domingo, 10 de julio de 2016

DOCTRINA SOCIAL DE LA IGLESIA (DSI) EN PERSPECTIVA VENEZOLANA




Identificación de la DSI.

       Como identificación inicial de la DSI podría usarse esta descripción: conjunto de enseñanzas de la Iglesia sobre los principios, criterios y lineamientos para la acción con respecto de la construcción de una nueva sociedad” (“civilización del amor”), es decir de una polis o convivencia humana que responda, del  modo  más conveniente y siempre perfectible, a la dignidad, derechos y deberes fundamentales de la persona y de la comunidad humanas, de acuerdo a una recta razón enriquecida con en el aporte del mensaje cristiano. Por Doctrina se entiende ese corpus o conjunto orientador de ideas; lo Social define el  campo al que aquella se circunscribe, a saber  se refiere a la vida y organización de la societas del ser humano en su concreto entorno ecológico; de  la Iglesia significa que ese corpus es elaborado y propuesto por la Iglesia católica en documentos  de su dirección jerárquica, con base en la Escritura y la Tradición, pero integrando aportes de muy diversa índole y proveniencia no solo eclesiales, sino también del variado ámbito secular. Es Doctrina de la Iglesia, pero no confesional, en cuanto en sus elementos fundamentales tiene una sustentación racional, abiertamente  dialogal (diálogo fe-razón, LS 63). El surplus específico cristiano significa un enriquecimiento de perspectivas, un ahondamiento valorativo y una ampliación de horizontes.

El contenido de la DSI es muy amplio y en continua progresión. Basta dar una hojeada al índice de un manual cualquiera en la materia. No es un conjunto proposicional estático, sino en desarrollo permanente, pues trata de responder a los requerimientos y desafíos de una realidad histórica siempre cambiante. No es “ideología” (aun en el sentido positivo del término) porque sin quedarse en formulaciones puramente teóricas, va más allá, con todo, de un proyecto societario concreto cerrado y subrayando lo estructural y organizativo. No es pura teoría (busca iluminar la situación, se orienta a la acción), ni simple utopía (trata sobre una sociedad deseable-factible), como tampoco “vía media” entre capitalismo y comunismo, pues invita a la construcción de modelos –no un modelo- siempre perfectibles. Puebla dice que la Iglesia “no se atribuye la competencia para proponer modelos alternativos” (P 1211), aunque si tiene derecho de “dar testimonio de su mensaje y de usar su palabra profética de anuncio y denuncia en sentido evangélico, en la corrección de las imágenes falsas de la sociedad, incompatibles con la visión cristiana”(P 1213).

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