sábado, 19 de mayo de 2012

9’3’’ 12 EN QUÉ DIOS CREES Ovidio Pérez Morales Es una pregunta que sólo tú puedes responder. Pregunta pertinente, porque de Dios se han tenido muchas concepciones a lo largo de la historia de la humanidad y no pocas se tienen en la actualidad. Por parte de creyentes y no creyentes. “Dios no es triste soledad, sino bienaventurada comunión”. Es una expresión feliz de nuestro Concilio Plenario, en su segundo documento, La comunión en la vida de la Iglesia en Venezuela, No.33. Elemento clave de la Revelación hecha por Jesús con respecto a Dios, es el haberlo manifestado como un ser personal. Esto ya lo había ofrecido el Antiguo Testamento, a diferencia de los griegos, filósofos y no filósofos, quienes se habían quedado en una noción de la divinidad como simple dinamismo impersonal, principio –lejano- del mundo, concreción idolátrica o mero simbolismo de fuerzas naturales o mentales, y otras cosas más. Pero Jesús fue más en profundidad: reveló a Dios como el Padre que lo había enviado; como el Espíritu que, a su vez, él enviaría a manera de abogado y agente de verdad; y a sí mismo como enviado y uno con el Padre. Dios se muestra así, no ya sólo personal, sino pluripersonal. Como relación interpersonal, familia, comunión. Por eso san Juan nos dice en su primera carta: “Quien no ama no ha conocido a Dios, porque Dios es Amor” (1 Jn 4, 8). Dios es único, pero esta unicidad se tiene en trinidad de personas. En esto consiste la Trinidad: no es una realidad absoluta, apenas para afirmar, admirar y adorar. Constituye, en efecto, el Dios que por amor crea el mundo y se introduce en él, historizándose, particularmente mediante la encarnación de su Hijo, hecho ser humano como nosotros y convirtiéndose en “el Camino, la Verdad y la Vida” (Jn 14, 6) para toda la humanidad de todos los tiempos. Este Dios, que es comunicación, comunión, es el mismo que creó al ser humano a su “imagen y semejanza” (ver 1, 26) –y por tanto, no solitario, sino social, y ya desde el inicio como pareja (ver Gn 2,18) como ser para la comunicación y la comunión. Como mandamiento máximo le estableció el amor a (Él-al prójimo), que es el nexo interpersonal unificante por excelencia. ¿Y en qué consiste el designio divino al crear y salvar? El Concilio Plenario, en el documento arriba citado y siguiendo lo señalado por el Sínodo para América, nos dice que seguir a Cristo “es vivir como Él vivió, aceptar su mensaje, asumir sus criterios, abrazar su suerte, participar en su propósito que es el plan del Padre: invitar a todos a la comunión trinitaria y a la comunión con los hermanos en una sociedad justa y solidaria” (CVI 79). Sobre el Dios que confesamos en el Credo, es oportuno traer aquí los aquí unas afirmaciones, también del Concilio Plenario: “Los cristianos creemos en un Dios que actúa en la vida y en la historia como Padre, Hijo y Espíritu, y que lo es realmente. Dios actúa como trinidad y es Trinidad: Dios, en su misterio más íntimo, no es soledad sino familia. Dios es comunidad de amor. En una sociedad individualista debemos recuperar la fe en el Dios trinitario que desafía a construir comunidades y sociedades igualitarias, participativas y respetuosas de las diferencias. Se habla aquí, atrevidamente, de “recuperar” la fe en la Trinidad. Esto es necesario, no porque se la hubiese perdido, sino porque no se le ha reconocido a la Trinidad el papel que “juega” en la Teología teórica y práctica y, sobre todo, en la vida de la Iglesia y del mundo. Pues da la impresión que para muchos resulta indiferente de que el Dios único sea unipersonal o tripersonal. Y Dios, según la Revelación, o es Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo (Comunión) o no es Dios.

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