martes, 13 de noviembre de 2012
VOTO POR LA PAZ
20.9.12
VOTO POR LA PAZ
Ovidio Pérez Morales
El 7-0 votaré por la paz de los venezolanos.
Recito con frecuencia la Oración de San Francisco, pero de modo especial en estos días, preparatorios de un acontecimiento decisivo para el futuro del país. El verbo que la Oración trae en primera persona del singular, constituye una sentida petición y, al mismo tiempo, un serio compromiso. Invito al lector a rezarla, tal como se la canta en comunidades cristianas:
Hazme un instrumento de tu paz/ donde hay odio lleve yo tu amor/ donde hay injuria tu perdón Señor/ donde haya duda fe en ti.
Maestro ayúdame a nunca buscar/ querer ser consolado como consolar/ ser comprendido como comprender/ ser amado como yo amar.
Hazme un instrumento de tu paz/ que lleve tu esperanza por doquier/ donde haya oscuridad lleve tu luz/ donde haya pena tu gozo Señor.
Hazme un instrumento de tu paz/ es perdonando que nos das perdón/ es dando a todos que tú te nos das/muriendo es que volvemos a nacer.
En la Biblia, paz aparece con un claro carácter englobante de positividad; dice perfección, plenitud. Lo mejor que en el pueblo de Israel se podía desear a otra persona o a un grupo humano, era la paz, y, por eso, lo generalizado del saludo shalom. Es lo que anuncian los ángeles en Belén y lo que Jesús promete. Es el saludo de la Iglesia en todas las celebraciones litúrgicas.
El Altísimo es el “Dios de la paz” (1 Ts 5, 23) y Cristo, el “Príncipe de la paz” (Is 9, 5), que viene a comunicarla como el más preciado don. La paz consiste en la unidad (comunión) con Dios y fraterna, que comienza en este mundo y alcanzará su perfección definitiva en la plenitud celestial del Reino de Dios. Por ello el profeta Isaías describía los tiempos mesiánicos en hermosos términos de paz, los cuales hemos de meditar continuamente para animarnos a ser pacíficos y pacificadores: “Forjarán de sus espadas azadones y de sus lanzas podaderas. No levantará espada nación contra nación ni se ejercitarán más en la guerra” (2, 4). “Serán vecinos el lobo y el cordero, y el leopardo se echará con el cabrito, y el novillo y el cachorro pacerán juntos, y un niño pequeño los conducirá...y en la hura de la víbora el recién destetado meterá la mano” (11, 6-18).
Paz ha sido el compromiso de gente como Gandhi, ML King y Mandela, quienes han producido novedades de esperanza en pueblos enteros. Derribando pacíficamente murallas de enfrentamiento y exclusión, para generar encuentros y construir unidad.
La paz de la Oración franciscana no es simple propuesta utópica u horizonte inalcanzable, sino realidad muy concreta, cuyos frutos los podemos y tenemos que percibir en nuestro aquí y ahora. ¿Cómo? A través de un serio compromiso de compartir con el prójimo (proximus), desarmando mente, corazón y brazos, y abriéndolos a la comprensión, el diálogo y la colaboración.
La Oración de San Francisco hemos de asimilarla interiormente y traducirla en nuestro relacionamiento familiar, vecinal y de trabajo, pero también hacerla bajar a la arena política, particularmente cuando las posiciones se endurecen y las diferencias se tornan beligerantes.
La primera necesidad de Venezuela es: paz. Ésta no significa monolitismo ni uniformidad. Es, antes bien, convergencia de personas y grupos en una unión diversificada, plural. La comunión interpersonal grupal implica, en efecto, la genuina existencia y libre actividad de “los unos” y “los otros”, empeñados, sí, en la búsqueda del bien común.
Por la paz, para todos, votaré el 7-0. ¡Shalom!
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