) como su mandato en el postrer mensaje de la Última Cena. Es significativo además que Simón Bolívar postulase la unión como voluntad y anhelo testamentarios. La crisis venezolana es, fundamentalmente, una falta de unión, de reconocimiento mutuo, de solidaridad y fraternidad. De allí, injusticias, exclusiones, expatriaciones. La crisis no es principalmente ausencia o desarreglo de cosas, sino de desencuentro personal y social; por ello requiere, ni más ni menos, una “refundación nacional”.

    Refundar el país es, radicalmente, reconstituir la projimidad, reconstruir “puentes” de comunidad. Una Asamblea Constituyente debe ser el inicio de un gran reencuentro de nuestra polis venezolana.

 


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