Los obispos venezolanos y
laicos provenientes de la entera geografía nacional se acaban de reunir
(8 y 9 de enero) en Asamblea conjunta bajo el bajo el lema “Iglesia en comunión hacia una Venezuela más
justa y creyente”. Finalidad del encuentro fue “promover y reafirmar la
presencia activa del laicado venezolano para que, a ejemplo de los primeros
cristianos, desde su coherencia y unidad de vida, formen comunidades eclesiales
vivas en los distintos ambientes y
contribuyan a la transformación
socio-política del país”.
El Concilio Plenario de Venezuela (2000-2006) había hecho
una afirmación muy significativa :”Los signos de los tiempos anuncian que el
presente milenio será el del protagonismo de los laicos.
¿Qué se entiende por laico”. En el vocabulario de la Iglesia
es el bautizado que tiene como vocación y misión propias la transformación de las realidades temporales
(mundo, cultura) según los valores humanos y cristianos del Evangelio. Desde la
propia familia trabaja las realidades sociales, económicas, políticas y
culturales, a modo de savia y fermento, en la línea de la buena nueva de
Cristo, que tiene como centro y referencia fundamental el mandamiento del amor
(que implica solidaridad, compartir, servicio, fraternidad).
Los laicos –llamados también seglares- conforman la casi
totalidad de la Iglesia. En Venezuela significa que de los millones de
católicos, sólo unos diez mil no son laicos, pues pertenecen a la jerarquía
(obispos, presbíteros y diáconos) o al sector de los religioso(a)s. Por el
bautismo una persona se integra a la Iglesia como laico, que es la condición común y ordinaria cristiana.
Esto no diluye o minimiza en modo alguno la importancia de la jerarquía o
ministerio pastyoral, pero sí la relativiza dentro del conjunto , como un
servicio -necesario, por cierto- para la totalidad del cuerpo eclesial durante
su peregrinación en la historia.
Este dato cuantitativo ayuda a valorar la enorme importancia y las consecuencias
inimaginables de una seria toma de
conciencia de los laicos acerca de su pertenencia a la Iglesia y de su
corresponsabilidad en la misión de aquélla en el mundo, a saber, la
evangelización. El laico ha de estar presente y actuar al interior de la
Iglesia, pero su quehacer peculiar, específico, es el de transformar
las realidades temporales según el espíritu de Cristo. Por ello el laico
ha de tomar la participación política como uno de sus campos prioritarios.
Tradicionalmente se interpretaba al laico como simple
colaborador del sacerdote. Desde el Concilio Vaticano II se ven las cosas de
modo diferente. El laico está llamado a trabajar en comunión con los pastores,
pero es evangelizador por título propio (el bautismo) y en su tarea específica
en la sociedad está llamado a actuar con propia iniciativa y plena libertad.
Por cierto que el Papa Francisco no ha escatimado oportunidades para poner en
guardia frente al clericalismo en la Iglesia, deformación que afecta no sólo a
los pastores sino también a muchos
laicos. La referida asamblea conjunta de laicos y obispos constituyó una bella
expresión de comunión en la pluralidad corresponsable.
Como es obvio en dicho encuentro se abordó la realidad
nacional y la seria problemática que confrontamos. El mensaje final del mismo
es bastante diciente en cuanto a análisis, diagnóstico y propuestas. Valga al
respecto la cita siguiente: “La causa principal de esta gravísima crisis es la
decisión oficial de imponer a los venezolanos un proyecto político-ideológico
contrario a la Constitución y moralmente inaceptable. Por eso es urgente un
cambio político profundo, que haga posible
una convivencia ciudadana
solidaria donde todos los venezolanos podamos convivir en una democracia
basada en la verdad y la libertad, en la justicia y la paz, en la
reconciliación y fraternidad”.
El encuentro de obispos y laicos incidirá ciertamente en la
promoción del protagonismo laical en nuestra Iglesia y desde ésta hacia la
realidad nacional.
No hay comentarios:
Publicar un comentario