lunes, 12 de noviembre de 2012
7-0: JORNADA CRUCIAL
5.7.2012
7-0: JORNADA CRUCIAL
Ovidio Pérez Morales
La oposición no pone oficialmente como plato fuerte sobre la mesa de la contienda electoral lo programático ideológico del Gobierno. Lo reconoce, sí, importante. Y muy importante. No podría ser de otra manera.
Sobre la mesa aparecen, como puntos sobresalientes del menú, cosas que, ciertamente, son de patente interés de la gente (y la gente somos todos nosotros): inseguridad generalizada, desempleo-subempleo creciente, inflación galopante (costo de la vida en ascenso vertiginoso), deterioro escalofriante de los servicios públicos, baja educativa y sanitaria, acoso a la iniciativa privada. Son algunos rubros de un global retroceso nacional.
Lo programático ideológico, que el Régimen lleva adelante para convertirlo en Sistema concreto y completo, constituye, sin embargo, el problema más grave y profundo para el futuro de la nación. Aquél pretende, en efecto, el control total, no sólo de lo económico y lo político, sino también, de lo ético-cultural, es decir, de lo que toca el alma de nuestro pueblo, sus valores fundamentales, su identidad misma, su unidad básica.
El Socialismo del Siglo XXI, tal como lo entienden y formulan sus propulsores (y no simplemente como ellos lo presentan en la propaganda populista o como lo interpreta superficialmente la mayoría de sus seguidores político-partidistas) es un Proyecto orgánicamente trabado, fundado principalmente en el ideario marxista. Éste cuenta con una respetable tradición doctrinal y también con una praxis histórica de gobierno cercana ya a un siglo (recuérdense el fenecido bloque URSS y las reliquias que persisten en Corea del Norte y en Cuba). No se trata, por tanto, en relación al Socialismo del Siglo XXI, de un collage o agregado ligero de ideas y experiencias; su modelo-apoyo operativo, el castrista, resulta suficientemente ilustrativo. El colorido y el sabor tropicales no alteran la substancia totalitaria del proyecto.
Ese Socialismo, marxista stricto sensu, es una especie dentro del género “socialista”, el cual abarca una gama de concreciones distintas. Pensemos sólo en lo que significan la fluida Socialdemocracia europea y los socialismos adjetivados como el “africano” y, en su tiempo, el “cristiano”. El inventario histórico del Socialismo, que se va acercando a una edad de dos siglos, no es flaco en ningún modo.
Se dice muy formalmente desde el sector gubernamental venezolano, que su triunfo el 7-0 significaría la consolidación del Socialismo (Siglo XXI) en nuestro país. En este sentido se orientan las leyes aprobadas apresurada e in-anti-constitucionalmente a través de la Habilitante, la cual, en forma graciosa e irresponsable, delegó al Presidente una Asamblea que renunció a ser legisladora Nacional. Pasando por encima, entre otras cosas, de la negativa dada por el Soberano en 2007 a una proyectada Reforma Constitucional. La “consolidación del Socialismo” a partir de la jornada de octubre sería correr, ya sin trabas, en “socialismo real” como el soviético-cubano, hacia el Comunismo. Éste figura siempre en el esquema dialéctico marxista como el “paraíso” al final del proceso socialista. ¡Un final que nunca ha llegado, llega, ni llegará, pero que conforma el mito aceptado por la fe cuasi religiosa de los militantes y enarbolado psicotrópicamente por la Nomenclatura!
No es cualquier cosa lo que se decidirá el 7-0. Y dado que históricamente el Socialismo marxista (“real”) ha consistido en una estatización feroz -poderes, comunas, organizaciones, sindicatos y otros funcionan entonces como meras correas de transmisión del poder central-, debe pensarse que de triunfar el SSXXI, el “día después” se agudizaría la embestida contra toda iniciativa privada (propiedad, educación, salud, comunicación social…) y contra todo lo que esté “fuera de” la Revolución (instituciones religiosas, universidades autónomas, partidos políticos democráticos, entes culturales independientes y similares). No sería el “fin de la historia” (la historia, en efecto, muele y muda todo), pero sí una noche histórica para Venezuela.
Tengo la firme esperanza, con todo, de que el 7-0 abrirá resonantemente las puertas a un futuro de justicia, de libertad y de paz. A Dios rogando y con el mazo dando.
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