lunes, 12 de noviembre de 2012

CONDICIONES PARA UN CAMBIO POLÍTICO

CONDICIONES PARA UN CAMBIO POLÍTICO Ovidio Pérez Morales El 7 de octubre se abre la oportunidad de reformular y profundizar un cambio político en el país, dirigido hacia el progreso y el futuro. Cambio necesario y, por tanto, obligante. ¿Qué condiciones o requisitos se plantean para un tal cambio? Veamos a continuación tres exigencias básicas para poder diseñar y llevar a cabo una transformación realmente positiva y novedosa de la nación. Consisten en la superación de tres serios obstáculos. Primera. Curar la manía Lot. ¿En qué consiste este trastorno mental? La respuesta la tenemos en el relato bíblico del capítulo 19 del Génesis, relativo a la destrucción de Sodoma y Gomorra. Cuando Lot y los suyos huyeron del lugar, ante la lluvia de fuego y azufre, que acabó con todo, “la mujer de Lot, que venía siguiéndole, miró hacia atrás y allí mismo quedó convertida en una estatua de sal” (vers. 26). Podemos denominar manía Lot (más justo sería llamarla manía mujer de Lot) la adicción malsana a revolver el pasado, el cual, si es bueno recordarlo, no puede convertirse en atadura empobrecedora. Esa manía repetitiva intenta re-interpretar y re-escribir la historia para “legitimar” proyectos y sistemas presentes; promueve un “culto” hiperbólico, manipulado y alienante a los “héroes”; se estanca en mensajes y gestas pretéritas, como si el tiempo transcurrido desde entonces no hubiese producido nada nuevo. Esa manía diseca el pensamiento y recorta la acción. Se pretende reducir la línea de la historia a un proceso circular, cuando en verdad implica una continua creación. Segunda. Vender los chivos expiatorios. Para entender esta expresión hemos de ir a otro libro del Antiguo Testamento, el Levítico. Allí, en el capítulo 16, versículos 20-26, se describe un importante rito sacrificial. El sacerdote manda traer un chivo vivo, sobre cuya cabeza impone las manos, confesando “sobre él todas las maldades, rebeliones y pecados de los israelitas”; luego encarga a una persona de llevarlo y soltarlo en el desierto. “Así, al perderse el chivo en el desierto, se llevará todas las maldades de ellos a tierras deshabitadas”. El chivo carga así con todas las fallas. Todos, entonces, se sienten absueltos, sin culpa Y punto. Apliquémonos ahora este relato. Todos, comenzando por el autor de estas líneas, somos expertos en conseguir nuestro (s) chivo (s) expiatorio (s). Los líderes de los pueblos lo suelen hacer y se puede hablar aún de una “cultura del chivo expiatorio”, aplicable a países y regiones. Pensemos en el tema del “subdesarrollo”, por ejemplo. ¿Chivo expiatorio? El Imperio, los gobiernos anteriores, el clima, la burguesía y vaya usted a saber. Identificado ese chivo, uno queda tranquilo y puede seguir cometiendo, “enchinchorrado”, los mismos errores y pecados, sin asumir seriamente la propia responsabilidad. Lo que a uno realmente le toca. Tercera. Botar el lecho de Procusto. Éste (o Procustes) es el nombre de un personaje de la mitología griega. Un verdadero malandro, asaltante de caminos, que tenía en su posada una cama de hierro hecha a su exacta medida. A quienes secuestraba los extendía en su cama; si les sobraba algo de largo, cortaba el pedazo correspondiente; y si eran pequeños los estiraba lo suficiente. ¿Resultado? Muerte dolorosa. Se habla de lecho de Procusto para referirse a una actitud o conducta, que se da no sólo en situaciones macro, sino también en pequeñas y también muy personales. Es el caso, por ejemplo, de ideologías rígidas (tipo Socialismo Siglo XXI), que tratan de imponerse en lo económico, lo político y lo socio-cultural, aunque la realidad se les resista y el país se destruya. Igualmente cuando uno tiene ideas estrechas y trata de meter por ese tubo a subordinados, colegas o una comunidad. Se trata de concepciones a-priori, pre-juicios y modelos impositivos, de resultados negativos y lamentables. Al lecho de Procusto se oponen la mente y el comportamiento críticos, dialogantes, amplios; el respeto y la tolerancia respecto del otro, un buen pragmatismo y un saludable sentido del aprendizaje. Las condiciones anteriores y las que por el momento quedan en el tintero, constituyen requerimientos válidos e ineludibles para un progreso efectivo e integral de la nación. Y nos pueden servir, de paso, para un equilibrado crecimiento personal.

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