La Conferencia Episcopal
Venezolana en su Asamblea Plenaria de julio pasado retomó la refundación nacional,
planteada días antes (22 de junio) por la Presidencia del Episcopado como “urgente
necesidad”. Subrayó a tal fin la necesidad de “unir esfuerzos para que haya una
verdadera participación de todos los ciudadanos” (Exhortación pastoral
(12. 7. 2021).
Refundación, reconstrucción,
aunque de distinto nivel semántico, son términos de sustancial significado.
Tocan lo básico y causal de un proyecto, institución o estructura. No se
refieren a elementos accesorios, secundarios, consecuenciales. Van a la raíz,
al fundamento del asunto; no se
quedan en las ramas. Un ejemplo concreto
de lo contrario lo tenemos en las elecciones programadas para gobernadores y
alcaldes en el próximo noviembre, las cuales son, en nuestra actual coyuntura, más
una expresión vacía de una ritualidad institucional, pues no encaran la causa principal de la tragedia nacional ni
constituyen un paso directo decisivo hacia la solución de la gravísima crisis.
Pienso que la refundación
planteada por el Episcopado -deliberadamente general como “imperativo moral” a
ser concretado políticamente, so pena de
nominalismo- pudiera comenzar de modo efectivo por algo que, surgido desde la
sociedad civil, va cobrando cuerpo como medio factible, serio, próximo: una Asamblea Constituyente. En las
líneas que siguen, a título personal y como obligante servicio ciudadano, expondré
algunos elementos relativos a la misma en cuanto a justificación, condiciones,
beneficios.
1.En situaciones de máxima
crisis, profunda división y grave desconcierto de la comunidad política, el
pueblo soberano (CRBV 5) debe decidir el rumbo del país (concepción y estructura
del Estado, pautas básicas electorales para reinstitucionalización, decisión sobre
el timón del gobierno y medidas básicas urgentes de reconstrucción…).
2.Sólo el pueblo soberano con su
poder originario, constituyente, puede resolver, con su libre mandato, la
actual esquizofrenia institucional, así como el enredo paralizante y destructor
de inconstitucionalidades, ilegalidades e ilegitimidades que se alegan y pueden
alegarse con respecto a los actuales órganos del poder público (¡nudo gordiano
que exige solución a lo Alejandro Magno!).
3.La Asamblea Constituyente
integraría de modo más directo, ágil y sólido, lo que buscan otras propuestas
pacíficas (referendo revocatorio, elecciones generales…). Por su génesis y
naturaleza mismas, la Asamblea constituiría un encuentro pluralista, promesa de
convivencia pacífica, democrática.
Es obvio que a una Asamblea
Constituyente nacional integradora no se puede llegar sin atender a ciertas
condiciones básicas, fruto del protagonismo ciudadano y de voluntad política de
diálogo y negociación, como las siguientes:
a) Consistente respaldo interno
por parte de la ciudadanía articulada como sociedad civil organizada y expresiones
partidistas.
b) Claro y efectivo apoyo de
entes internacionales indispensables, comenzando por OEA, ONU, UE y una
representación calificada de países democráticos que supervisen el proceso y
garanticen el respeto de sus resultados.
c) Un ente plural y transparente
que organice el proceso, generando la más amplia confianza.
“Todo reino dividido contra sí
mismo queda asolado, y toda ciudad o casa dividida contra sí misma no podrá
subsistir” (Mt 12, 25). Son palabras del Señor Jesús, quien subrayó el amor
(que es encuentro, compartir, hecho “amistad social” según agregaría el Papa
Francisco) como su mandato en el postrer mensaje de la Última Cena. Es
significativo además que Simón Bolívar postulase la unión como voluntad y
anhelo testamentarios. La crisis venezolana es, fundamentalmente, una falta de
unión, de reconocimiento mutuo, de solidaridad y fraternidad. De allí,
injusticias, exclusiones, expatriaciones. La crisis no es principalmente ausencia
o desarreglo de cosas, sino de desencuentro personal y social; por ello
requiere, ni más ni menos, una “refundación nacional”.
Refundar el país es, radicalmente,
reconstituir la projimidad, reconstruir “puentes” de comunidad. Una
Asamblea Constituyente debe ser el inicio de un gran reencuentro de nuestra polis
venezolana.
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