lunes, 14 de noviembre de 2011

ANGEL LOMBARDI

ANGEL LOMBARDI
Ovidio Pérez Morales
El pasado fin de semana tuve la grata oportunidad de participar en la clausura de una serie de actos en homenaje al profesor Ángel Lombardi, figura destacada, por múltiples conceptos positivos, no sólo de la región zuliana sino del país y más de allá de nuestras fronteras nacionales. En su denso curriculum apreciamos el haber sido rector de la Universidad del Zulia (LUZ) y ser actualmente rector de la Universidad Católica “Cecilio Acosta” de Maracaibo.
En la invitación que se me hizo, la cual acepté muy gustoso, se motivaba así dicho homenaje: “De larga permanencia al frente de las causas cívicas de nuestro país, la ciudad de Maracaibo tiene en él a su más consecuente tutor en materia de gestión cultural. Rector esclarecido de sus universidades, educador orientador de la opinión pública, editor entusiasta promotor de su arte y de su literatura, con él nos compromete una deuda de responsabilidades ciudadanas y afecto, la cual queremos refrendar y reconocer de manera pública”.
En esta hora crítica de Venezuela homenajear al Dr. Lombardi resulta iluminador y esperanzador. En efecto, en su persona se están reconociendo y exaltando valores, que son indispensables para la reconstrucción del país. Se está reafirmando también algo que es urgente para una nación tentada de caer en el desconsuelo, el conformismo, la desilusión o el derrotismo: en su persona tenemos un profeta de esperanza. No porque él caiga en optimismo fáciles a lo Doctor Pangloss –el iluso personaje del Cándido-, sino en cuanto mantiene firme su convicción creyente en las inmensas e inagotables potencialidades del ser humano y, sobre todo, en la sabia potencia de un Dios-Amor, cuyo plan sobre la historia es conducir el drama humano a una plenitud culmen, que es, al mismo tiempo, término y superación del dinamismo histórico.
Quisiera destacar aquí dos aspectos del iter vital del ilustre Rector: ciudadano y universitario
Ángel Lombardi es protagonista de ciudadanía, constructor de lo que puede denominarse una nueva sociedad. Su pensamiento y acción conjuga valores, que no pocas veces se asumen aisladamente o en contraposición, a saber: justicia y libertad, verdad y tolerancia, igualdad e iniciativa, pluralismo y fraternidad, diversidad y paz. Conjunto que se sitúa en las antípodas de los pensamientos únicos, de las injusticias y marginaciones sociales, de las hegemonías y apartheids socio-político-culturales, de los estatismos, de los regímenes autocráticos y los sistemas totalitarios. Una nueva sociedad integra la centralidad de la persona humana, la primacía del bien común, la communio corresponsable y fraterna. Lo cual es, para el cristiano, doblemente imperativo, como ciudadano de este mundo y como miembro de un Pueblo, cuyo mandamiento máximo es el amor y su horizonte de esperanza la unidad perfecta en y con un Dios que es Amor-Comunión (Cf. 1 Jn 4, 8).
Como universitario, el Dr. Lombardi encarna, en su actuación y su palabra, existencial y discursivamente, los desiderata de una genuina universidad y de una auténtica universidad católica. Creyente en profundidad y sin aspavientos, humanista cristiano sin complejos, demócrata convencido y militante sin hipocresías, comprometido socialmente en una línea liberadora sin concesiones dirigistas, intelectual de gran madurez sin pretensiones elitistas. Sus escritos, recogidos en Cátedra de papel (Ediciones del Rectorado de la Universidad del Zulia) y otras múltiples obras, constituyen una verdadera antología del deber ser de una universidad acorde con su identidad histórico-cultural, en sintonía con el propio país, al cual ha de servir, atenta a los signos de los tiempos, autónoma y democrática. En lo que respecta a la universidad católica, el Rector de la “Cecilio Acosta” delinea bien su perfil en el libro que inauguró la política editorial de dicha casa de estudios en 1998: Universidad católica, esencia y trascendencia. Allí percibimos bien que el adjetivo no significa restricción o frontera, sino servicio mayor, en cuanto abre lo mejor de lo humano a horizontes de mayor trascendencia.
Concluyo estas líneas con las cuales cierra Lombardi el libro que acabo de citar: “El país depende de nosotros y cada uno debe empezar por responder por cada uno. Ética y solidaridad son las palabras claves del futuro. El porvenir es una aventura abierta a la imaginación y un reto a la voluntad. Nosotros como educadores y universitarios no renunciamos a la lucidez crítica, pero tampoco a la esperanza”.

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