En el marco de la próxima
asamblea plenaria de la Conferencia Episcopal Venezolana (7-12 enero) se tendrá
durante dos días (8-9) un encuentro de los obispos con una amplia representación
calificada de laicos. Propósito de esta
reunión será impulsar el protagonismo laical especialmente en presencia
servicial y transformadora de la realidad nacional.
Por laico o seglar se
entiende aquí quien por la fe y el
bautismo ha sido incorporado a la Iglesia, Pueblo de Dios, y constituido, por tanto, en corresponsable de
su misión, de modo peculiar en lo tocante
a renovación de la sociedad según los
valores humano-cristianos del Evangelio.
Para entender la importancia eclesial
del laico valga un simple dato cuantitativo: la Iglesia en su casi totalidad es
laical. De los católicos venezolanos no alcanzan a diez mil los que no son
laicos (es decir, los ministros obispos, presbíteros y diáconos, junto con los
religiosos y religiosas).
Una interpretación tradicional
del laicado ha sido la de pensarlo como sólo
receptivo y colaborador de los pastores,
y con una acción bastante restringida a cosas atinentes a la vida interna de la
Iglesia. La renovación de ésta, que ha
tenido como significativo impulsor el Concilio Ecuménico Vaticano II
(1962-1965), propone y exige otra interpretación. Es así como el Concilio
Plenario de Venezuela (2000-2006) llega a decir: “Los signos de los tiempos
muestran que el presente milenio será el
del protagonismo de los laicos” (Documento 7). El Papa Francisco en repetidas ocasiones ha criticado, por cierto,
la concepción clericalista de la
Iglesia, invitando a los laicos a asumir en serio su vocación y misión particularmente
en lo que de modo más propio les
concierne, a saber, su tarea en la polis.
El próximo encuentro
obispo-laicos, que se realizará precisamente en el décimo aniversario del
referido Concilio Plenario, busca retomar y actualizar lo trazado por éste y
darle un vigoroso impulso a la formación, corresponsabilidad y participación de
los laicos. A este respecto vale la pena
citar el Desafío 5 del citado documento 7 de dicho Concilio:
“Desarrollar una eficaz acción del laico, como miembro de la Iglesia en la
sociedad, de acuerdo con su vocación secular y con el momento histórico”.
La Iglesia en Venezuela,
particularmente en su sector del laicado, es muy responsable del grave y global
deterioro actual del país ¡País que se confiesa mayoritariamente católico! Pero
más que darse golpes de pecho y autoflagelaciones
o derramar lágrimas, la comunidad católica en su conjunto -ministros,
religioso(a)s y laico(a)s- ha de convertirse y actuar el mandamiento máximo del
Señor Jesucristo, no sólo en un sentido micro (relación interpersonal cercana)
sino también macro, societario, político.
El Dios único que se nos ha
revelado y comunicado por Jesucristo, es comunión, amor, y quiere verse reflejado en una Iglesia y una
nación de libertad, solidaridad, paz, amor.
A la Iglesia toda y de modo peculiar a sus laicos, les exige contribuir a la construcción de una nueva sociedad venezolana.
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