Ser para la comunicación: medular definición del animal político creado por Dios para manejar la polis, cuya construcción y perfección le encarga. El ser humano ha sido lanzado pues a la historia como dialogante. La poética intuición del recordado Italo Pizzolante respondía a la causalidad omnipresente de diálogo: todo puede motivar el compartir de los humanos.
Ahora bien, la antropología bíblica -ya el Génesis lo atestigua con su
narración cargada de imágenes y mitos- revela, junto a la naturaleza relacional
del ser humano, el escenario dramático histórico: el hombre con su libertad no
sólo construye puentes, sino que también genera rupturas, ya directamente con
su creador (desobediencia), ya con quien éste le ha dado como proximus y
representante. Adán y Caín con sus
pecados (cierre egoísta, insolidaridad, beligerancia) inauguran el lado oscuro
de la historia, llamada de por sí a formar un tejido de progresiva unidad como
reflejo de la trinidad creadora.
La grave crisis nacional que nos viene golpeando por más de dos décadas es,
radicalmente, una falta de reconocimiento mutuo entre los venezolanos. Una
ruptura de unidad. Nuestra Constitución
identifica y subraya a Venezuela como un pueblo y una nación, una
república y un estado. Pero ¿qué exhibe la Venezuela real? El Régimen con
su Socialismo del Siglo XXI la divide y enfrenta, la manipula y empobrece; la
descuartiza. Ejemplos: la hemorragia forzada de compatriotas por el globo va
por ocho millones; cárcel, tortura y hostigamiento de opositores y disidentes
depende del dueño de la granja. Cuando Dios preguntó a Caín por su hermano
Abel, el fratricida respondió: “No sé ¿Soy acaso el guarda de mi hermano?” (Gn
4, 9).
La denuncia del Episcopado ha sido permanente. Retomemos lo dicho hace una
docena de años: “El mayor problema y la causa de esta crisis general (…) es la
decisión del Gobierno Nacional y de los otros órganos del Poder Público de imponer
un sistema político-económico de corte socialista ma4rxista o comunista. Este
sistema es totalitario y centralista, establece el control del Estado sobre
todos los aspectos de la vida de los ciudadanos y de las instituciones públicas
y privadas. Además atenta contra la libertad y los derechos de las personas y
asociaciones y ha conducido a la opresión y a la ruina a todos los países donde
se ha aplicado” (Exhortación 12. 01.2015).
Por algo el Episcopado ha planteado la urgencia de refundar la nación. Tarea
pluridimensional, económica, política, ético-cultural. Refundar implica ante
todo cortar el actual “nudo gordiano” de inconstitucionalidades, ilegalidades e
ilegitimidades que caracterizan el país, restablecer el estado de derecho y la
convivencia democrática. Urge prioritariamente otro timonel para Venezuela y
posibilitar la decisión completamente libre del soberano (CRBV 5) para redefinir
lo fundamental del rumbo republicano.
La crisis - ¡cubre ya todo este siglo y este milenio! - planteó ya hace
años la necesidad de un diálogo (dirigentes de gobierno, oposición,
otros sectores). La Iglesia, comenzando por el Papa, lo estimuló, también con
participación vaticana. Pero el diálogo no pasó de algunos encuentros y de
mucha demagogia y comedia. Y el oficialismo lo ha venido manejando
ulteriormente como un instrumento, juguete o payaso para entretener a la nación,
silenciando ilusiones, cuando las cosas parecen ponerse serias, con desparpajos
como el de “la revolución ha venido para quedarse”.
El diálogo fue creado con el ser humano, no solamente para superar crisis y
resolver problemas, sino, principalmente, para el bien-estar y progreso en
convivencia. Tiene un sentido originariamente positivo y proactivo -la Biblia
presenta la vida eterna como diálogo beatificante-. Democracia es polis
dialogal. Por ello el diálogo exige una educación y un clima
correspondientes marcados por valores como: verdad, libertad, respeto y aprecio
mutuos, comprensión, bien común sobre intereses grupales o individuales. Fair
play de autenticidad y transparencia.
Se ha de dialogar no sólo para que el enfermo no muera sino para que su
salud se fortalezca. Una “nueva sociedad” es un conjunto humano en apertura
permanente de diálogo y comunión. Los Motivos de Pizzolante invitan a
una generosa creatividad.
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