domingo, 27 de octubre de 2019

ASISTENCIA, PROMOCION, CAMBIO.




Cuando se habla de compromiso social del cristiano y de la Iglesia como conjunto se pueden distinguir tres niveles o formas, que son aplicables también a la acción de toda persona o institución, independientemente de convicciones o confesiones. Se trata de la siguiente tríada: asistencia, promoción y cambio sociales.
Aquí en Venezuela se  podría dar nombres de venezolanos a esos modos de compromiso social: en lo asistencial, Padre  Santiago Machado y Madre Emilia de San José, fundadores de la primera congregación religiosa nacida en Venezuela, Hermanitas de los Pobres de Maiquetía; en lo promocional, Padres Emilio Blaslov y José María Vélaz -compatriotas por adopción-, fundadores, respectivamente,  de la  Asociación de Promoción de la Educación Popular (APEP)  y Fe y Alegría; en materia de cambio social, Dr. Arístides Calvani, fundador del IFEDEC (Instituto Internacional de Formación Demócrata Cristiana).
La asistencia social atiende a personas en situación de particular carencia en alimentación, salud, alojamiento y otras necesidades básicas. Una vez Jesús con ocasión de cierto homenaje que se le rindió, dijo a sus discípulos: “pobres tendrán siempre con ustedes” (Mt 26, 11). En toda sociedad habrá prójimos que, no obstante todos los servicios que aquélla pueda ofrecer, requerirán en una u otra forma, una especial ayuda material o espiritual. Es lo que llevó a la Madre Teresa a los barrios de Calcuta y lo que hoy ofrecen los albergues de misericordia y ollas solidarias. L´abbé Pierre, que en la inmediata postguerra iba al encuentro de menesterosos en los arrabales de París, una vez les dijo a ciertos críticos sociales, que él no iba a esperar la modificación de leyes en el Parlamento francés para dar de comer a un hambriento que le alargaba la mano. Cáritas es bastante experta en estos menesteres asistenciales. En Venezuela, el estado desastroso en que se encuentra el país urge una particular intervención de sentido humanitario.
La promoción social responde a la necesidad de procurar que la gente salga de sus necesidades por medios propios, a través de la formación y las oportunidades de trabajo que se le ofrezcan. Es el “enseñar a pescar”.  En este campo los salesianos y el Instituto Venezolano de Capacitación de la Iglesia (INVECAPI) tienen muchas historias que contar.   
Lo relacionado con el cambio social nos introduce de lleno en la esfera política y cultural. Se trata de macro restructuraciones con miras a una “nueva sociedad”, a la altura de la dignidad del ser humano y sus derechos fundamentales. Es el campo de reconstrucción  del tejido social en perspectiva de la justicia y la solidaridad, la libertad y la paz, el desarrollo y la liberación integrales. No se trata sólo de superar marginaciones y exclusiones, sino de edificar una convivencia de progreso compartido, de genuino pluralismo, de calidad ético-cultural. El hablar de “nueva sociedad” no significa pensar en una organización perfecta como final de la historia, sino en una realidad humana siempre perfectible. Los creyentes no nos ilusionamos con sujetos y estructuras ideales -paraísos terrenos- sino que pensamos en personas y sociedades que tienden a la verdad y al bien, pero que están siempre tentadas y amenazadas por los “pecados capitales”. EL progreso socio-ético-cultural de la humanidad no marcha al mismo paso que el científico-tecnológico
Teniendo presente lo anterior, resulta obvio que la crisis actual del país debe ser abordada desde los varios ángulos que plantea una antropología integral. Al desastre hemos llegado por fallas económicas, políticas y ético-culturales y la solución no puede abstraerse de una tal complejidad. Es así como un cambio del actual régimen con su proyecto comunista es indispensable, pero no significa la solución de la problemática nacional, que es pluridimensional. La recomposición de la economía y la reinstitucionalización de la libertad y la igualdad políticas deben ir acompañadas de una reeducación en otros valores superiores, que son del orden de la ética y la espiritualidad. Ya en la tragedia griega se tuvo la persuasión de que poco valen las naves y los castillos si no hay seres humanos en ellos.

jueves, 10 de octubre de 2019

COMUNIÓN ECOLÓGICA




En estos mismos días están comenzando los trabajos del Sínodo para la Amazonía, una muy importante reunión del Papa con un buen número de obispos, particularmente de los países inmediatamente concernidos, como es el caso también de Venezuela. El tener un encuentro así no es para la Iglesia algo secundario, sino que entra de lleno en su misión evangelizadora, como veremos a continuación.
Comunión se define ordinariamente como participación en lo común, trato familiar y comunicación de unas personas con otras. Dice unidad, pero con un toque de mayor hondura, intimidad. Es una noción de carácter relacional interpersonal, existencial, con obvia gama de acentos e intensidad. Se la podría considerar como el telos o finalidad de la comunicación humana.
En el lenguaje bíblico el término correspondiente griego es koinonía, que en la Primera Carta de Juan se aplica al ser mismo de Dios (que es Trinidad), así como a la unión de los creyentes con la divinidad y entre sí (ver 1 Jn 1-3). Es un vocablo que se convierte en categoría englobante de todo lo que comprende la buena nueva cristiana. Comunión es así el eje articulador del mensaje cristiano, ya doctrinal, ya práctico, proponiéndolo como un conjunto armónico y no simple agregado de doctrinas y prácticas. Es lo que se suele entender cuando se define comunión como línea teológico-pastoral del referido mensaje, con sus elementos tanto teóricos como operativos. Ejemplo: comunión es Dios mismo (Trinidad); su plan creador y salvador es comunional; la Iglesia es signo e instrumento de la unidad humano-divina a interhumana según lo afirmó el Concilio Vaticano II (ver LG 1); el mandamiento máximo subrayado por Jesús es el amor (sinónimo de comunión).
El 14 de mayo de 2015 el Papa Francisco publicó una encíclica con el sugestivo título de Laudato Si´, tomado del Cántico de las criaturas del Poverello de Asís- “sobre el cuidado de la casa común”, lo ecológico en su sentido más hondo y completo. El documento toca los temas de crisis ecológica, sus raíces y causas; interpretación cristiana del ambiente; ecología integral; responsabilidad, educación y espiritualidad ecológicas. La misión de la Iglesia es la evangelización y uno de los objetivos específicos o dimensiones de ésta es el cuido ecológico integral. Afirmación bien comprometedora.
Hay un término novedoso que utiliza el Papa Francisco en su encíclica y es el de “comunión universal” (Laudato Si´ 220). Lo explica: “Para el creyente, el mundo no se contempla desde fuera sino desde dentro, reconociendo los lazos con que el Padre nos ha unido a todos los seres” (Ibid.). El Papa subraya la necesidad de una conversión ecológica, es decir, de un cambio en profundidad en el modo de interpretar el ambiente y relacionarse con él. De tal manera amplía la comprensión de comunión -que, en sentido estricto, significa interpersonalidad-, para expresar la relación del ser humano con su ambiente. Así, con las demás criaturas estamos llamados a tejer un relacionamiento comunional, amistoso, fraterno ¡Cómo aparecen entonces inhumanas y anticristianas la depredación en el Arco Minero al sur del Orinoco y la culpable degradación ambiental que se viene dando a nivel global!  
Lo ecológico entra ahora con pleno derecho en la Doctrina Social de la Iglesia, la cual para algunos debería denominarse en adelante Doctrina Social y Ecológica de la Iglesia.
Comunión, entonces, como noción englobante o línea teológico-pastoral del mensaje (doctrinal y práctico) cristiano, se aplica también al nexo ser humano-ecología. Lo comunional califica, por consiguiente, no sólo el relacionamiento humano-divino y el interhumano, sino también el humano-ambiental, para configurar lo que el Papa Francisco llama una comunión un universal. Es la razón por la que el oportuno Sínodo para la Amazonia, actualmente en curso, con sus facetas económicas, políticas y ético-culturales y religiosas, ha de considerarse con pleno derecho una tarea eclesial obligante e ineludible.   


sábado, 28 de septiembre de 2019

NO ESTAMOS EN DICTADURA






Venezuela no es una dictadura”. Lo ha declarado quien ejerce la presidencia de facto del país. Y es verdad. Desgraciadamente. Porque lo que tenemos es algo peor: un totalitarismo en progresiva ejecución.


Al tocar este tema es indispensable definir bien los términos que entran en cuestión. Y ayuda ilustrándolos con algunos modelos concretos.


En una sociedad se pueden distinguir tres ámbitos de vida o praxis ciudadana: el económico, referente al tener; el político, al poder; el cultural (o, mejor, ético-cultural) al ser, en su más hondo sentido (educación, comunicación, arte, moral, religión…). Economía, política y cultura son términos que identifican respectiva y sintéticamente dichos campos. Es obvio que la vida social constituye un tejido en que esa trilogía se entremezcla, por la unidad misma de la persona humana y de la convivencia que ésta integra; no se da, así, una actividad económica en estado puro, pues la economía no se hace a sí misma, sino que es el ser humano (completo) el que organiza su tener en la polis  ineludiblemente desde su condición ética. Santo Tomás de Aquino decía algo parecido al respecto: no es el intelecto el que entiende, la voluntad la que quiere y el sentido el que siente, sino el hombre, que por el entendimiento entiende, por la voluntad quiere y por el sentido siente. De allí la complejidad de la actividad humana.

La dictadura es un régimen que busca básicamente el control político de una nación, aunque, según lo dicho, en alguna forma interviene también en cuestiones económicas y culturales. Modelos   tenemos en Pinochet y Pérez Jiménez. Me gusta mostrar esto con el ejemplo siguiente. En tiempos de dictadura el señor X tiene una finca en el interior del país; está descontento con el gobierno y entonces dice “yo no me voy a meter para nada en política, sino que me voy para mi finca y punto”. En principio no será molestado, a menos que a un personero del régimen le guste precisamente esa finca y lo fuerce a dejarla; o algo por el estilo. 


El totalitarismo es algo muy peor. Entraña una voluntad de  control  total del ser humano: no sólo de lo político, sino también de lo económico y, lo que es más profundo y grave, de lo ético-cultural. Ejemplos patentes los ofrecen el nazismo y el comunismo. El Estado se convierte en un ídolo al cual se le ha de sacrificar todo y rendir reverencia (estatolatría). De allí el connatural culto a la personalidad (big brother, padre), característico de esos sistemas: Hitler, Stalin (podemos agregar otros difuntos como Fidel y Hugo). A la cúpula totalitaria, más allá de bienes materiales y poder político, le interesa las mentes de los súbditos (pensamiento, conciencia, valoración ética). De allí que buscan construir un correspondiente hombre nuevo. El totalitarismo es como una religión al revés, con su doctrina y dogmas, culto, paraíso, ser supremo... Hannah Arendt dejó abundante material sobre el tema.

Lo anterior explica el firme rechazo del Episcopado venezolano a la propuesta de reforma constitucional en 2007, tendiente a la instauración en nuestro país de un Estado Socialista; aquélla fue negada, pero introducida luego por los caminos verdes del Socialismo del Siglo XXI y un Plan de la Patria, que ahora ha sido renovado) En esa ocasión el Episcopado fue tajante: “Un modelo de Estado socialista, marxista-leninista, estatista, es contrario al pensamiento del Libertador Simón Bolívar (…), y también contrario a la naturaleza personal del ser humano y de la visión cristiana del hombre, porque establece el dominio absoluto del Estado sobre la persona (…) La proposición de un Estado socialista es contraria a principios fundamentales de la actual Constitución, y a una recta concepción de la persona y del Estado”.

Identificar al que se tiene en frente es fundamental para una adecuada respuesta y una certera estrategia. En la oposición interna y el apoyo externo no es lo que precisamente ha abundado, y de allí tantos errores y fracasos.


El Régimen SSXXI actual es mucho peor que una dictadura. Los creyentes y demócratas debemos estar claros en esta materia. Se juega la suerte del país.

jueves, 12 de septiembre de 2019

LÓGICA DEL SSXXI



La lógica es una secuencia de afirmaciones en la cual, si está bien  hilada, se concluye necesariamente algo, sin importar que sea verdadero o falso. Es, por tanto, un instrumento-encadenamiento meramente formal; una estructura que se puede llenar con cualquier contenido. No guarda así ninguna dependencia de la moral ni de imperativo científicos o éticos. Su andamiaje no puede recibir propiamente otro juicio que el de coherencia interna o no.
Dada lo anterior, un régimen político, por ejemplo, puede ser al mismo tiempo humanamente brutal y rigurosamente lógico. Los campos de concentración y los gulags eran, en sana lógica, fruto esperable del nazismo y el comunismo, pues  des-humanizaban a ciertos sectores sociales por razones raciales o revolucionarias. Negada la condición humana, se desploman inevitablemente los derechos derivados de la misma. De allí lo capital y determinante de los puntos de partida, o sea de las premisas. Igual se diga de los criterios, la perspectiva y los fundamentos que se asuman en un determinado campo.
Algo semejante puede decirse de los términos eficiencia, eficacia, utilidad y otros por el estilo, junto a los correspondientes adjetivos. Normalmente se los aplica en un sentido positivo, pero de por sí son neutrales. Es así como el Socialismo del Siglo XXI desde una ótica “revolucionaria” ha sido muy eficaz,  pero en el sentido de empobrecer, oprimir y destruir el país. Aquí cabe introducir el tema de la neolengua.
Ante de proseguir esta reflexión resulta oportuno traer aquí una ilustrativa comparación hecha por Jesús: “La lámpara de tu cuerpo es el ojo. Cuando tu ojo está sano, también todo tu cuerpo está luminoso; pero cuando está malo. También tu cuerpo está a oscuras” (Lc 11, 34).
A propósito de neolengua no sobra recordar que las palabras son convenciones para expresar ideas y representar realidades. Los diccionarios lo ponen en evidencia, al igual que la variedad de lenguas. En este contexto se hace fácil comprender el término neolengua y la vigilancia  que es preciso guardar frente a ella. Un ejemplo concreto: la Ley contra el odio, que el régimen socialista maneja a discreción. El vocablo odio expresa en el uso ordinario un fuerte sentimiento de disgusto, antipatía, aversión, rechazo hacia alguien o hacia alguna cosa, junto al deseo de cambiarla o eliminarla. Ordinariamente tiene una connotación negativa al aplicarse a rechazos indebidos y culpables, como cuando se habla de odio racial o religioso. En el caso de la citada Ley resulta muy significativa su procedencia de un régimen que oprime a los ciudadanos, hegemoniza la comunicación, encarcela y tortura a los disidentes, empuja la emigración forzada, condiciona servicios alimentarios a la presentación de un carnet sectario, restringe el uso de “pueblo” y “popular” a un sector ideológico-partidista. Y pare de contar. La aprobaron y aplican quienes han hecho del odio una brutal herramienta de poder.
Este régimen, que tiene como biblia el SSXXI y su Plan de la Patria es sumamente eficaz y lógico en en su proceder dictatorial totalitario, que está conduciendo a Venezuela a un abismo cada vez más profundo. Es la lógica aplicada por Hitler, Stalin y Fidel y difundida por el Foro de Sao Paulo. Una lógica hábilmente acompañada por una neolengua encubridora, falaz, cínica, a los ojos y oídos de quienes profesan un genuino humanismo.
Han dicho algunos, y con razón, que en Venezuela tenemos no un mal gobierno, sino un gobierno malo. Yo agregaría maligno. Expropia haciendas y fábricas y -lo que es peor- busca expropiar mentes y conciencias. La resistencia democrática humanista debe comenzar por estar consciente del proyecto totalitario oficial, de su lógica y neolengua, teniendo presente que las amenazas más profundas a un pueblo vienen, no de lo económico y político, sino de lo ético-cultural. Es decir, del ámbito donde se amasan los valores, se forman las conciencias, y se fundamentan los proyectos.  

viernes, 30 de agosto de 2019

EDUCACIÓN LAICISTA




Un sentido corriente del adjetivo laico, es de algo independiente de lo religioso o no estar comprometido con ello. Así se habla de un régimen político laico o de una educación laica, como realidades no atadas a una determinada confesión religiosa o a la religión simplemente tal. La configuración democrática contemporánea va en esa dirección, que implica la libertad religiosa como derecho humano fundamental. La Iglesia católica tomó una posición muy clara al respecto en el Concilio Vaticano II con su documento Dignitatis Humanae.
Ahora bien, el vocablo laico, entendido como excluyente de lo religioso en un sentido activo o beligerante, es una cosa bien distinta de lo anterior. En efecto, no se trata ya simplemente de una indefinición religiosa general o específica, sino de la marginación expresa de la religión, bajo cualquier forma, del ámbito político oficial y de la educación pública. Laico se interpreta entonces como laicista; así la educación, por ejemplo, no sólo no ha de estar casada con una confesión religiosa determinada, sino que ha marginar del proceso educativo toda formación religiosa, sea católica, cristiana en general, judía o de otra especificación. El laicismo se encuadra así en el campo de lo ideológico, en cuanto excluye lo religioso como algo indebido o no significativo en la estructuración de la sociedad y que puede estar presente y actuante sólo en el ámbito de lo privado (personal, familiar). So capa de independencia, dicho laicismo se alinea con una determinada posición política, cultural, filosófica. No admite que la religión salga, por así decirlo, a la plaza, sino que ha de recluirse en lo estrictamente íntimo y hogareño.
Un logro positivo para nuestro país fue la firma de un Convenio entre la República y la Iglesia católica denominado Educación Religiosa Escolar (Programa ERE), que buscó concretar lo establecido en la Ley de Educación con respecto a un tiempo disponible para la formación religiosa. El Estado, sin dejar de ser laico, colaboraría en concreto con la Iglesia para que ésta pudiese educar en elementos religiosos a los alumnos cuyos padres y representantes así lo solicitasen Ese Convenio de hecho abrió la puerta a otros acuerdos inicialmente a nivel regional con varias confesiones cristiana no católicas. El Programa ERE ha sufrido las consecuencias de la imposición de la ideología laicista del SSXXI, que guía al actual Régimen.
Felizmente me toco tocó jugar un papel importante en la firma y puesta en marcha del referido Convenio y me fue muy grato percibir los frutos positivos que pronto comenzó a brindar no sólo a los alumnos, sino también a los docentes y a las respectivas familias. No dudé en calificarlo como el principal proyecto de la Iglesia en Venezuela, dada la índole del contenido y del alcance poblacional que tenía.
El Programa ERE contemplaba elementos fundamentales no sólo estrictamente religiosos, sino también de moral y educación cívica, éstos últimos desarrollados en una materia que lamentablemente había desaparecido del currículo escolar. En perspectiva cristiana la relación del ser humano con Dios, re-ligatio, entraña una indisoluble vinculación con la convivencia fraterna de los seres humanos entre sí en la línea de los valores del Evangelio.
Si importante para el hombre, particularmente en su etapa vital inicial, es aprender números y datos geográficos e históricos, igual o mayormente lo es educarse en lo concerniente a valores morales y espirituales. Una formación religiosa tal como la contenida en el Programa ERE contribuye poderosamente a una educación integral de la persona subrayando los aspectos más profundos y trascendentes de ésta. Por ello Simón Bolívar, no sólo alentó la formación moral y religiosa escolar, sino que llegó también a indicar manuales y métodos para su mejor realización.
La educación laicista explica en profundidad y gran medida la crisis actual de nuestra sociedad. No forma en apertura  a Dios y en la necesaria incidencia de la fe en la edificación de una convivencia humana libre, solidaria, fraterna, de calidad de vida.


domingo, 18 de agosto de 2019

SANCIONES Y CAUSAS




Las sanciones que han sido tomadas especialmente con respecto a personeros oficiales del país se encuadran en el marco del drama nacional. Puede asignárseles, por tanto, como causa primera y principal, la que la Conferencia Episcopal Venezolano ha venido identificando como la del desastre global del país. Esa causa no es otra que el propósito del Régimen: imponernos el Socialismo del Siglo XXI (SSXXI).
Este SSXXI no es cualquier socialismo, sino el que se concretó en la extinta Unión Soviética y actualmente estructura a Cuba. Ha sido llamado socialismo real y consiste en una organización totalitaria de la sociedad desde un centro único de poder, ejercido por lo que ya el yugoeslavo Djilas denominó, al comienzo de la guerra fría, “la nueva clase”
Este modelo se ha venido imponiendo de modo progresivo desde la instalación de Chávez en Miraflores hace veinte años. En la lógica marxista constituye el camino de construcción del comunismo, ideado como sociedad sin clases y ámbito de plena realización de la felicidad colectiva; es decir, un “cielo” terreno. Muchos, para no hablar de la casi  generalidad de los compatriotas, no identificaron adecuadamente el modelo y de allí tantos errores al enfrentarlo. Durante un largo período hasta se tuvo escrúpulo de llamarlo dictatorial.
Hay quienes se abstienen de calificar el proyecto del SSXXI como comunista, totalitario, porque todavía hay en Venezuela restos de propiedad privada, de instituciones políticas democráticas y de libre comunicación, o por lo ingente de ingredientes como la narcorrupción y el dominio de mafias y guerrillas, que llegarían a ser  la dominante palpable  del Régimen. No hay que equivocarse, sin embargo, al identificar la línea directiva ideológica y práctica determinante del proceso.  El modelo que sigue la cúpula gobernante socialista venezolana es el estalinista y castrista. Referencia inmediata: Cuba. Por otra parte, el tomar nota de los amigos connaturales del Régimen ayuda a situarse realísticamente en el panorama global. El Foro de San Pablo constituye una acertada guía.
Hablando de sanciones es preciso puntualizar que, desde hace veinte años, y especialmente en los últimos, los venezolanos hemos venido siendo sancionados por este Régimen en lo económico, político y cultural, es decir, en la totalidad de la convivencia nacional (de allí su identidad de total-itario) ¿Sanciones? Empobrecimiento general, opresión de la disidencia, dirigismo comunicacional y educativo, los cuales han provocado un vaciamiento poblacional del país (alrededor de cinco millones de ex-patriados). Vivimos, por tanto, en un país castigado durante dos décadas. Las sanciones que han tomado los Estados Unidos y otros países democráticos, particularmente contra algunas personas e intereses oficiales, así como las consecuencias sociales que generen no deben en modo alguno distraer de la identificación de su verdadera causa: la destrucción nacional causada por el Régimen SSXXI. Característico de los gobiernos dictatoriales y totalitarios es buscar chivos expiatorios en los cuales depositar las propias culpas. Preguntas como las siguientes ubican fácilmente a los causantes de los males nacionales: ¿Quién arruinó a PDVSA y a la industria pesada de Guayana? ¿Quién incautó propiedades del campo y la ciudad altamente productivas para llevarlas al desastre? ¿Quién enterró al bolívar? ¿Quién ha entregado el país a Cuba regalándole petróleo y cediéndole registros, notarías, puertos y control militar? ¿Quién acabó con MCS de amplio alcance y larga data para silenciar al país? ¿Quién ha domesticado ideológica-políticamente a la Fuerza Armada, cercado las universidades autónomas y aislado al país del concierto democrático internacional? ¿Quiénes han arruinado a Venezuela aprovechándose de los resortes del poder?
Las sanciones que el SSXXI ha impuesto a todo el sufrido pueblo venezolano tienen ya veinte años. Los verdaderos causantes de las recientes sanciones externas a algunos dirigentes e intereses del país son quienes tratan de imponer a éste el socialismo real según el modelo castro-estalinista.
    

jueves, 1 de agosto de 2019

POLÍTICA Y PECADOS CAPITALES




¡Qué se hizo la plata? Es la pregunta que   nos hacemos ante el empobrecimiento de un país petrolero, salido de un huracán de muy altos precios del producto. La chequera abultada del Comandante permitía pasear la dadivosa espada de Bolívar por una abultada nómina de personas, organizaciones y países de este y otros continentes.
Después de esos tiempos dorados el país experimenta un cortejo de males sin precedentes en cuanto a salud, alimentación y otros servicios y necesidades fundamentales. Venezolanos salen en masa a pedir limosna por otros lares e innumerables compatriotas tienen que hurgar en depósitos de basura lo que no pueden comprar.
Junto a esto, páginas de periódico y mensajes de redes abundan en noticias de corrupción y sus protagonistas, que gastan en centros chic europeos y  norteamericanos la cosecha de trácalas y hurtos en esta tierra bolivariana. El diccionario de la corrupción se ve enriquecido con nuevos vocablos como “bolichicos” y reedita la vieja nomenclatura de testaferros. La “oligarquía” del SSXXI caracteriza los nuevos tiempos.
Hay dramas inevitables como los provenientes de catástrofes naturales; pero hay otros generados por la maldad humana como el empobrecimiento de pueblos por el enriquecimiento ilícito, la malversación de fondos públicos o escandalosos derroches. Se ve que la realidad humana no marcha solamente según las leyes de las ciencias naturales y sociales, sino en sentido positivo o negativo de normas éticas, de valores morales. La economía no se maneja por sí misma; es el ser humano su tejedor.
No escasean ideologías que formulan un hombre nuevo como fruto de reestructuraciones económicas, políticas y culturales, considerando al ser humano como tendiente simplemente a lo razonable y bueno. Tal es el marxismo y un liberalismo economicista. La perfección humana vendría dada por reacomodos de medios de producción, mayor disponibilidad de conocimientos, reformulaciones jurídicas o cosas por el estilo. Transformación del hombre desde afuera.
Hay categorías que no se encuentran en  libros como los de economía y derecho, pero que imprimen su huella existencial en los varios órdenes del quehacer humano. Tales son las de pecado y tentación, de moralidad y virtud.  Las genocidas cámaras de gas fueron construidas por buenos expertos ingenieros, físicos y químicos; los torturadores son summa cum laude en las asignaturas del hacer sufrir; la corrupción administrativa de altura exige especialistas de bajos fondos.
En los libros de moral y religión se habla de los siete pecados capitales: soberbia, avaricia, lujuria, ira, gula, envidia y pereza. También de que la libertad que se perfecciona en el bien y se distorsiona con el pecado, al cual invita la tentación.  Cuando san Pablo habla del hombre nuevo hace hincapié en la genuina libertad, que se funda en la verdad y se esfuerza hacia el bien.  En perspectiva cristiana la libertad humana es no sólo limitada y frágil, sino también amenazada siempre por la atracción del mal moral o pecado, que es ruptura de la comunión con Dios y con el prójimo. La historia humana es dramático entrecruce de luz y sombra, bondad y maldad, virtud y vicio.
Por eso al ser humano no se lo puede arreglar sólo ampliando sus conocimientos, habilidades y bienestar material, así como cambiando apenas normas y o estructuras. El evangelio invita, por ello, a la conversión, al cambio positivo en el ejercicio de la libertad, en la orientación de la conciencia hacia la verdad y de la vida hacia el bien.
En la presente crisis nacional es preciso tener presente estas cosas para evitar en lo posible la reedición de dramas y tragedias. Un repunte económico y una normalización democrática no comportarán necesariamente un progreso integral nacional. Se hace imprescindible una reeducación en el sentido de los mejores valores morales y espirituales. Vale recordar aquí una frase muy diciente del Señor Jesús: “Pues ¿de qué le servirá al hombre ganar el mundo entero, si arruina su vida?”
Los pecados capitales amenazan. Más fuertes sin embargo son el ejercicio responsable de la libertad y su acompañamiento divino.