jueves, 22 de diciembre de 2016

NAVIDAD EN TIEMPO DE SSXXI



Una invitación muy singular es la de un preso, quien, desde la cárcel y ante una previsible  ejecución, exhortaba de modo insistente a la alegría a sus hermanos en la fe.  “Estén siempre alegres en el Señor; se lo repito, estén alegres”. El preso se llamaba Pablo y escribía  a los cristianos  de Filipos, ciudad de Macedonia, bajo el imperio romano. Motivo de esa alegría: “El Señor está cerca” (Flp  4, 4-5). El Apóstol habla  de sus sufrimientos por el Evangelio como un regalo de Dios.
Este llamado a la alegría lo tengo presente en la actual Navidad venezolana, en la que la gente –que somos nosotros- y especialmente la más necesitada, sufre el rigor de la escasez de alimentos y medicinas, de la disminución de sus recursos devorados por una desaforada inflación, de la inseguridad reinante, de la angustia ante la incertidumbre, de la opresión política. En esta circunstancia no sólo no creyentes sino también muchos que se identifican como cristianos no perciben razones para celebrar estas fiestas decembrinas.
Algo que también me ayuda a discernir la alegría es el hacer memoria de la primera Navidad. La de Belén en tiempos de la dominación romana en Palestina y el reinado  de Herodes. Éste, hacia el año en que nació Jesús, hizo quemar vivos a dos maestros de la Ley y cuarenta y dos jóvenes, acusados de haber destruido el “águila imperial” colocada en el templo. Y siendo Jesús niñito el Gobernador de Siria, Varo, hizo crucificar a unos dos mil judíos en las afueras de Jerusalén, y sus soldados destruyeron Séforis, a seis kilómetros de Nazaret y arrasaron las aldeas del entorno.
Lo que los Evangelios nos cuentan acerca de la Navidad integra aspectos dramáticos de la existencia humana, que  el Hijo de Dios asumió al hacerse hombre de verdad y  correr la suerte de los humanos, especialmente de los pobres. José y María en apuros no encontraron donde alojarse, y experimentaron carencias básicas en momentos de particular necesidad. Ciertamente ratos de reconocimiento y congratulación hubo, con la visita de los pastores y la llegada de los “magos del Oriente”; pero lo trágico no tardó en llegar con la matanza de inocentes decretada por  Herodes, celoso de su poder ¿Consecuencia? El trío de José, María y Jesús se convirtió en el primer grupo de cristianos que tuvo que exiliarse, para salvar la vida del pequeño y probablemente la de ellos también. La primera Navidad no fue novela rosa ni cuento de hadas.
La Navidad actualmente se ha globalizado, con la consiguiente pérdida de la identidad que tiene para los cristianos. Santa Claus es un personaje que la sociedad de consumo  confecciona para todos los gustos. Pero dentro de todo hay valores que son apreciables en las fiestas navideñas mundializadas como son los encuentros familiares, los tejidos amistosos y un ambiente favorable a la sonrisa y la paz (pongamos entre paréntesis la superficialidad, los abusos y los excesos).
Para el cristiano la Navidad genera una alegría insobornable y  sólida, pues se funda en la verdad fundamental  subrayada por Pablo: la cercanía del Señor. El nacimiento de Jesús significa que Dios se ha hecho prójimo (proximus) de los seres humanos, compartiendo todo, menos el pecado. Se ha aproximado para liberar, salvar. No estamos solos en la historia; y pase lo que pase, el Señor está al lado en y al final de nuestro peregrinar por el tiempo. “No teman” es una palabra divina que recorre toda la Escritura santa.
Pero la Navidad es también seria interpelación. Y esto no lo deben diluir ni ocultar los fuegos artificiales ni el intercambio de regalos. Jesús nos interpela  a gestar una convivencia  a la medida de su “mandamiento máximo”, el amor. A edificar una “nueva sociedad”, libre, justa, solidaria, pacífica, fraterna. Sin marginaciones, odios, exilios,  dominaciones, ni herodes.
La Navidad para los venezolanos y de modo particular para los cristianos es hoy una exigencia de cambio nacional, hacia una convivencia digna de hijos de Dios y de ser presentada ante el Señor Jesucristo cuando regrese glorioso.                    


La Cruz Trinitaria


La Cruz Trinitaria





La Navidad rememora el nacimiento de Jesús,. quien  nos revela la intimidad de Dios Trinidad, Amor, nos introduce en su vida  y nos regala  la participación en su Reino. Con mi saludo y  mejores votos te hago llegar Como obsequio de Navidad la Cruz Trinitaria




La Cruz Trinitaria
consiste  en un triángulo equilátero (símbolo de  Dios  Padre-Hijo-Espíritu Santo) enmarcando la Cruz (símbolo de Jesús el Cristo Salvador). Representa así  el misterio central de nuestra fe cristiana, que es el de Dios Uno y Trino, creador, liberador y santificador. 
Este símbolo, muy fácil de dibujar, lo podemos convertir en la señal de la Cruz Trinitaria, simplemente agregando a las palabras trinitarias que decimos el triángulo correspondiente, y al signo de la cruz que  dibujamos las palabras referentes a Jesucristo.   Podemos hacernos dicha señal trazando  con la  mano derecha cinco líneas consecutivas: 
1a. de la frente al hombro izquierdo (diciendo Padre); 
2a. del hombro izquierdo al derecho  (d. Hijo);  
3a. del hombro derecho a la frente (d. Espíritu Santo) ;
 4a. vertical descendente dentro del triángulo (d. Jesús) y  
5a. horizontal  cruzando la anterior (d. Cristo). Podemos  también bendecir personas y cosas de modo semejante.

*Ahora bien, el proponer  la señal de la Cruz Trinitaria  no pretende substituir la tradicional señal simple de la cruz, sino complementarla, favoreciendo de tal manera una más completa y gráfica expresión de la fe cristiana.
*La Cruz Trinitaria difundida  mediante  insignias, estampas, medallas u  otras formas, será de gran ayuda para la vivencia y comunicación de la fe, trinitaria-cristológica, en tiempos de necesaria nueva evangelización.

Diciembre 2016
R. Ovidio Pérez Morales
Arz-Obispo Emérito de Los Teques

jueves, 8 de diciembre de 2016

ASAMBLEA NACIONAL Y RECONSTITUCIONALIZACIÓN



Expongo a continuación y en forma de decálogo, un aporte para la solución de la gravísima crisis nacional.
Primero. Reconstitucionalizar quiere decir que se está gobernando al país al margen y contra la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela.
Segundo. Esta inconstitucionalidad la viene denunciando el Episcopado venezolano desde 2007 cuando calificó la propuesta de un “Estado Socialista”, sometida entonces a referéndum, como “contraria a principios fundamentales de la actual  Constitución y a una recta concepción de la persona y del Estado” (Exhortación del 19 de octubre 2007).
Tercero. La calificación hecha por el Episcopado no se quedó sólo en lo jurídico, sino que se planteó también en terreno ético al tachar esa propuesta de “moralmente inaceptable a la luz de la Doctrina Social de la Iglesia”(Ibíd.).
Cuarto. Al insistir ulteriormente el Régimen en imponer el “modelo de Estado socialista, marxista-leninista, estatista”, rechazado en el Referéndum, automáticamente se puso al margen y contra la Constitución. Esta situación no ha sido subsanada, sino que, al contrario, se ha venido agravando  progresivamente. “Socialismo del Siglo XXI-Plan de la Patria” se ha convertido en bandera de combate.
Quinto. Las desastrosas consecuencias de un tal proyecto  preanunciadas en 2007 por el Episcopado se han cumplido, de modo que éste tuvo que afirmar el año pasado ante la crisis nacional: ”El mayor problema y la causa de esta crisis general (…) es la decisión del Gobierno Nacional (…) de imponer un sistema político-económico de corte socialista marxista o comunista. Este sistema es totalitario y centralista” (Exhortación del 12 de enero 2015).
Sexto. La Constitución es taxativa en lo que se refiere a la respuesta ciudadana ante la violación de la misma, especialmente cuando se tocan aspectos fundamentales. “El pueblo de Venezuela (…) desconocerá cualquier régimen, legislación o autoridad que contraríe los valores, principios y garantías democráticos o menoscabe los derechos humanos” (Artículo 350). “Esta Constitución no perderá su vigencia si  dejare de observarse por acto de fuerza o porque fuere derogada por cualquier otro medio distinto al previsto en ella. En tal eventualidad, todo ciudadano investido o ciudadana investida o no de autoridad, tendrá el deber de colaborar en el restablecimiento de su efectiva vigencia” (Artículo 333).
 Séptimo. Actualmente el único órgano del Poder Público Nacional que cuenta con una clara, robusta  y reciente legitimidad, en virtud del mandato expreso del pueblo soberano (CRBV 5) expresado el 6 de diciembre de 2015, es la Asamblea Nacional.
Octavo.  De lo anterior se desprende que en este momento tan crítico del país, corresponde a la Asamblea Nacional actuar con lucidez y firmeza todas sus facultades y también encabezar un gran movimiento nacional, de máxima confluencia de instituciones, organizaciones y personas, para restablecer el orden constitucional e iniciar la reconstrucción del país en lo socio-económico, político y ético-cultural.   
Noveno. La Asamblea Nacional para cumplir, con el apoyo de la sociedad democrática, su obligación de resituar la nación en el marco constitucional, deberá de inmediato proceder a la reestructuración de los otros órganos del Poder Público Nacional, a la liberación de los presos políticos y a medidas urgentes de corte humanitario.
Décimo. La Fuerza Armada Nacional, que en “el cumplimiento de sus funciones, está al servicio exclusivo de la Nación y en ningún caso al de persona o parcialidad política alguna” (CRBV Artículo 328) debe constituir un sólido apoyo en la obligante tarea de la recuperación institucional y constitucional del país.

Invoquemos el poder misericordioso de Dios sobre esta Venezuela nuestra, para que logremos una estable convivencia en libertad y justicia, en solidaridad y paz, en progreso y fraternidad.   

lunes, 5 de diciembre de 2016

LA SEÑAL DE LA CRUZ TRINITARIA












La  “Cruz Trinitaria” es  la cruz dentro de un triángulo equilátero. El dibujarla y el signarse con ella brotaron de una reflexión bastante simple, que expongo a continuación.
¿Por qué al hacer la señal de la cruz, 1) no acompañamos las palabras trinitarias que  decimos, con  un signo que  represente el misterio de la Trinidad, como es el triángulo equilátero, y 2) no acompañamos  el signo cristológico, la cruz que  trazamos, con  palabras que mencionan al  representado,   Jesús Cristo (Jesús el  Mesías, el Ungido)? Se tendría entonces un conjunto bien rico y significativo,  integrado por el signo compuesto del  triángulo  encerrando una cruz y las palabras  que expresan conjuntamente  lo central y fundamental de nuestra fe: la Trinidad y Cristo. Las palabras explican los signos y éstos refuerzan aquéllas. 
La Señal  de la Cruz Trinitaria  enriquece la señal simple tradicional -sin pretensiones de substituirla- y es muy fácil de  hacer: con la  mano derecha  trazamos sucesivamente cinco líneas , acompañándolas con las correspondientes palabras: 1ª de la frente al hombro izquierdo, diciendo en el Nombre del Padre; 2ª  del hombro izquierdo al derecho, diciendo y del  Hijo y 3ª  del hombro derecho a la frente, diciendo  y del Espíritu Santo; luego 4ª  vertical descendente dentro del triángulo, diciendo Jesús, y  5) horizontal  cruzando la anterior, diciendo  Cristo.
La Cruz Trinitaria (triángulo enmarcando la cruz) es  muy fácil de trazar. Ella facilita la percepción y  comunicación del misterio trinitario-cristológico, así como la identificación del cristiano y de lo cristiano. Ayuda a niños, jóvenes y adultos  a robustecer y expresar su fe. El difundir este signo en múltiples modos (dibujo, orfebrería, arquitectura…) contribuirá poderosamente a la “nueva evangelización”; destaca  lo medular de la fe y la recuerda de manera sencilla. En este sentido pensemos, a título de ejemplo, en lo bueno que es ver uno un triángulo y pensar espontáneamente en la Trinidad; y contemplar una cruz y enmarcarla en un triángulo que recuerda al Unitrino. Cristo nos revela y comunica el misterio de Dios Trinidad, Comunión, Amor.      
Sobre este tema he escrito un pequeño libro, Cruz Trinitaria, que se encuentra en la Distribuidora Paulinas. En mi blog perezdoc1810.blogspot.com se halla también algún material al respecto.

Mons. R. Ovidio Pérez Morales