Desde la cárcel de Yare el 31 de julio de 1993 y firmada
también por otros compañeros de asonada, el Comandante Hugo Chávez me dirigió
una carta en mi condición de Presidente de la Conferencia Episcopal Venezolana.
Se la puede encontrar en mi blog perezdoc1810.blogspot.com.
En el siguiente enlace
https://drive.google.com/file/d/0BxOAgXdJltC2eHlYZ19JZWZCQWM/view?usp=sharing (1era parte)
https://drive.google.com/file/d/0BxOAgXdJltC2TnVLYm5hbzJ1a0E/view?usp=sharing (2da parte)
https://drive.google.com/file/d/0BxOAgXdJltC2eHlYZ19JZWZCQWM/view?usp=sharing (1era parte)
https://drive.google.com/file/d/0BxOAgXdJltC2TnVLYm5hbzJ1a0E/view?usp=sharing (2da parte)
Si la publico hoy es por la actualidad que reviste su
agradecimiento por mi –personal y del Episcopado- “solidaridad y preocupación”
por nuestro planteamiento de medidas favorables a “los profesionales militares y
civiles involucrados en el pronunciamiento militar del 4 de febrero y 27 de
noviembre” de 1992. Se trataba de una Ley de Amnistía o un sobreseimiento.
La Conferencia había encargado, por cierto, a varios de sus miembros de seguir de cerca
el resguardo de la vida y derechos humanos en general de los detenidos. Eso y
otras iniciativas tenía presente la
misiva.
El párrafo siguiente de la carta, que copio fielmente, se
muestra muy oportuno en la circunstancia actual de la nación:
Con la libertad de quienes nos
encontramos en cada una de las “Cárceles de la dignidad”, como se ha hecho conocer ante el pueblo
venezolano; es una fórmula para buscar la reconciliación, tranquilidad y
paz social, y así poder frenar la grave crisis política que hoy atraviesa el
país, con el deseo de encaminar hacia la confianza colectiva y la normalidad de
Venezuela.
La carta termina manifestando el sentimiento y la seguridad
de “que la acción emprendida por usted y la de otros sectores de la vida nacional,
ejercerá la presión necesaria para que mediante los mecanismos legales
establecidos, se apruebe la Ley de Amnistía o sobreseimiento que es una
aspiración general de todos los venezolanos, en este tiempo de crisis que vive
la Nación”.
En la actualidad hay presos políticos en las cárceles. Ellos
han parado allí por motivos no de golpes cruentos y ni siquiera de incruentos,
sino por simples razones de disidencia ciudadana. En todo caso, no es el
momento de calificar razones o sinrazones. Lo indiscutible es que la existencia
hoy de presos políticos agudiza la presente crisis del país y que su liberación
contribuiría sin duda alguna a “buscar la reconciliación, tranquilidad y paz
social” y otros bienes a los cuales el Comandante Chávez se refiere en su carta.
Es mi deseo de que la publicación de estas líneas contribuya
a una cosa que quiere hoy la extragrande mayoría de los venezolanos: que se
tiendan puentes y amplíen caminos hacia el encuentro o reencuentro de los
compatriotas. Somos habitantes de un mismo suelo, que lo hemos recibido de Dios
como terreno para la fraternidad, con nuestras diferencias, y no para que lo
convirtamos en campo de batalla fratricida, de canibalismo autodestructor.
Si la humanidad no ha desaparecido en su peregrinar histórico
es porque ha sabido, o no tenido más remedio, que pasar páginas de divisiones y
enfrentamientos.
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