sábado, 19 de mayo de 2012
25.7.11
TRES LIBROS
Ovidio Pérez Morales
Apelo a un drama imaginario para subrayar la importancia de un libro.
Se trata de un naufragio, en que es preciso echar al agua todo lo que no sea equipaje realmente indispensable. El capitán ordena: los católicos venezolanos que viajan en este barco pueden conservar consigo, de libros religiosos, sólo tres.
¿Cuáles deberían ser esos tres libros? Esta pregunta la he formulado recientemente en reuniones. El resultado ha sido el siguiente: en el primer puesto aparece de inmediato y sin discusión: la Biblia; en el segundo, se muestra sin muchas vacilaciones: el Catecismo de la Iglesia Católica; con respecto al tercero, la escogencia no se manifiesta tan clara e inmediata, prevaleciendo : Documentos del Concilio Plenario de Venezuela.
Y en verdad, los tres libros indispensables son esos. Con respecto a los dos primeros no me detengo en mayores consideraciones por la evidencia de su importancia.
En relación al tercero sí debo hacer algunos comentarios. Ante todo por católico venezolano entiendo aquí al hermano que quiere comprometerse más lúcida y efectivamente con el presente y el futuro tanto de la Iglesia como del país. Pienso, por supuesto, en quienes son ministros ordenados o miembros de la vida consagrada, y en laicos, ya dirigentes o de particular responsabilidad en diversos campos, ya alistados en movimientos u organizaciones del apostolado seglar.
No temo exagerar diciendo que en este futuro nacional que ya estamos consumiendo, la suerte de la Iglesia se juega en modo inimaginable en la medida en que pongamos en práctica las directrices del Concilio Plenario de Plenario. No en vano se invirtieron diez años en su preparación y celebración. Y tampoco en vano se lo trabajó siguiendo la metodología del Ver-Juzgar-Actuar, que parte de la situación real y termina en ella como campo concreto de trabajo, mediante su formulación en desafíos y directrices de acción.
No me cansaré de repetir lo dicho por los Obispos de Venezuela en su Carta Pastoral Sobre el Bicentenario de la Declaración de Independencia de la República (12.1.2010): “… nuestra Iglesia cuenta con un conjunto doctrinal (y operativo, pudiéramos agregar) sólido proporcionado por el Concilio Plenario de Venezuela, el cual constituye el fundamento de un proyecto evangelizador pastoral de gran alcance para su renovación en función de un mejor servicio a nuestro pueblo. Urge, por consiguientemente, su puesta en práctica, decidida y responsable, a lo ancho y largo del país”.
¿Qué quiere decir esto? Que todos los católicos, comenzando por la jerarquía y la dirigencia de los otros sectores eclesiales (vida consagrada y laicado), y no quedándose fuera nadie que se estime corresponsable de la misión de la Iglesia, estamos urgidos para aplicar las directrices del Concilio Plenario. En esto es fundamental tomar la iniciativa desde el lugar en que cada uno se encuentre. Hay cosas que, obviamente, tocan a la Conferencia Episcopal o a determinados agentes pastorales, pero el grueso de las directrices del Concilio es algo que concierne, de modo directo e inmediato, al común de los fieles católicos. Pensemos en documentos como los referentes a la proclamación del evangelio y a la formación de la fe, a la construcción de una nueva sociedad y a la evangelización de la cultura, a la actividad educativa y a la vida familiar.
No podemos sentarnos a esperar que los otros procedan. Ni contentarnos con decir: “hay que”. Desde muy diversos ángulos es preciso actuar y ayudarnos los unos a los otros. En este sentido se tiene que superar una actitud muy difundida entre los laicos y es la de esperar “qué nos dicen u ordenan desde arriba”. La Iglesia es Pueblo de Dios corresponsable.
No esperemos a que nos pongan los Documentos del Concilio en la mano; ni a que nos sirvan la mesa.
Las Hijas de San Pablo con su Distribuidora y sus Librerías están encargadas de la difusión a nivel nacional. Y para información, los centros de atención pastoral (por ejemplo parroquias, colegios católicos y oficinas de movimientos laicales) constituyen, por su misma condición, lugares naturales a los cuales acudir.
La aplicación del Concilio Plenario no es optativa para la Iglesia que lo realizó a través de los obispos y muchos otros representantes. Y la Iglesia somos todos los miembros del Pueblo de Dios.
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