Un resultado patente del Socialismo Siglo XXI ha sido el
hacer de Venezuela un país planetario. Globalizado. No por una política de
apertura positiva, sino como consecuencia de un proyecto genocida.
Hoy los niños pueden aprender fácilmente la geografía mundial
conversando en familia sobre sus amiguitos lanzados a los cuatro puntos
cardinales de la humanidad, en virtud de la opresión política creciente, del
hambre sin alimentos, de las enfermedades sin medicinas, de la inseguridad y la
exclusión que este Régimen ha venido progresivamente multiplicando.
Hoy se habla de Australia y Alemania como se lo hacía ayer de
otras regiones de Venezuela al ubicar el
paradero de familiares y amigos peregrinantes en busca de mejor suerte. En el
futuro, que espero sea muy próximo, cuando regresen los que han emigrado
–esperemos sean muchos- tendremos una multitud de políglotas en nuestra
convivencia nacional. Algo mayor que la multitud de lenguas presentes en
Jerusalén el día de Pentecostés según relata el libro Hechos de los Apóstoles (capítulo 2). Una diversidad bella en sí, aunque generalmente fruto no de serenas
decisiones sino de dramáticas y, en ocasiones, de trágicas presiones.
Una de las violaciones más graves de Derechos Humanos por
parte de esta Dictadora totalitarizante ha sido el de impedir la vida de
venezolanos en la propia patria, des-terrando, des-nacionalizando a millones de hermanos, que han debido irse a
otros países porque éste, el suyo, por obra y gracia de unos gobernantes inhumano, se ha convertido en inhabitable,
excluyente. Lo ideal para el Régimen es que permanezcan en esta “Tierra de gracia” –así se la calificó
hace cinco siglos- sólo unos pocos, portadores (voluntaria o forzadamente) de la
franela roja socialcomunista.
Durante muchos años Venezuela fue un país libre, democrático
y productivo, de futuro, abierto y acogedor, de inmigración; aquí venían de los
más diversos lugares del mundo a establecerse con confianza y seguridad, con
grandes posibilidades de desarrollo personal y familiar. Una especie de hogar
planetario.
La unión de los sectores democráticos (partidistas y de la
sociedad civil) con la Asamblea Nacional al frente, la Fiscalía General a un lado y del otro la
calle, el respaldo de los militares constitucionalistas y, sobre todo, el
auxilio de Dios misericordioso, logrará la recuperación de Venezuela
como casa común de todos los venezolanos, de cualquier color político,
convicción religiosa, ubicación social, raza y proveniencia.
Este Julio 2017, debe ser, con su 5 y 24, mes de reindependencia, renacimiento,
recuperación del país, en la línea de lo que plantea la Constitución y se
merece nuestra patria, poblada de gente
hecha para la libertad, la fraternidad, el progreso y la paz.