El término nominalismo designa una corriente
filosófica que divorcia las ideas generales o universales de la realidad
concreta; aquéllas quedan sólo como “emisiones de voz”, sin expresar la esencia
de las cosas. Esa doctrina tuvo en el inglés Guillermo de Ockam (1295-1349) su
máximo propagador. El vocablo se ha ampliado para designar los discursos o
propuestas que se quedan en puras palabras.
Lo de nominalismo me viene a la mente al leer el Preámbulo
de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, que subraya
como objetivo de la misma “refundar la República para establecer una sociedad
democrática”. A más de dos décadas de aprobada la Carta Magna lo de
refundación suena como pura proclama, pues la realidad nacional ha
involucionado en crisis global gravísima, y no como consecuencia de factores
naturales o casuales, sino de un proyecto político-ideológico, que de modo
repetitivo el Episcopado ha denunciado claramente: “Plan de la Patria,
traducción operativa del Socialismo del Siglo XXI, sistema totalitario,
militarista, policial, violento y represor, que ha originado los males que hoy
padece el país”( Comunicado del 5.5.2017).
No es de extrañar, por tanto, que el mismo Episcopado acabe
de plantear, con ocasión del Bicentenario de Carabobo, “la urgente necesidad de
REFUNDAR LA NACIÓN. Basada en los principios que constituyen la
nacionalidad, inspirada en el testimonio de tantos hombres y mujeres que
hicieron posible la Independencia, la tarea que nos concierne hoy y de cara al
futuro es rehacer Venezuela” (Mensaje de la Presidencia,22. 6. 2021).
Refundar es reconstruir el país, retomar la positividad de
sus raíces y sus mejores logros, fortalecer los valores fundamentales de su
identidad nacional y fisonomía cultural, responder a los imperativos de su
deseable deber ser. Según los Obispos, una de las más importantes tareas de los
venezolanos en este sentido es recobrar su subjetividad, autonomía y libertad
como ciudadanos y como nación “ante la invasión político-cultural extranjera en
que nos encontramos” (Exhortación 12.7. 2021). Refundar no es partir de cero,
sino afianzar, unidos y de modo proactivo, lo propio y obligante nuestro frente
a los desafíos de los nuevos tiempos, sin someter al país a ideologías de nuevo
coloniaje y alineamientos dañinos con imperios cualesquiera. La refundación
postula apertura mundial, priorizando sin embargo la fraternidad en la “patria
grande” latinoamericana.
Refundar el país es tarea pluridimensional: jurídico-política,
pero también socio- económica y ético-cultural. Lo que va del Siglo XXI en
Venezuela ha sido de creciente deterioro causado por la dictadura militar
comunista respecto de a) valoración de la persona y de sus derechos-deberes
fundamentales (pensemos en la pedagogía de la sumisión y en la violación
sistemática de los derechos humanos), b) calidad de la convivencia (inducción
de expatriación masiva, siembra de odio, apartheid político-partidista, generalización
de la corrupción), c) consistencia ético- cultural (moral “revolucionaria”, imposición de “pensamiento único” y hegemonía
comunicacional). En cuanto a lo constitucional, la Carta Magna exige
reformulaciones importantes (corregir presidencialismo, “bicameralizar”
parlamento, acentuar municipalización, renovar lo educativo y ecológico…).
La refundación declarada en 1999 hacia una república
democrática fue nominalista. Y algo peor: la realidad ha consistido en un
progresivo retroceso conducente al actual desastre nacional. Hoy, en
consecuencia, refundar el país es urgencia insoslayable. La debacle actual
exige ir a la raíz -causa fundamental- del problema, sin quedarse en ramas como
elecciones tipo 21N y diálogos a la mexicana, que podrían entenderse, en el
mejor de los casos, sólo como “pasos hacia”, en sentido funcional. La raíz es el
régimen y su proyecto. La refundación postula, en lo operativo político, un
proceso constituyente, en que el pueblo soberano decida, con su poder
originario, el rumbo del país.
Los venezolanos debemos encontrarnos en nuestra pluralidad y
forjar juntos un proyecto que siente las bases firmes de la Venezuela deseable.
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