jueves, 12 de enero de 2017

OBISPOS Y LAICOS



Los obispos venezolanos y  laicos provenientes de la entera geografía nacional se acaban de reunir (8 y 9 de enero) en Asamblea conjunta bajo el bajo el lema  “Iglesia en comunión hacia una Venezuela más justa y creyente”. Finalidad del encuentro fue “promover y reafirmar la presencia activa del laicado venezolano para que, a ejemplo de los primeros cristianos, desde su coherencia y unidad de vida, formen comunidades eclesiales vivas en  los distintos ambientes y contribuyan a  la transformación socio-política del país”.
El Concilio Plenario de Venezuela (2000-2006) había hecho una afirmación muy significativa :”Los signos de los tiempos anuncian que el presente milenio será el del protagonismo de los laicos.
¿Qué se entiende por laico”. En el vocabulario de la Iglesia es el bautizado que tiene como vocación y misión propias  la transformación de las realidades temporales (mundo, cultura) según los valores humanos y cristianos del Evangelio. Desde la propia familia trabaja las realidades sociales, económicas, políticas y culturales, a modo de savia y fermento, en la línea de la buena nueva de Cristo, que tiene como centro y referencia fundamental el mandamiento del amor (que implica solidaridad, compartir, servicio, fraternidad).
Los laicos –llamados también seglares- conforman la casi totalidad de la Iglesia. En Venezuela significa que de los millones de católicos, sólo unos diez mil no son laicos, pues pertenecen a la jerarquía (obispos, presbíteros y diáconos) o al sector de los religioso(a)s. Por el bautismo una persona se integra a la Iglesia como laico, que  es la condición común y ordinaria cristiana. Esto no diluye o minimiza en modo alguno la importancia de la jerarquía o ministerio pastyoral, pero sí la relativiza dentro del conjunto , como un servicio -necesario, por cierto- para la totalidad del cuerpo eclesial durante su peregrinación en la historia.
Este dato cuantitativo ayuda a valorar la  enorme importancia y las consecuencias inimaginables de una seria toma de  conciencia de los laicos acerca de su pertenencia a la Iglesia y de su corresponsabilidad en la misión de aquélla en el mundo, a saber, la evangelización. El laico ha de estar presente y actuar al interior de la Iglesia, pero su quehacer peculiar, específico, es el de  transformar  las realidades temporales según el espíritu de Cristo. Por ello el laico ha de tomar la participación política como uno de sus campos prioritarios.
Tradicionalmente se interpretaba al laico como simple colaborador del sacerdote. Desde el Concilio Vaticano II se ven las cosas de modo diferente. El laico está llamado a trabajar en comunión con los pastores, pero es evangelizador por título propio (el bautismo) y en su tarea específica en la sociedad está llamado a actuar con propia iniciativa y plena libertad. Por cierto que el Papa Francisco no ha escatimado oportunidades para poner en guardia frente al clericalismo en la Iglesia, deformación que afecta no sólo a los pastores  sino también a muchos laicos. La referida asamblea conjunta de laicos y obispos constituyó una bella expresión de comunión en la pluralidad corresponsable.
Como es obvio en dicho encuentro se abordó la realidad nacional y la seria problemática que confrontamos. El mensaje final del mismo es bastante diciente en cuanto a análisis, diagnóstico y propuestas. Valga al respecto la cita siguiente: “La causa principal de esta gravísima crisis es la decisión oficial de imponer a los venezolanos un proyecto político-ideológico contrario a la Constitución y moralmente inaceptable. Por eso es urgente un cambio político profundo, que haga posible  una convivencia ciudadana  solidaria donde todos los venezolanos podamos convivir en una democracia basada en la verdad y la libertad, en la justicia y la paz, en la reconciliación y fraternidad”.

El encuentro de obispos y laicos incidirá ciertamente en la promoción del protagonismo laical en nuestra Iglesia y desde ésta hacia la realidad nacional. 

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