Suena paradójico lo de liberar a quien entregó su
existencia a la causa de la libertad. Pero se justifica esa tarea por la
persistencia del intento de convertir la figura de Bolívar y el adjetivo bolivariano en identificación y
maquillaje de proyectos, instituciones y
procedimientos que contradicen la obra y el pensamiento del Libertador.
En ejercicio de un craso nominalismo se cree que meros
vocablos pueden transformar la realidad. Aquí se ha devaluado y pervertido el
término bolivariano. Hasta cuerpos represivos, violadores de elementales
derechos humanos, exhiben dicho adjetivo como lema e insignia. Ciertamente algo
que debe hacerse en una futura convivencia democrática es la de respetar y hacer
respetar la memoria del Libertador, entre otras cosas reservando el epíteto
bolivariano a realidades coherentes con la dignidad de la persona y el mensaje
del Padre de la Patria. La expresión
latina assueta vilescunt significa
que lo que demasiado a repetido desmerece
en valoración, importancia o atención. Se llega uno a preguntar ante la
proliferación de lo bolivariano, qué
no lo es.
Una cosa que amerita tomarse muy en serio es lo que
nuestra Constitución dice en su artículo primero: “La República Bolivariana de
Venezuela es irrevocablemente libre e independiente y fundamenta su patrimonio
moral y sus valores de libertad, igualdad, justicia y paz internacional, en la
doctrina de Simón Bolívar, el Libertador”. De éste quisiera a continuación
recordar algo en relación al primer valor que
menciona el citado texto constitucional, la libertad.
En el Discurso
al Congreso Constituyente de Bolivia
dijo en Lima el 25 de mayo de 1826: “no me persuado que hay un solo Boliviano tan depravado que
pretenda Legitimar la más insigne violación de la dignidad humana ¡Un hombre
poseído por otro! ¡Un hombre propiedad! ¡Una imagen de Dios puesta al yugo como
el bruto (…) Dios ha destinado al hombre a la libertad, él lo protege para que
ejerza la celeste función del albedrío”. Dos cosas subraya Bolívar en este
texto: en primer lugar el excelso valor de la libertad, del libre albedrío,
característica primordial de la dignidad humana; y en segundo lugar el
fundamento divino de esa libertad, en cuanto Dios ha creado al hombre como
existente libre y lo protege en el ejercicio de ese don tan grande. No es por
azar o por simple emergencia creatural como el hombre ha sido constituido en su
libertad, sino por gratuidad de la Libertad misma (así, con mayúscula). Esta
concepción antropológica responde de modo coherente al pensamiento creyente,
cristiano, de Simón Bolívar.
Es preciso conocer, apreciar, difundir, poner en
práctica este patrimonio, que es tan rico y actual. Labor necesaria en todo momento del país, pero
especialmente ahora, cuando se pretende imponernos a los venezolanos un
proyecto político-ideológico dictatorial, totalitario, que se sitúa en las
antípodas de la gesta y el pensamiento de Bolívar, a quien si algo apasionó,
fue la construcción de una sociedad de hombres libres.