La Conferencia Episcopal Venezolana tiene Asamblea Plenaria Ordinaria
la próxima semana. Justo al inicio de un año crucial para el país, por el
desastre global en que éste se encuentra sumido y, sobre todo, por la magnitud
del cambio que se debe realizar.
Hace exactamente un año, al concluir su Asamblea, el Episcopado en su
exhortación pastoral Jesucristo luz y
camino para Venezuela (13.1.2017)
planteó denuncias, reflexiones y propuestas a propósito de la situación
nacional, la cuales, no sólo conservan actualidad, sino que aparecen hoy con
muchísima mayor vigencia, gravedad y urgencia. En efecto, el país en 2017 aceleró su patente retroceso en los
ámbitos económico, político y cultural. Sin alcanzar a matar, afortunadamente, las
convicciones, anhelos y propósitos positivos de tantos compatriotas humanistas
y creyentes. Y, por supuesto, sin poder cortar la asistencia de Dios, que es
misericordia, sabiduría y amor.
A.- He aquí lo básico de la
referida exhortación. Los Obispos
l. Asumen el clamor popular “por un cambio de la orientación política
del país que sea producto de la decisión del pueblo soberano (CRBV 5): o por el
Socialismo del Siglo XXI, ausente de la Constitución, o el sistema democrático
establecido en la Constitución”
2. Reafirman: “La causa fundamental” de la gravísima crisis nacional
“es el empeño del Gobierno de imponer el sistema recogido en el Plan de la Patria (llamado Socialismo
del Siglo XXI), a pesar de que el sistema socialista marxista ha fracasado en
todos los países en que se ha instaurado, dejando una estela de color y pobreza”.
3. Destacan entre las acciones
para superar la crisis: “reactivar el aparato productivo, garantizar la
vigencia del Estado de Derecho, reconstituir el tejido social fracturado,
valorar la ética personal, familiar y comunitaria, fomentar la honestidad y la
responsabilidad en la vida pública”.
4. Piden “Ante la desesperanza reinante, que paraliza la dinámica de
toda buena y oportuna iniciativa (…) lograr puntos de encuentro que favorezcan
la articulación de los diversos sectores en un proyecto común de país” a las de agrupaciones políticas, confesiones
religiosas, gremios y asociaciones, institutos educativos y medios de
comunicación.
5. Reiteran ante el “infructuoso diálogo” cuyo “resultado fue
decepcionante, a causa principalmente, del incumplimiento, por parte del
Gobierno, de los acuerdos a que se había llegado en la reunión del 30 de
octubre de 2016”, “las condiciones para continuar el diálogo señaladas por el
Secretario de Estado Vaticano, el Cardenal Pietro Parolín”, a saber: aliviar la crisis de
abastecimiento, calendario electoral, reconocer la Asamblea Nacional,
liberación de los presos políticos.
6. Urgen, a al Estado venezolano, ante la gravísima situación en
materia alimentaria y de salud, a respuestas inmediatas y a la aceptación de
ayuda internacional, al tiempo que ponen
a disposición la infraestructura organizativa de la Iglesia (Caritas y otros
organismos), en colaboración con otras instituciones e iniciativas privadas.
7. Se invitan junto a los demás cristianos a ser sal de la tierra y luz del mundo (Mt 5, 13-14), a “anunciar al Dios
de la vida y revertir la cultura de muerte en cultura de vida”. Exhortan a
todos los venezolanos a “ser
protagonistas del presente y del futuro de nuestro querido país” y no simples
espectadores frente al mal.
B. A un año de distancia, añado
ahora sólo un par de breves comentarios.
1. El cambio político que los Obispos plantean, implica un referéndum
sobre el régimen-sistema “socialista”, que va más allá de una simple elección
presidencial; exige reconstituir el Consejo Nacional Electoral, desmantelar la
ilegítima Asamblea Nacional Constituyente y asegurar las condiciones para la manifestación
libre del soberano. También abre la puerta a la convocatoria de una genuina Asamblea
Constituyente.
2. Cobra particular urgencia el llamado a tomar medidas humanitarias
ante el colapso alimentario y de salud de la población.
Con la ayuda de Dios hay que ir a la causa principal de la crisis. No bastan arreglos
cosméticos, ni paños calientes. Ni carnaval de perniles.
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