Carta de Ovidio
Pérez Morales
La reciente carta de la Presidencia de la Conferencia
Episcopal Venezolana al Presidente de la República (8 de julio) es bien clara:
le plantea con carácter de urgencia “Retirar la convocatoria de una Asamblea
Nacional Constituyente”.
No sólo eso,
sino también: “Reconocer la autonomía de todos los poderes públicos y
trabajar conjuntamente con ellos, particularmente con la Asamblea Nacional y la
Fiscalía General de la República”, así como “Asumir e implementar los acuerdos
que se alcanzaron en la primera ronda de diálogo con la oposición”.
Vale la pena subrayar dos elementos de la circunstancia
en que los Obispos envían esta misiva al Primer Magistrado: a) la visita
que la Presidencia del Episcopado acaba
de hacer al Papa Francisco, quien ha dicho que “en la voz de los obispos
venezolanos también resuena mi voz” y b) se envía esta carta en el marco de la
Asamblea Plenaria del Episcopado (7-12 de julio), al final de la cual hará
público un mensaje a los católicos y a todos los venezolanos.
La carta expresa que la respuesta positiva a sus
planteamientos sería prueba de una voluntad efectiva del Presidente de resolver
la grave crisis nacional (se cita la escasez alimentaria y de medicinas al
igual que la inseguridad) “y devolverle a Venezuela su plena institucionalidad
democrática, contemplada en la actual Constitución nacional”.
Es particularmente significativo el espacio que la
misiva concede a las palabras y gestos que el Papa Francisco ha tenido en estos
días respecto de la situación venezolana. Se explica por la importancia de
aquellos en sí mismos, pero también por el interés gubernamental de contraponer
las posiciones de la Santa Sede y del Episcopado en relación al drama nacional.
Se puede hablar ya sin lugar a dudas de una completa sintonía o armonía al
respecto entre el Vaticano y la Iglesia en Venezuela. El Papa ha expresado su
cercanía a la dramática situación del país, su dolor y oración ante las víctimas (muertos,
heridos, detenidos) de la violencia y sus familiares; ha pedido respeto de los
derechos humanos y cese de toda
violencia; ha exhortado a la búsqueda de “soluciones negociadas a la grave
crisis humanitaria, social, política y económica que está agotando a la
población”, al establecimiento de puentes, al diálogo serio y al cumplimiento
de los acuerdos alcanzados. Dijo el Papa el 2 de julio: “Hago un llamamiento para
que se ponga fin a la violencia y se encuentre una solución pacífica y
democrática a la crisis”.
Este fin de semana
circulará la exhortación de la Asamblea Plenaria del Episcopado, actualmente reunida. Por cierto
antes de dos acontecimientos inminentes programados de especial trascendencia: la
consulta popular del 16 y la decisión sobre la Constituyente a fines de mes. Sobre ambos dicha exhortación se manifestará de
modo claro.
Con el Episcopado y la mayoría de los venezolanos
espero se suspenda la fraudulenta Constituyente. E igualmente el simulacro de votación
para la misma. Lo que quiere el soberano es que se lo oiga de verdad y se
reformule la marcha del país según los cauces de la Constitución y de una moral
cívica elemental. No se debe jugar con un pueblo ni con el destino de una
nación.
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