martes, 13 de noviembre de 2012
CRISTIANOS ¿POR QUÉ?
26.6.12
CRISTIANOS ¿POR QUÉ?
Ovidio Pérez Morales
“En Antioquía fue donde, por primera vez, los discípulos recibieron el nombre de cristianos”. Así concluye el capítulo 11 del libro Hechos de los Apóstoles, del Nuevo Testamento.
Antioquía, fundada en la ribera izquierda del Orontes, era la sede del gobernador de la provincia romana de Siria; tercera ciudad del Imperio, con una población de medio millón de habitantes. Contaba con una presencia muy significativa de judíos, a los cuales acompañaban numerosos prosélitos. Allí habría de nacer la primera Iglesia de la gentilidad (es decir, de extracción no judía). Los paganos comenzaron a usar la identificación cristiano para designar a los seguidores de Cristo, quienes, entre sí, usaban otros apelativos, como “santos” o “elegidos”. “Cristo”, originalmente, era un título (no un nombre), a saber, mesías, del arameo mesiha, el ungido (esperado); por eso en el Nuevo Testamento se habla más bien de el Cristo para señalar a Jesús.
Los cristianos eran pues, los “partidarios” de Jesús el Cristo y, consiguiente y debidamente, sus discípulos y misioneros, entendiendo que, para ellos, creer, no significaba principalmente una adhesión a una doctrina, sino un encuentro personal con Cristo y la integración en su comunidad.
A dos mil años de distancia, muchos nos llamamos y somos llamados cristianos. Lo cual debe constituir un motivo muy serio de reflexión, máxime cuando el ambiente no se muestra muy interpelante al respecto y se asume la identificación de “cristiano” como poco o nada comprometedora. Cuando es y ha de ser todo lo contrario.
Ser cristiano implica una referencia primera y fundamental a Jesús como Cristo, Señor y Salvador; a quien es signo y prueba efectivos de que Dios ama a sus hijos(1 Jn 4, 9). Ahora bien, Cristo revela la realidad íntima de Dios y permite su participación. “Dios es amor” (1 Jn 4, 8), relación interpersonal, comunión, intercomunicación de Padre-Hijo-Espíritu Santo, Trinidad. Éste es el misterio central de la fe cristiana. El Dios Uno y Único es, por tanto, comunidad, comunión amorosa. El Dios “de los cristianos” no es “otro”, distinto del que adoran los judíos, los musulmanes y los miembros de otras religiones, sino “el mismo”, como lo ha contado y participado Jesús.
Hace pocos días, por cierto, compartí con hermanos de otras confesiones, espiritualidades y convicciones, en un Foro organizado por VENSANAPAZ (Iniciativa por la sanación y la paz de Venezuela). Experimenté allí la fraternidad y la convergencia en la construcción de la paz desde mi fe en un Dios que nos ama a todos, a quienes ha creado y salvado. Experimenté la riqueza de mi fe en términos no excluyentes, sino de afirmación abierta; de diálogo y compromiso con la suerte de los venezolanos y de la humanidad entera.
La profesión de fe que se hace en el bautismo, antes de recibir el baño renovador del agua, subraya el centro, el núcleo de lo que el cristiano cree. Al que va a ser bautizado se le pregunta: ¿Crees en Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo?
Cristianos ¿por qué? Es hermosa la respuesta que ofrece la Primera Carta de Juan: “Y nosotros hemos conocido el amor que Dios nos tiene, y hemos creído en él. Dios es amor y quien permanece en el amor permanece en Dios y Dios en él”(1 Jn 4, “16).
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