El título de estas líneas busca
subrayar un aspecto fundamental de la Doctrina Social de la Iglesia (DSI),
a saber, su apertura supra-confesional, pues si bien ella surge en y para la Iglesia,
su contenido se abre dialogal y operativamente, como en círculos concéntricos,
a los cristianos, a los creyentes en Dios y, en general, a todos los hombres de
buena voluntad. Pensemos, por ejemplo, en la afirmación de la dignidad
inalienable del ser humano y sus derechos innatos. La DSI tiene una destinación
universal.
Lo de círculos concéntricos se
puede ilustrar con un ejemplo: el ser humano es un existente libre, ético y
espiritual, pero, en perspectiva cristiana, es más todavía, hijo de Dios Unitrino,
redimido por Cristo, convocado a su Iglesia y llamado a una plenitud
ultraterrena. El cristiano cree en Dios Amor y asume, en esta lógica
comunional, como mandamiento máximo y unificante, el amor; interpreta la
convivencia humana como ineludible compromiso terreno, pero, más allá de éste,
como preparación de la comunidad definitiva universal, que el libro del Apocalipsis
denomina “Jerusalén celestial”. Lo ético adquiere así una dimensión más honda,
pues se realiza como santidad. Se amplían entonces los horizontes hacia una
plenitud en lo por venir: proyección de lo temporal en lo eterno.
El campo del diálogo queda
abierto, no sólo por simple conveniencia o cálculo humano, sino por la voluntad
salvadora de Dios, que no tiene fronteras y da sentido ulterior a todo quehacer
humano de verdad y de bien. La DSI surgida y desarrollada en terreno cristiano,
católico, se manifiesta como conjunto teórico-operativo flexible, dialogal, de
validez y aplicación universales con las indispensables inculturaciones en la
dinámica histórica.
En el presente venezolano, con proximidad
electoral de Primarias y Presidenciales, es muy oportuno recalcar la importancia
de la DSI como cuerpo orgánico de principios, criterios y orientaciones para la
acción en orden a la construcción de una nueva sociedad, tarea que bien
puede precisarse hoy como refundación nacional. Así la está exigiendo el
Episcopado patrio.
Hay dos documentos venezolanos muy
oportunos y útiles al respecto, que conforman una especie de manual de DSI,
elaborados, por cierto, con la beneficiosa metodología del ver-juzgar-actuar: Contribución
de la Iglesia a la gestación de una nueva sociedad y Evangelización de
la cultura en Venezuela. Fueron aprobados por el primer Concilio Plenario
de la Iglesia en nuestro país (2000-2006) dentro de un total de l6 documentos,
los cuales, a unos veinte años de distancia, tienen plena vigencia con las
requeridas actualizaciones. Dicho Concilio inició así, sinodalmente (en
comunión y participación), el siglo-milenio, coincidiendo con el comienzo de un
desastroso capítulo de nuestra historia republicana, algunos de cuyos rasgos
salientes quedaron registrados desde entonces.
La DSI tiene que ver con lo social
en su sentido integral: económico, político y cultural sensu stricto (ético-spiritual).
El Concilio Plenario incluyó temas recientes como los de ecología y cambio
epocal; no trató otros, como la ideología de género, pues todavía no habían
sido puestos explícita y sistemáticamente sobre el tapete. La DSI está-debe
estar en continuo aggiornamento.
En el hoy venezolano los
documentos del nuestro Concilio Plenario constituyen un instrumental
teórico-práctico sumamente iluminador y útil para la construcción de una nueva
sociedad. Contribuir en esta tarea, es obligante para la Iglesia -casi
totalmente integrada por laicos- en su misión evangelizadora, que tiene que ver
con la suerte integral del ser humano histórico. Esto máxime en la situación de
gravísima crisis global del país, la cual urge la referida refundación
nacional. Ésta implica, entre sus factores principales, reinstitucionalizar y reconstitucionalizar,
así como propiciar el reencuentro físico y espiritual de los venezolanos (ante
la emigración forzada masiva, el escandaloso binomio minoría
privilegiada/extragrande mayoría miserabilizada y la opresión interna político-ideológica).
La DSI no tiene partidos pues
está abierta a todos, como servicio y desafío.
Y para los católicos es orientación clara de un compromiso urgente y
obligante.
No hay comentarios:
Publicar un comentario